EL DELITO DE SECUESTRO
EL DELITO DE SECUESTRO
El secuestro es un delito que en alguna forma pone a prueba los sentimientos de los familiares del secuestrado respecto de las pretensiones del secuestrador de obtener una suma de dinero, alta en general, para devolver al secuestrado. Ello significará para el que paga el “rescate” una merma de su patrimonio, que en muchos casos compromete su propia subsistencia, actual o futura, si para ello tiene que endeudarse con un préstamo bancario o lo que es peor, con algún “chulquero”, como ocurre en situaciones desesperadas.
Y allí el delito se torna infame, como es el caso que relata diario El Universo a finales de mayo en referencia
al secuestro de una joven madre de 28 años que habitaba en el suburbio, dedicándose a vender ropa a través de una tienda online.
Ella había tomado un taxi para dirigirse a una falsa dirección, en donde le pidieron hacer la entrega, siendo en esas circunstancias que los secuestradores, que se movilizaban en dos vehículos, le cerraron el paso y la sacaron a ella del taxi, llevándosela.
Un hermano de la secuestrada, quien puso la denuncia, habría expresado que cree que el marido de su hermana tiene problemas con narcotraficantes, que probablemente sean los secuestradores, y que le han pedido $100.000 como rescate, dinero que la familia de él estaría negociando bajo condición de que no se denuncie el hecho ni se involucre al esposo de la secuestrada. Dado el tiempo transcurrido es probable que el asunto haya concluido sin desembocar en una tragedia . Y ojalá que así sea.
Pero en el país tenemos el recuerdo de otra clase de secuestros, como el del banquero Nahím Isaías por parte de un pequeño grupo de jóvenes guerrilleros universitarios del movimiento Alfaro Vive, que llegaron a tener una amistosa relación con el secuestrado mientras sus familiares negociaban el rescate, acuerdo que se interrumpió por la violenta incursión de la fuerza pública con explosivos al lugar del secuestro, ordenada por el entonces presidente León Febres-Cordero, lo que terminó con la muerte de los secuestradores y del secuestrado. Una página dolorosa e inolvidable de nuestra historia.
OPINIÓN
Por Nelly de Jaramillo
Ecuador News
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