Diplomacia de albañal…
Por Antonio Molina Castro
A la luz de las normas de Derecho que rigen en Ecuador y de los acuerdos internacionales reconocidos por el Estado, NO procede la concesión de asilo diplomático para la ex ministro de OO.PP. María de los Ángeles Duarte, quien fue procesada y sentenciada a 8 años de cárcel por hechos de corrupción durante el ejercicio de la función pública, en la administración del correato.
Aparentemente, este caso fallido de asilo político no tendría la relevancia que tiene –por tratarse de una Secretaria de Estado inmoral de un gobierno amoral– sino fuera por la práctica burda de la diplomacia ecuatoriana durante los años del correísmo, con la que pretendió burlarse del alto prestigio y reconocimiento que tiene en el mundo, desde antes de que Ecuador fuese establecido como un Estado de Derecho, soberano y respetuoso del Derecho Internacional, de sus instituciones y sus normas, además de aportar a su consolidación como fueron las doctrinas Parra Velasco y Roldós, en su momento.
La Cancillería negó el salvoconducto para que Duarte pueda trasladarse de la embajada argentina en Quito al aeropuerto para que un avión la transporte a Buenos Aires. “Para nosotros no es lícito entregar el asilo a una persona sentenciada por delitos de corrupción y que tuvo a su vez todas las garantías en el debido proceso en el caso que estuvo inmersa”, dice la nota al Gobierno de Fernández, de modo que la ex ministra seguirá en la embajada argentina, en Quito, hasta cuando ella quiera permanecer, porque si sale la apresan y llevan a prisión a cumplir los 8 años de condena que le impusieron junto a otras 19 personas, incluyendo al ex presidente Correa y ex vicepresidente Glas, que está provisionalmente libre gracias a un cuestionado Habeas Corpus. Hay que destacar que Ecuador hizo un análisis jurídico del tema y concluyó que, según la Convención de Caracas de 1954, de la cual son parte los dos países, “no es lícito conceder asilo a una persona condenada por hechos de corrupción”, además que el juicio contra Duarte comenzó y concluyó antes del actual gobierno, que la sentencia causó ejecutoria en septiembre del 2020, que ella no ha cumplido su pena y que permanece en la embajada desde agosto de ese año.
En cambio, cuando Correa presidía Ecuador hizo enjuiciar a El Universo e imponer una pena de 3 años de prisión y pago de 40 millones de multa a su director Carlos Pérez Barriga por publicar un comentario del periodista Emilio Palacio que no agradó al régimen (delito de conciencia y no de corrupción). Barriga se refugió en la Embajada de Panamá en Quito y no hubo necesidad de salvoconducto porque estaba en el interior de la embajada cuando fue rechazada la casación y en el exterior quedaron burlados los pretorianos del régimen. Ricardo Patiño, canciller de entonces, en tono burlesco dijo que nadie persigue a Pérez, que puede hacer un show, tomarse la foto y publicarla.
Patiño como Canciller, en cambio, mancilló el buen nombre de la diplomacia ecuatoriana, primero autorizando el envío de droga a través de la valija diplomática a la sede en Roma, descubierto por los carabineros italianos y luego el rocambolesco asilo diplomático concedido a Julian Assange, en febrero del 2012, tras 59 días de haberse refugiado en la embajada en Londres.
Julian Assange, australiano de nacimiento y fundador del portal WikiLeaks, cobró notoriedad por haber publicado mensajes reservados de instituciones del Gobierno USA, incluso del Pentágono y la CIA por lo que Estados Unidos procuró su extradición, sin lograrlo, para juzgarlo por el robo de una contraseña cibernética que abría portales secretos del gobierno norteamericano. Assange estaba en Inglaterra cuando fue denunciado y apresado por haber violado a una joven sueca, fue puesto en libertad condicional y ante el temor de que ingleses o suecos lo extraditen a Washington, el 22 de febrero del 2012 se refugió en la embajada de Ecuador, en Londres. Correa, Patiño y 50 estudiosos del Derecho Internacional, (NO diplomáticos de carrera) aprobaron concederle asilo político, pero el Gobierno británico le negó el salvoconducto para viajar a Quito, porque era un prófugo de la justicia al romper la libertad condicional. Se desató una guerra en pro y en contra de Assange esgrimiendo de por medio leyes penales, la libertad de expresión, derechos humanos y principios fundamentales del Derecho Internacional e involucrando a Inglaterra, Suecia, Australia, Estados Unidos y Ecuador. ¡Vivíamos tiempos del patetismo!
Correa y Patiño hicieron hasta lo prohibido para traer a Assange al país. Lo hicieron ecuatoriano, por naturalización; le concedieron cédula de ciudadanía y lo nombraron funcionario de la Cancillería, en el intento vano de sacarlo de la embajada, donde vivía promiscuamente paseándose en la sede diplomático desnudo, envuelto en sábanas desteñidas; recibía visitas y disfrutaba de farras y daba conferencias de prensa desde la ventana de la embajada, hasta el 11 de abril del 2019, cuando Lenín Moreno levantó el asilo y la Policía británica entró a la embajada y se lo llevó preso, tras más de 7 años de paciente espera.
Esta misma pareja (Correa-Patiño) que deshonró a la diplomacia ecuatoriana canjeó el levantamiento del asilo político del ex legislador Galo Lara en Panamá y logró su extradición acusándolo de autor de un triple crimen y la incineración de sus víctimas en Quinsaloma (toda una miseria humana), hechos forjados y pagados por el Fiscal General Galo Chiriboga para satisfacer odios subterráneas. Después de 6 años de prisión, la misma justicia lo declaró inocente. A ese nivel descendió la diplomacia ecuatoriana, hoy, reivindicada apenas con la negativa del salvoconducto a una ministra delincuente, hija de un hombre honorable que estuvo cerca de la Presidencia de la República, Ángel Duarte Valverde.
OPINIÓN
Por Antonio Molina Castro
Especial para Ecuador News
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