Secuelas de la posguerra afgana
Secuelas de la posguerra afgana
Hay muchas semejanzas entre las derrotas de EEUU en Vietnam y Afganistán, aunque también grandes diferencias. La Guerra de Vietnam fue un conflicto que, con la finalidad de impedir que Vietnam se reunifique, se libró entre 1955 y 1975 luego de que las tropas coloniales de Francia fueran derrotadas por el Viet Minh, liderado por el Partido Comunistas de la Indochina Francesa.
A partir de entonces, Estados Unidos apoyó a Vietnam del Sur, capitalista, contra las guerrillas del Frente Nacional de Liberación de Vietnam, respaldado por el Ejército de la República Democrática de Vietnam, socialista, a su vez sustentada por China y la Unión Soviética. La guerra terminó cuando el Frente Nacional de Liberación de Vietnam realizó el 30 de abril de 1975 la ofensiva final y tomó Saigón, forzando la rendición de Vietnam del Sur. El 2 de julio de 1976, Vietnam se reunificó con el nombre de República Socialista de Vietnam.
La Guerra de Vietnam produjo entre dos y seis millones de vietnamitas muertos; se lanzó sobre Vietnam más bombas que todas las que se lanzaron sobre los demás países en guerras anteriores, incluida la Segunda Guerra Mundial; se envenenó su naturaleza con 72 millones de litros de Agente Naranja y otros herbicidas, que destruyeron sus bosques; se arrasó aldeas, ciudades y la mayoría de sus centros industriales; se sembró por doquier minas, que hasta ahora causan víctimas mortales, y si no se usó armas nucleares, pese a las múltiples amenazas de hacerlo, fue gracias a la movilización popular que se dio en EEUU contra esa guerra, una de las mayores barbaridades del Siglo XX.
Vietnam nunca recibió disculpas de parte de sus agresores y, menos aún, ayuda para su reconstrucción; al revés, los grandes políticos de EEUU han justificado dicha guerra con el bodrio de que se trató de una causa noble, en la que más de 3 millones de norteamericanos abandonaron su patria para servirla valientemente lejos de sus hogares y la destrucción fue mutua, se refieren a que hubo 58.000 estadounidenses muertos, con un promedio de 23 años de edad, más de 300.000 heridos y cualquier cantidad de discapacitados, enfermos mentales y ex combatiente que se suicidaron.
En Afganistán las cosas se dieron de otra forma. A finales de 1979, la URSS envió un contingente militar de apoyo, por pedido del Gobierno Revolucionario Afgano, que era atacado por los moudjahidines, a los que Estados Unidos y Arabia Saudita, por medio de Pakistán, armaron e instruyeron para que lucharan contra la revolución. Al Qaeda, grupo terrorista fundado en 1988 por Osama bin Laden, luchó con el apoyo de EEUU contra el Gobierno Revolucionario Afgano. En 1989, el Ejército Soviético abandonó Afganistán. Luego de ganar la guerra civil, los Talibán, fundados en 1994 sobre la base de los moudjahidines, gobernaron Afganistán a partir de 1996. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de George Bush y la OTAN emprendieron contra Afganistán la operación “Libertad Duradera”, aduciendo que los Talibán se negaron a entregar a Osama bin Laden, acusado de organizar dichos atentados. Los Talibán fueron derrocados durante esa invasión.
El año 2003, George Bush, en común acuerdo con Tony Blair y José María Aznar, invadieron Irak; acusaron al gobierno de Saddam Hussein de estar relacionado con Al Qaeda y poseer armas de destrucción masiva. Saddam Husseim, que no tenía ningún vínculo con Al Qaeda y, menos aún, armas de destrucción masiva, fue capturado, juzgado y colgado. Después de su muerte, en Iraq surgió Al Qaeda y a partir de esta organización terrorista se formó el Estado Islámico del Levante, EIL, EI, o también Dáesh, que promueve una doctrina ultra radical del Islam suní y practica la violencia brutal contra las demás religiones y lo que llama falsos musulmanes.
