Ha muerto “La bestia”
Muere ‘La Bestia’, el peor asesino en serie colombiano, a los 66 años tras confesar más de 190 asesinatos de niños en su país y en Ecuador
Un prolífico asesino en serie colombiano que confesó haber asesinado a más de 190 niños durante la década de 1990 no sólo en su natal Colombia sino en Ecuador, murió el jueves de la semana anterior en un hospital del municipio de Valledupar, informaron las autoridades penitenciarias. Tenía 66 años.
Luis Alfredo Garavito, apodado «La Bestia», confesó haber asesinado a niños de entre 8 y 16 años -en su mayoría de familias de bajos recursos- a quienes secuestró y abusó haciéndose pasar por un monje, un indigente o un vendedor ambulante.
El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario dijo que Garavito falleció en el hospital donde permanecía recluido. La causa de la muerte no fue revelada de inmediato, pero todo parece indicar que finalmente sucumbió al cáncer que lo afectaba hace varios años en su ojo izquierdo.
Garavito nació en 1957 en el departamento de Quindío, y de adulto viajó por todo el país donde abusó y mató a menores. Las autoridades comenzaron a seguir su pista al notar similitudes en los casos de desapariciones de menores en Pereira, Armenia y Tunja. Garavito fue arrestado en abril de 1999 acusado de intento de violación, pero cuando un juez de instrucción le preguntó si era el asesino de 114 niños cuyos cuerpos fueron encontrados en 59 pueblos colombianos a partir de 1994, Garavito admitió los crímenes y pidió perdón. Luego confesó más asesinatos, que ascendieron a más de 190.
Ese mismo año, Garavito pidió disculpas a los familiares de las víctimas en una audiencia judicial: «Quiero pedir perdón por todo lo que hice y voy a confesar. Sí, los maté y no sólo a esos, maté a otros».
En los últimos años, la salida de Garavito de prisión se consideraba inminente, luego de cumplir tres quintas partes de su condena. En 2021, el entonces presidente Iván Duque (2018-2022) rechazó la posibilidad de que recuperara su libertad y aseguró que durante su gobierno tendría que “permanecer en prisión”.
EL PEOR ASESINO EN SERIE DEL MUNDO
Luis Alfredo Garavito siempre sonó a miedo en Colombia. A terror. A homicidios y violación de niños. No en vano uno de sus alias es “La Bestia”. Eso escribió el portal de CNN. Se encargó de sembrar el horror, antes de ser condenado a 40 años de prisión por estos hechos.
Considerado desde el momento de su captura en 1999 como el peor asesino en serie del mundo, obtuvo una reducción a 24 años por informarles a las autoridades el paradero de los cuerpos de otros niños. Ese mismo año, una entrevista del periodista colombiano Guillermo Prieto La Rotta a “La Bestia” indicó que el criminal podría recibir rebajas en su condena por horas de estudio acumuladas y buena conducta.
Hasta antes de morir, siempre hubo preocupación de que esta “fiera” quedara de nuevo suelta. En 2011, la senadora Gilma Jiménez, hoy fallecida, explicó que cuando Garavito cometió los crímenes la pena máxima en Colombia, incluso para violadores, era de 40 años en total, independientemente de que por el número de delitos y víctimas su condena haya sido de 1.689 años. Las normas que entraron en vigencia después de la condena de Garavito, establecen que condenados por violación a menores no pueden aspirar a beneficios como disminución de la pena o prisión domiciliaria, medida que logró la legisladora Jiménez. Pero Garavito tuvo la suerte de que no lo cobijara, pero el cáncer se encargó de hacerle justicia a las víctimas.
DE LUIS ALFREDO A “LA BESTIA”
Luis Alfredo Garavito nació en 1957 como el primogénito de una familia que crecería con otros seis hijos en Génova, departamento del Quindío en plena zona cafetera de Colombia. Su infancia, según lo que registró el escritor Harold Schechter en su libro The Serial Killer Files (Los archivos de asesinos en serie), estuvo marcada por el maltrato. Schechter explica que Garavito fue “sometido a golpizas brutales y constantes por su padre alcohólico” y “violado por dos vecinos adultos”. De ahí que haya crecido como una persona alcohólica y depresiva con tendencias suicidas.
