Mujer, hispana, inmigrante, pequeña empresaria y dirigente comunitaria de El Bronx, en resumen, la dominicana Josefina Colón tiene mucho que contar sobre cómo el COVID-19 sigue desmoronando la estabilidad de miles de familias, un año después del primer decreto ejecutivo de cierre económico para contener lo que en aquél momento era un virus prácticamente desconocido.
Cuando además se conmemora el Mes de la Mujer, la quisqueyana puede dar cuentas cómo la devastación emocional y económica sigue derrumbando con más fuerza el costado femenino de la ciudad.
“Aquí los negocios siguen muy mal. No hay vida. Todas las peluqueras y estilistas pasan la mayor parte del tiempo sentadas. Hace un año los clientes hacían fila. Tenían que esperar”, exclama Josefina.
Al sur del Condado de la Salsa entre la avenida Jerome y las calles 160 hasta la 170 no menos de 25 salones de belleza lucen desiertos al principio de este marzo, luego de meses de cierre económico y de estrictas regulaciones, en vecindarios en donde además la emergencia de salud pública cobró muchas vidas y puestos de trabajo.
Solamente en El Bronx el 54% de la población es femenina, de acuerdo con proyecciones del Censo 2010.
Lo que sucede allí no es diferente a otros vecindarios de Queens, Brooklyn y el Alto Manhattan, de mayoría latina, en donde esta industria de la belleza está liderada por mujeres, la cuales por ahora, no tienen razones para el optimismo.
Sin salida
“Principalmente las mujeres, que desde hace años venimos luchando por nuestros pequeños negocios como estos salones, la estamos pasando muy mal. Aquí casi todo el mundo está en punto de quiebre, medio sobreviviendo, ni para pagar la renta”, sentencia la quisqueyana.
En los últimos meses las tasas de desocupación de mujeres en la Gran Manzana va en una escalada sin pausas.
En efecto, se trata de la peor de todas las crisis y recesiones vividas en la ciudad, pero como comprueba una investigación del ‘Center for New York City Affairs’, la pandemia castigó más fuerte a madres que se encontraron en una circunstancia complicada: se vieron obligadas a quedarse en casa durante la pandemia, para cuidar a los niños ante el cierre de escuelas y guarderías.
“Recordemos además que lamentablemente hay una cantidad inmensa de nuestras mujeres latinas solas, madres solteras, que prácticamente dependen de las escuelas en muchos sentidos y cuando las cerraron se encontraron sin salida”, comentó Josefina quien además es activista de Comunidades por un Cambio NY.
Tanto los Servicios de Pequeños Negocios (SBS) de la Ciudad, como otras organizaciones, han ofrecido soporte para impulsar a estos establecimientos con créditos, además de las órdenes de posponer el cobro de la renta comercial, pero a juicio de estas comerciantes, esas soluciones no son viables para la mayoría.
“Aquí en esta parte de El Bronx las peluqueras hispanas trabajamos unidas. No nos vemos como competencia. Hay muchas. Y tratamos en medio de esta crisis de apoyarnos. Y, la verdad, es que la mayoría que hacen el trámite para aplicar a esos créditos esas ayudas, le terminan diciendo que no aplican”.
Las réplicas del terromoto causado por la cuarentena y los cierres comerciales derrumbó no solo la industria de la belleza, sino todo el sector de hospitalidad que en más del 60% estaba en manos latinas.
No hay tiempo para deprimirnos
La dirigente comunitaria ecuatoriana Miriam Hernández, líder de la organización Comunidades por un Cambio, forma parte de una red mayoritariamente de mujeres inmigrantes de los vecindarios más pobres de la Gran Manzana, describe que ya avanzando el primer trimestre de 2021, se sigue acumulando un saldo de dolor y muchas deudas.
“La mayoría de las mujeres latinas estamos luchando. No nos da tiempo de deprimirnos. Esta crisis nos evidenció como miles de madres que además son jefas de familia, no dejaron de luchar ni un minuto por el bienestar de los suyos”, explicó la inmigrante con 30 años en Nueva York.
En el perfil de la ciudad existe otro drama, que podría convertirse en los próximos meses en una avalancha que arrase con fuerza a muchas familias de la clase trabajadora: la posibilidad de desalojos ante meses continuos de desempleo.
“Las organizaciones que desde el año pasado estamos trabajando por la exoneración de la renta, nada hemos logrado. Lo único que han hecho es extender el tiempo de pago. Sigue acumulándose deudas. Uno teme que en algún momento le darán el poder a los propietarios de tirar a miles de mujeres de la calle. Y eso sería una verdadera tragedia”, aduce Miriam.
Un estudio de la organización Soluciones para la Salud Pública (PHS), realizado cuando se iniciaron los cierres económicos el año pasado, precisó que el 92% de las familias latinas de los vecindarios de bajos ingresos, vivían días de angustia al calcular que en los próximos meses, no tendrán dinero suficiente para comprar alimentos, pagar la renta y cubrir los ‘biles’ de servicios públicos.
Los temores tomaron más cuerpo, por un hecho más angustiante: más de la mitad, 52% de los encuestados hispanos en la ciudad de Nueva York, reportaron haber sido despedidos, desde que comenzó el brote.
Y meses después, la reinserción laboral y las oportunidades no han despegado, en una economía que se encuentra hecha cenizas, especialmente para mujeres en la industria de la hospitalidad y servicios.
