Retomando un Camino Migrante
Esta historia empezó en el 2002, cuando llegué muy joven a Nueva York con un proyecto de vida y con el que inicié el camino de la migración.
Empecé trabajando con organizaciones comunitarias en donde nació mi vocación por la defensa de los derechos de las y los trabajadores migrantes.
Estaba indignada por la cantidad de abusos que se producían con los trabajadores jornaleros, las mujeres que trabajan en limpieza y los vendedores ambulantes. Pude conocer de cerca historias de mucho sacrificio y también de dolor. Quería dar mi aporte para cambiar el mundo y fue justo ahí cuando surgió la posibilidad de participar en la Asamblea Constituyente.
Luego de ser electa por votación popular fui al Ecuador a participar en el proceso que permitió por primera vez en la historia de nuestro país, incorporar grandes principios para entender a la movilidad humana y reconocer los derechos económicos, sociales, culturales y políticos de los migrantes.
Tuve más adelante la enorme responsabilidad que me encargó la comunidad migrante de representarlos en la Asamblea Nacional del Ecuador, fui electa dos veces más para representar a los ecuatorianos en el exterior, mi familia y yo nos quedamos en Quito en esos años en los que con entusiasmo construimos las leyes que dieron vida los principios establecidos en la Constitución y que abrieron nuevas posibilidades de abordar la realidad de las personas en situación de movilidad.
Este camino migrante nos trajo nuevamente a Nueva York hace ya 4 años para cumplir la tarea de representar al Gobierno Nacional, sirviendo al país y a la comunidad ecuatoriana como Cónsul General del Ecuador en Nueva York, una cónsul mujer y migrante.
El tiempo ha pasado volando y en pocos días justo al cumplirse 4 años al frente del Consulado General estaré concluyendo funciones. Aunque mi designación se hizo en el Gobierno anterior, debo reconocer con gratitud todo el respaldo de las actuales autoridades de nuestro país por la valoración del trabajo desarrollado en este espacio, lo cual ha sido fundamental para mantener una gestión activa en beneficio de nuestra comunidad.
Al finalizar esta etapa maravillosa quiero agradecer a todas las personas que han sido parte de este hermoso proceso de vida, de aprendizaje, de alegrías y de grandes desafíos en Nueva York:
A la comunidad ecuatoriana migrante y en ella a todos los que aportaron con ideas, con propuestas, con tiempo, con corazón. A todas las voluntades que se juntaron para hacer grandes cambios en el Consulado Ecuatoriano.
A los que estuvieron ahí en los momentos más duros, a los que mantuvieron el respeto por encima de las diferencias políticas, a los que se unieron siempre en las acciones de solidaridad.
Gracias al equipo de trabajo del Consulado General, profesionales comprometidos con esta función de servicio y amigos queridos con quienes aprendimos, creamos, transformamos y guardamos una experiencia que ya forma parte de la historia de este Consulado y que conservaremos para siempre en la memoria.
Desde luego a mi familia.
Mi esposo Julio, mi amor verdadero; mis hijos Daniel y Julian, mi inspiración, alegría y esperanza.
Estoy convencida que los cambios son siempre positivos nos ayudan a crecer y a reinventarnos, porque vamos cumpliendo ciclos, vamos viviendo etapas, para mí ésta ha sido una de las más bonitas!
Guardo en mi corazón los buenos recuerdos, los abrazos sinceros, la sonrisa y calidez de las personas buenas que conocí en este tiempo de avanzar por este camino migrante, camino que retomo con la fortaleza de todas las experiencias vividas y con la esperanza de seguir dando grandes pasos para construir una sociedad con igualdad.
COMUNIDAD
Por: Por: Linda Machuca Moscoso
Cónsul General del Ecuador en Nueva York
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