¡Volveremos!
¡Volveremos!
Douglas McArthur, comandante de las fuerzas norteamericanas, tras su derrota por los invasores japoneses en el teatro de operaciones del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. MacArthur tuvo una azarosa vida marcada por grandes triunfos y grandes fracasos.
Uno de sus biógrafos, al exaltar su megalomanía, lo llamó el “american caesar”. Pero desempeñó un papel muy importante en la reconquista del Pacífico y en la ofensiva militar contra Japón.
Tres días después del ataque por sorpresa de los aviones japoneses contra la base estadounidense de Pearl Harbor en Hawai —el 7 de diciembre del 41—, que determinó el ingreso de Estados Unidos en la conflagración mundial, los japoneses atacaron las Filipinas.
Y las tropas norteamericanas acantonadas allí, bajo el mando de MacArthur, resistieron todo lo que pudieron a lo largo de cuatro meses la feroz acometida japonesa que dejó cien mil muertos —en uno de los más cruentos episodios de la Segunda Guerra Mundial— pero finalmente las tropas japonesas fueron vencidas y se rindieron.
Eran los años 41 y 42 en que Hitler dominaba el occidente de Europa, su poderoso ejército había penetrado en la Unión Soviética y las fuerzas del “eje” imponían su hegemonía en el norte de África. Vencido y humillado por el desastre militar, MacArthur entregó el mando de sus tropas al general Jonathan Wainwright y abandonó Bataan en cumplimiento de la orden presidencial.
Y fue allí cuando pronunció su célebre frase: “I shall return”, que se convirtió en la gran consigna político-militar de los aliados en la reconquista del Pacífico. Como comandante de las tropas aliadas, MacArthur inició la sangrienta y dilatada lucha, isla por isla, para retomar los territorios perdidos en el Pacífico.
Vinieron las épicas batallas de Midway, Guadalcanal, Tarawa en las Islas Gilbert, Hollandia en Nueva Guinea, las islas Marshall, Guam, Saipan, Tinian, islas Palau, Aleutianas y Salomón, el Golfo de Leyte en la costa oriental de Filipinas y muchos otros combates en que las fuerzas navales y aéreas de EE.UU. infligieron demoledores golpes a la flota japonesa.
Fue en la batalla naval del Golfo de Leyte —octubre de 1944— en que se dio el primer ataque kamikaze de los japoneses. Los kamikazes eran los pilotos suicidas que estrellaban sus aviones cargados de explosivos contra los navíos norteamericanos.
Pero en la primavera de 1943 los norteamericanos dieron un vuelco a la situación bélica e impusieron su supremacía técnica. Y el 4 de febrero de 1945 el general MacArthur retornó victorioso a Manila y fue recibido como un libertador. Fue allí cuando cobró hondo significado su “volveremos”, que significaba presencia de ánimo y valentía.
¡Volveremos!
Por Rodrigo Borja Cevallos
ExPresidente Constitucional de la República del Ecuador
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