“El tema de la acumulación de la renta, si no lo manejamos, posiblemente será un punto en el futuro podría destruir a muchas de nuestras mujeres más pobres. Porque imagínate que terminen en la calle. Nosotros tenemos esperanza que encontraremos soluciones”, razonó la activista.
“Revisemos el liderazgo de la mujer”
Dianne Morales, de origen puertorriqueño y quien ha sido el directora ejecutiva de ‘Phipps Neighborhoods’, una organización de servicios sociales del Bronx que lucha contra la pobreza y quien está en la carrera por la Alcaldía de la ciudad de Nueva York, destaca que vivimos un “momento crítico” para la mujer neoyorquina.
“La pandemia expuso las vulnerabilidades que ya existían: las disparidades en la vivienda, la economía y la salud ya estaban presentes, pero solo se siguen profundizado”.
Morales destaca que ya no se puede permitir que la “ciudad del futuro” se construya a las espaldas de las mujeres de color, inmigrantes, personas discapacitadas y trabajadoras pobres.
“Ellas han sido los conductores invisibles que mantienen la ciudad en marcha, pero siguen siendo dejadas atrás”.
La activista comunitaria que ha estado en varios frentes de batalla por las minorías, subraya que en esta conmemoración del ‘Mes Internacional de la Mujer’, en medio de la pandemia, es importante revisar cómo ha sido la gestión de los países gobernados por mujeres: su conclusión es que se ha protegido mejor a la población y hay registros de menos muertos.
Tres ‘guerreras’ en medio de la pandemia
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Marta Hernández: la resiliencia latina
A la colombiana Marta Hernández, gerente de Servicios de Salud y Líder Operativo local de Respuesta de Emergencia de COVID-19 del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York (DOHMH) le tocó monitorear cómo azotaba el virus a las comunidades de Corona-Elmurst en Queens, justamente el “epicentro del epicentro” de la pandemia.
La funcionaria del DOHMH insiste que este año es momento de resaltar la capacidad de resiliencia de la mujer latina.
“Hay miles de mujeres allá afuera que por temor a identificarse, nunca conoceremos sus rostros. Generalmente se exalta a profesionales vestidas de marca. Pero en este momento hay miles de heroínas, en medio de esta pandemia, que fueron quienes realmente fueron un soporte para su comunidades”, apuntó Hernández.
“Desempleo, acceso a alimentos y soporte en salud mental, esa fueron las necesidades que en general identificamos. Y fueron las mismas organizaciones que recibieron nuestro apoyo para llegar a la gente. Esto pasará a la historia para demostrar cuánto se puede lograr al conectar con las bases comunitarias”, razonó.
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Niurka Menéndez: doble tragedia
La venezolana Niurka Menéndez, líder de la coalición ‘Venezuelan and Inmigrant Aid” (VIA) cuando el COVID-19 se convirtió en tragedia durante la primavera pasada, empezó a recibir llamadas desesperadas, en un 90% de mujeres de su país.
“Sentimos muy de cerca el dolor de una comunidad como la venezolana, que es particularmente vulnerable, porque se trata en su mayoría de personas que vienen de una crisis humanitaria. Son víctimas de una migración forzada que huyen de un régimen criminal. Ahora estaban al borde de quedarse en la calle”, refirió Menéndez.
A través de VIA y el logro de alianzas, con otras organizaciones como HIAS, además del apoyo de abogados probonos, se pudieron concretar ciertos alivios para decenas de madres que estaban al filo de los desalojos.
Menéndez destaca que como mujer lo más importante es haber observado que esta crisis de salud pública “levantó una alfombra que tenía toneladas de polvo por debajo”.
“Esperamos que nos sirva como experiencia a futuro, la lentitud de la burocracia de las organizaciones en general para atender a necesidades vitales, pone a muchas personas en riesgo. Nos queda mucho por remontar, pues el tema del desempleo es muy complicado todavía”, concluyó la activista.
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Yesenia Mata: !Es momento de exigir!
Todo indicaba que entre abril y mayo del año 2020 por razones de seguridad ante la pandemia el centro comunitario “La Colmena”, en Staten Island, liderado por la méxico-americana Yesenia Mata debía cerrar dejando sin “refugio” a miles de trabajadoras domésticas y jornaleros.
“La misma respuesta de las comunidades, especialmente del poder femenino, nos llevó a seguir adelante y seguir ofreciendo una alternativa a familias de inmigrantes que estaban devastadas y en riesgo de perderlo todo, incluyendo su vida”, narra Mata.
Luego de un año en donde la Ciudad cuenta muertos y número de infectados por el COVID-19, la activista no descansa en señalar que es momento en que el liderazgo electo tome en serio cómo los trabajadores esenciales “dejaron el alma” y no han sido todavía incluidos en ningún plan.
“Conozco perfectamente las dificultades que viven las familias de inmigrantes, por el idioma, por el duro camino de legalizarse. Aunque nací aquí, mis padres vinieron de México y ellos siempre me inculcaron la importancia de ayudar a otros”.
Las dificultades que se derivaron de la pandemia llevaron a Mata a crear también el programa “Mi voto, tu voto” para impulsar el voto joven en las Elecciones Presidenciales de 2020.
“La crisis de salud pública movió muchas fibras. Muchos jóvenes beneficiarios de DACA y otras familias con TPS, además de haber puesto la vida trabajando como “esenciales”, tenían el riesgo de perder sus beneficios migratorios. Y eso puso a muchas madres bajo la amenaza de ser deportadas a futuro. !Fue cruel! pero esa lucha sigue”, remató la activista.