Fuga y mentira internacional
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
La fuga de la ex ministra condenada a 8 años de reclusión por corrupción (cohecho agravado) de la residencia de la Embajada de Argentina refleja la protección internacional entre exponentes del fracasado socialismo del siglo 21.
Se ha establecido que se produjo con la acción directa de los responsables de la sede diplomática en Quito, a la cabeza su embajador, y la ayuda de la dictadura de Venezuela, que estuvo presta para recibirla en su territorio.
El sindicato de corruptos prófugos que deambulan por el mundo, unos con sentencias condenatorias, van a parar a dictaduras que les protejan, como es el caso de Venezuela. Se han burlado de la justicia maltrecha del país y ni siquiera han pagado ni las penas y peor las sanciones económicas establecidas en las sentencias. Por ello, en el caso Sobornos, el Estado no ha logrado recuperar los dineros que la sentencia dispuso la devolución de 14 millones 745 mil usd.
Una de las fallas del Estado, a través de los gobiernos de turno, ha sido la falta de una sólida campaña internacional, permanente y oportuna, que explique claramente al mundo los hechos de corrupción que llevaron a las condenas de sus actores y evitar que se pregone el argumento falaz, sin sustentos, de persecución política, en contraste con los procesos judiciales que evidenciaron, con centenares de pruebas, los hechos de corrupción protagonizados por veinte actores públicos y empresarios privados.
Ha faltado tomar la iniciativa permanente, en lugar de reaccionar ante los sucesos que se producen, para que en los diferentes países, foros, organismos e instituciones internacionales se conozca claramente esta realidad y que no se falseen los hechos ocurridos.
Resulta una vergüenza que miembros del deteriorado e impopular gobierno argentino se hayan prestado, no solo cómplices sino actores de estos hechos, que deterioran las relaciones. La ayuda de la dictadura de Venezuela es también condenable porque continúa contribuyendo a la causa de los golpistas, que buscan la desestabilización del país.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
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