LAS BIBLIOTECAS VACÍAS
Por Rosalía Arteaga Serrano
Para mí las bibliotecas, las librerías, los espacios poblados por libros, han sido los más atractivos, ejercen una influencia benéfica en mi vida, son lugares de solaz, de descubrimiento, de reencuentros, lecturas apasionadas, maravillosos territorios en los que la vida transcurre en paz y me permiten pensar.
Durante los años de la niñez y la adolescencia, tuve la suerte de contar en la casa de mis padres con anaqueles en los que los libros se me ofrecían y yo podía elegir en ellos, así como en la casa de los tíos y de los abuelos, pero también concurría a la biblioteca municipal, al museo Remigio Crespo Toral, que quedaba en el vecindario de mi casa y luego, ya pasados los años, iba a menudo a realizar consultas a la biblioteca de mi facultad, la de derecho, en la Universidad Estatal de Cuenca.
Los libros han sido mis eternos compañeros, me han nutrido de conocimientos y de solaz y sigo tan fascinada como antes cuando descubro un nuevo autor, releo libros ya viejos, me nutro con la capacidad de creación del ser humano.
Sin embargo, en los tiempos actuales, me sucede que cuando visito una biblioteca o hablo con bibliotecarios, veo en sus rostros la tristeza al comentarnos que disminuye el número de visitantes y que, en ocasiones, las bibliotecas lucen solitarias y vacías.
Por supuesto que sabemos que los tiempos han cambiado, que la influencia de lo digital ha invadido todos los espacios de nuestra vida, pero deberíamos pensar que la tecnología no va en contra de los libros y de los hábitos lectores, todo lo contrario, debería estimularlos, desarrollar el apetito por los conocimientos, poner a los niños en contacto con la lectura desde las más tiernas edades, visitar con los hijos las bibliotecas, hacer que se solacen con las páginas ilustradas, con las letras que deben cautivarnos y emocionarnos.
Sabemos que no todos tenemos la suerte de nacer en un entorno lector, pero nos animan las iniciativas que toman personas e instituciones que buscan crear bibliotecas escolares, parroquiales, cantonales, que dejan libros en los bancos de los parques con la ilusión de que otros los tomen, que diseñan iniciativas que van en apoyo de la lectura.
Mientras existan personas amantes de los libros y de la lectura, tendremos todavía esperanzas de un mundo mejor.
OPINIÓN
Por Rosalía Arteaga Serrano
Ex Presidenta Constitucional de la República del Ecuador
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