¿Muchos migrantes o poco empleo?
¿Muchos migrantes o poco empleo?
Toda nación invierte en la formación de sus niños, niñas y jóvenes, quienes, se supone, más adelante, se convertirán en los actores protagónicos del desarrollo del país. Sin embargo, cuando sus más calificados elementos migran de sus países por falta de oportunidades, por alguna crisis económica o humanitaria, este capital humano, se desplaza para beneficiar a otros países que no han invertido en su consolidación. Estas personas llevan todo su bagaje a otras tierras más fértiles, donde esperan poder encontrar días mejores. El país que los recibe, si bien debe responder a las demandas de estos núcleos familiares, respecto de salud, educación, vivienda y demás servicios, al mismo tiempo, sin esperarlo y sin haber sembrado aquello, adquiere un escuadrón de personas con altas cualidades profesionales y técnicas, con características culturales distintas, que aportan a la diversidad, ansiosas de surgir y progresar. Esto puede convertirse en un importante motor para el desarrollo.
Un estudio recientemente realizado por la OIT, que busca caracterizar las habilidades para el empleo de las personas venezolanas, que recoge 2151 respuestas efectivas en las ciudades Quito y Guayaquil, en el segundo semestre de 2020, presenta datos sorprendentes sobre esta población migrante que se ha venido integrando en la cotidianidad del Ecuador y que no en pocas ocasiones ha sido víctima de rechazo y desconfianza. El 52% de los encuestados cuenta con estudios superiores, es decir, tiene una formación tecnológica superior, universitaria o de posgrado. La mayor parte se concentra en un rango de edad de entre 33 y 28 años, y cuenta con una experiencia profesional que giraba alrededor de 10 años. Las personas que formaron parte del estudio, que es representativo de la realidad de la población migrante del Ecuador, proviene de las ramas profesionales de pedagogía, educación, ingeniería mecánica, eléctrica, industrial, entre otras. También se hallaron médicos y otros especialistas en ciencias de la salud, que tanta falta nos hacen en medio de una pandemia. En pocas palabras, más de la mitad de los migrantes encuestados llegaron al país con conocimiento y experiencia para aportar a la producción y productividad del país.
Lamentablemente, apenas un 7,5% de los encuestados manifestó tener un trabajo estable en Ecuador. La OIT presenta como posible respuesta, estrategias de empleo inclusivo como aquellas lideradas por los sectores privados de Chile (CND) y Colombia (ANDI), entre otro tipo de planes de fortalecimiento a los emprendimientos y herramientas de mejora de la empleabilidad. Todo ello es complementario a la generación de políticas productivas amigables con la inversión privada que generen nuevos puestos de trabajo.
En lugar de promover el cierre de fronteras o poner barreras a la regularización de esta población, se debería buscar la homologación de títulos profesionales, al tiempo que se demanda de las autoridades políticas claras para el aumento de la demanda de mano de obra, que permita emplear a la gente ávida de trabajar, tanto ecuatoriana como migrante. En la actualidad, la recesión económica que veníamos sufriendo, agravada con la pandemia, ha afectado dramáticamente los niveles de empleo adecuado que no llegaba al 40% de la población económicamente activa hacia septiembre de 2020. Todos estos argumentos económicos y utilitarios respecto de los venezolanos en este país, los presento como razón adicional que suma a la más obvia: la solidaridad que debe primar con otro ser humano. En definitiva, en Ecuador no sobra gente, más bien pudiese sumar al desarrollo del país. Lo que falta es empleo.
OPINIÓN
Por Carmen Zarate
Ecuador News