A partir de que la OTAN y EEUU invadieran Libia y lincharan a Muamar el Gadafi, se fortificó el terrorismo, el narcotráfico, el flujo de migrantes ilegales a Europa y el Dáesh intervino en la Guerra Civil de Siria, contra el gobierno de al Assad. En junio de 2014, en la ciudad iraquí de Mosul, el Dáesh proclamó la formación del Califato Islámico; en sus filas había entre 50.000 y 420.000 combatientes de 90 países, yihadistas europeos en un buen porcentaje. Sobre esta base exigió a todos los musulmanes lealtad religiosa, política y militar e hizo un llamado a la yihad mundial.
Rusia, por pedido del gobierno de Siria, participó en la guerra civil de ese país y a partir de octubre de 2015 comenzó a bombardear las posiciones del Dáesh. El 6 de diciembre de 2017, cuando parecía que el Dáesh se iba a apoderar de Siria, Moscú anunció la derrota de este grupo terrorista; tres días después, el gobierno iraquí, también declaró haberlos derrotado en Iraq.
En enero de 2015 se creó el Estado Islámico de Afganistán, o ISK. Según agencias de inteligencia de EEUU, el ataque terrorista al aeropuerto de Kabul, del 26 de agosto de 2021, fue realizado por la Provincia del Estado Islámico de Khorasán, o EI-K, o ISIS-K, el sector más extremista y sanguinario del ISK. El Gran Khorasán fue una región que formó parte de Irán, Afganistán y Asia Central en la Edad Media.
Cuando los Talibán comenzaron a hablar de paz con EEUU, un sector de los Talibán, que consideraba excesivamente moderada y derrotista aquella negociación, se pasó al EI-K, organización que ahora existe en 17 provincias afganas. Los Talibán rechazan su presencia en territorio afgano y los consideran agentes al servicio de fuerzas extranjeras; en este momento, los Talibán son la única fuerza capaz de derrotar al EI.
Se puede pensar que el abandono de tanto armamento estadounidense en Afganistán podría ser parte de un plan para que estalle la guerra civil entre los Talibán y el EI-K; este descalabro habría sido planificado por un sector de los servicios secretos de EEUU y la OTAN. Según Thierry Meyssan, “Washington ha utilizado bien sus cartas y ha logrado clavar una espina en el pie a los rusos y los chinos”.
Posiblemente se refiere a que la amenaza del EI-K es actual y seria, ya que en caso de una prolongada guerra civil entre los Talibán y el EI-K, se produciría una fuga masiva de afganos a las naciones vecinas, sin que se sepa quién es realmente refugiado y quién terrorista, lo que pondría en riesgo la estabilidad de esos países, que podrían dejar de existir y pasar a formar parte del Estado Islámico; el problema se agravaría más aún si en ese conflicto triunfara el EI-K, porque nada impediría a sus huestes invadir a sus vecinos, Uzbekistán, Tayikistán o Turkmenistán, de mayoría musulmana suní y cuyas fronteras con Afganistán superan los 2000 Km; desde allí, intentarían expandir su dominio a países musulmanes de la ex Unión Soviética, Rusia y China.
Esa posibilidad y la denuncia que hizo Irán de que moudjahidines de Siria e Irak habían sido trasladados por agentes estadounidenses al norte de Afganistán, a las fronteras con Tayikistán y Turkmenistán, preocupa de sobremanera a todos los países vecinos. Tal vez por esta razón, el Presidente Putin subrayó la necesidad de contactar con el nuevo poder en Afganistán, para facilitar su integración en la comunidad internacional, dijo que “si Afganistán se desintegrara ya no habrá con quien hablar y eso sería terrible para todos”.
Luego de gastar durante veinte años 300 millones de dólares al día, para enseñar a los afganos cómo vivir sin los Táliban, EEUU volvió a dejar en el poder a los mismos Táliban; los efectos se sentirán en el mundo entero. La situación de EEUU es peor que la que tuvo después de la Guerra de Vietnam; en ese entonces, su poderío económico y político no declinó y sus alianzas estratégicas se mantuvieron.
En cambio ahora, China posee en su totalidad 3 veces más científicos que EEUU y sus universidades producen 5 veces más científicos que las estadounidenses, su economía ha crecido en un 18% y su PIB es 120% del PIB de EEUU; desde el punto de vista tecnológico, Rusia los ha superado militarmente y esa diferencia se incrementa día a día; antes de declararse independientes, los líderes taiwaneses meditarán mucho sobre lo ocurrido,
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito