Otra vez la política
Por Farith Simon
Intenté escribir esta columna con algo distinto a la política, el delito, la violencia, la crisis institucional, la corrupción o los líos judiciales; pero, a medida que avanzaba en la redacción de una columna sobre el ChatGPT ( la increíble herramienta que usa inteligencia artificial para desarrollar, mediante procesamiento de lenguaje natural, textos complejos, ensayos, mantener conversaciones, incluso servir de traductor), me hallé enfrentado a mi propia obsesión sobre estos asuntos.
Debo aceptar que es difícil alejarse en este momento de los temas políticos, en particular cuando la acciones y omisiones de quienes ejercen cargos públicos impactan de manera directa, diría que incluso desproporcionada, en la calidad de nuestras vidas, como resultado de un modelo estatal exacerbado luego de la Constitución de Montecristi, con un diseño que invade casi todos los aspectos de nuestra cotidianeidad. Esto se hace mucho más evidente en ciudades como Quito, donde existe una inmensa presencia burocrática debido a una Municipalidad hipertrofiada, cada vez más ineficiente, y a la cercanía de laa administración central.
Esta sensación de omnipresencia de lo público empeora si el trabajo que desempeñamos nos coloca frente a información que nos recuerda, todos los días, que vivimos en un constante deterioro de lo público, de la institucionalidad, de la ética.
Peor aún, cuando luego de votar sabemos, por la experiencia de los últimos años, que siempre podremos estar peor, porque nuevamente la elección no pudo hacerse a partir del mejor proyecto de ciudad o de país, sino para escoger al “menos malo”, aplicando una lógica de “descarte” y no de futuro.
¿El resultado de la consulta popular cambiará la realidad institucional, política o de seguridad del país? La respuesta obvia, no, pero el resultado no paleara la crisis, haciendo que sigamos viviendo nuestro día a día pendientes de la política, que claramente es la peor parte de nuestras vidas.
OPINIÓN
Farith Simon
Especial para Ecuador News
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