A finales de los 80, empezó a cambiar de residencia, tras haber pasado por un centro de tratamiento psiquiátrico. Desde la década de 1990, Garavito empezó a sembrar el terror en Colombia y esporádicamente en Ecuador. Atraía a sus víctimas haciéndose pasar por personas que no despertaran sospechas, en condición de discapacidad, o incluso representante de fundaciones falsas para ancianos y niños, con el objetivo de tener acceso a las escuelas, según lo informó en 1999 el entonces fiscal general del país, Alfonso Gómez Méndez, meses después de capturar a este hombre. “Esto no tiene precedentes en Colombia”, sostuvo el funcionario.
Schechter apunta a que “La Bestia” primero se ganaba la confianza de los niños, entre los 8 y 16 años, con su empatía, charla y a menudo comprándoles alcohol o dándoles algo de dinero. Después empezaba a ejecutar su macabro plan, invitando a los menores a dar un paseo por zonas rurales.
“Cuando los niños empezaban a cansarse, Garavito lanzaba el ataque. Los amarraba con nylon, los violaba, mutilaba y después les cortaba la garganta o los decapitaba”, escribió el autor.
Versión que ratificó el entonces fiscal Gómez Méndez en 1999, cuando habló del escabroso caso. “Los cuerpos fueron decapitados y mostraban señales de haber sido atados y mutilados”, sostuvo y agregó que Garavito antes bebía mucho y luego ataba a los niños.
Los restos de sus víctimas se descubrieron en más de 60 lugares de Colombia. Y Garavito tenía un perfil claro: la mayoría eran hijos de vendedores ambulantes a los que sus padres descuidaron en algún momento en parques, semáforos o que pedían dinero en las calles. En pocas palabras, niños de bajos recursos, algunos de los cuales incluso vivían en la calle, según Schechter.
EL CRIMEN POR EL QUE LO ATRAPARON
Durante mucho tiempo, las autoridades de Colombia creyeron que esta ola de desapariciones y asesinatos de niños, en cuyos casos también tenían señales de abuso, correspondían a algún ritual satánico. Hasta noviembre de 1997 se descubrieron los restos de al menos dos docenas de niños en un barranco y en un lote cerca de Pereira, ciudad de la región central de cultivo de café. Ese hecho llevó a que las entidades investigadoras crearan un grupo de trabajo a nivel nacional que encontró similitudes entre los casos de todo el país.
Las autoridades dieron con su nombre y emitieron una orden de captura por el homicidio de un niño en la ciudad de Tunja, en el centro del país. Pero para ese momento, Garavito se movía recuentemente de lugar y ya tenía un nuevo nombre: Bonifacio Morera Lizcano
¿Cómo lo encontraron entonces?
Primero fue en la ciudad de Villavicencio, también en el centro del país. La Policía lo capturó en 1999 cuando intentó abusar de un menor. La Fiscalía ya venía cruzando información con sus diferentes departamentos para actualizar los registros y estar alerta de cualquier hecho similar al del hallazgo de Pereira. Fue por esta razón que cuando compararon el registro fotográfico de Garavito y Morera, se dieron cuenta que era la misma persona. Para ese momento, Garavito era un vagabundo con un largo historial de enfermedades mentales.
Dueño de una prodigiosa memoria, Luis Alfredo Garavito se dedicó a leer desde el momento que cruzó la puerta principal de la prisión. Además, cultivó buenas maneras y una especie de “embrujo” para convencer a sus interlocutores sobre lo que hablaba, dicen quienes lo trataron. Al mismo tiempo podía relatar con precisión donde atacó y sepultó a sus víctimas, además de cómo estaban vestidos.
Por eso, al entrevistarlo se producía un impacto inicial cuando se suponía que se trataba de un ser despreciable, que lo era en verdad, pero que resultaba imposible entenderlo a su comportamiento.
Y soportaba cualquier pregunta sin inmutarse, y las respondía a su modo. A veces cambiando de voz, o de gestos. Se dice que él siempre representó su propia comedia escabrosa
INFORME ESPECIAL
Redacción de Ecuador News y Despachos Combinados
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