Debate sobre la eutanasia
Paola Roldán abre el debate sobre la eutanasia en el Ecuador
Paola Roldán, una mujer ecuatoriana de 42 años, enfrenta una batalla personal y legal para que Ecuador apruebe la eutanasia y permita a las personas morir con dignidad en circunstancias extremas. La información ha sido dada por varios medios a nivel nacional e internacional.
Con un diagnóstico del 95% de discapacidad física debido a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), Paola depende de la asistencia permanente de un tercero y está conectada a un respirador las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
En Ecuador, como en muchos otros países del mundo, el delito de homicidio no distingue las circunstancias detrás de la muerte. Asistir a alguien en su deseo de morir puede llevar a penas de prisión de 10 a 13 años para los médicos y cuidadores, eliminando cualquier posibilidad de muerte asistida o eutanasia.
Paola y un equipo de abogados han presentado una demanda ante la Corte Constitucional, buscando declarar la inconstitucionalidad del artículo 144 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), que prohíbe la eutanasia en el país.
La demanda presentada por Paola y su equipo establece tres condiciones fundamentales para la legalización de la eutanasia en Ecuador: la decisión debe ser libre e informada, debe existir un diagnóstico de enfermedad o lesión grave e incurable, y esta condición debe generar una vida de dependencia o sufrimiento extremos, tanto físico como emocional.
En el año 2020, Paola Roldán recibió el devastador diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad crónica y rara que destruye las células nerviosas responsables de los movimientos voluntarios. Desde entonces, su vida se ha convertido en un constante dolor físico y emocional. Paola ha perdido la capacidad de moverse y vive conectada a un respirador, lo que ha transformado su existencia en una experiencia de sufrimiento insoportable.
Paola busca no solo el derecho a decidir sobre su propia muerte, sino también abrir la puerta para que otras personas en condiciones similares puedan recibir asistencia médica para morir con dignidad.
La Corte Constitucional de Ecuador ha admitido a trámite su demanda, marcando un paso crucial en el camino hacia la legalización de la eutanasia en el país. A pesar de los esfuerzos anteriores para introducir la eutanasia en la legislación ecuatoriana, en 2020, casualmente el mismo año que Paola supo de su enfermedad, se presentó una propuesta para reformar el Código Orgánico de la Salud que incluía la eutanasia, pero fue rechazada debido a la oposición de ciertos sectores, incluyendo consideraciones religiosas.
Legal en 9 países La eutanasia es legal solo en nueve países del mundo: Países Bajos (2002), Bélgica (2002), Luxemburgo (2009), Canadá (2016), Colombia (2014), España (2021), Nueva Zelanda (2019), Portugal (2023) y en cinco estados de Australia. Ecuador no está en esa escueta lista y la lucha por otros derechos como el matrimonio igualitario o el aborto en caso de violación han tomado décadas de debate e incansables años de lucha que solo se han conseguido también con sentencias constitucionales y leyes en los últimos cinco años.
La cuestión de la eutanasia plantea un profundo debate en un país donde las creencias personales y religiosas desempeñan un papel significativo en las decisiones políticas y legales.
Paola Roldán, a pesar de su amor por la vida, defiende el derecho de las personas a morir con dignidad en situaciones extremas de sufrimiento y dependencia. Su valiente lucha y la demanda presentada ante la Corte Constitucional de Ecuador podrían marcar un hito importante en el reconocimiento de este derecho fundamental para los ciudadanos del país. La decisión final de la Corte podría tener un impacto significativo en el futuro de la eutanasia en Ecuador, ofreciendo un rayo de esperanza para aquellos que enfrentan condiciones similares a las de Paola Roldán.
SOMETIDA A VARIAS TERAPIAS
De acuerdo con una entrevista que le hiciera el diario español ‘El País’, se sabe que Paola Roldán Espinosa probó todo lo que la medicina y la ciencia le permitieron para intentar revertir el fatal diagnóstico. Coleccionó todo tipo de terapias, desde las científicas hasta las “mágicas”, como ella misma les llama. Confiaba en que su cuerpo superaría una enfermedad de la que no hay cura, ni precedentes de milagros. Aun así, siempre creyó. Ha soportado varias hospitalizaciones, ha sufrido infecciones y ha perdido 40 libras -18 kilos- en tres meses.
Tres años después del diagnóstico, en una cama sin poder moverse y viviendo gracias un respirador, Paola busca abrir la puerta para que la eutanasia sea legal en Ecuador, un país conservador y profundamente religioso.
“El que esto no esté legalizado, no significa que no esté ocurriendo. Esto ocurre tras bastidores, de maneras clandestinas, a medianoche, con historias clínicas cambiadas, con médicos que por compasión quieren ayudar a sus pacientes, con hijos que ante el desespero ayudan a su familia. Todo ocurre a la luz de la sombra. Con culpa, con riesgo, con miedo”, describe Paola.
A ella también le dijeron que podía morir así. Pero se niega: “Si no he hecho nada a escondidas en mi vida, ¿por qué tendría que hacer esto?”. Y eligió el camino más largo: demandar la inconstitucionalidad de la norma.
Una tarde, mientras empujaba el coche de su bebé, sintió que se ahogaba y no pudo seguir caminando. Los exámenes fueron más exhaustivos hasta que llegó el diagnóstico: Lou Gehrig o Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA, una enfermedad rara que afecta y destruye las células nerviosas que controlan los músculos que ejecutan los movimientos voluntarios.
La ELA es una enfermedad progresiva que empeora con el tiempo. La mayoría de los casos provocarán la muerte por insuficiencia respiratoria. En Ecuador no hay un registro exacto de cuántos casos de ELA existen, el Ministerio de Salud Pública los incluye como enfermedades de neuronas motoras. Desde el 2020 se han contabilizado 58 en el sistema público, pero no se sabe con exactitud cuántos de ellos viven con la enfermedad actualmente.
A veinte minutos de Quito, su departamento en el valle de Cumbayá ha sido adaptado para ella. La cama hospitalaria está en lo que sería el comedor, con vistas al patio de césped y árboles, donde su hijo Oliver suele jugar. Ha perdido todo el control de los músculos de su cuerpo, excepto los de su cara.
Aunque con un poco de dificultad por el respirador, Paola reflexiona sobre la muerte, su amor por la familia y la vida. “Me siento amante de la vida, mi guagua [niño] se sienta en mis piernas, lo siento con tanta intensidad, con absoluta presencia y siento que estoy VI-VIEN-DO, con mayúsculas”.
Roldán ha perdido toda su autonomía. Tiene por lo menos dos enfermeras que la atienden en todo momento. “El peso emocional de estar en las manos de alguien más es enorme, de estar 100% dependiente, de que alguien más sepa reaccionar de la manera adecuada, me pueda mover, me pueda quitar el dolor, me pueda rascar, limpiar la oreja, lavar los dientes o ayudarme en una emergencia”.
ESCRIBIÓ UN LIBRO DE VIVENCIAS
En el proceso de padecer esta enfermedad degenerativa que afecta y destruye las células nerviosas que controlan los músculos del cuerpo, Roldán ha buscado maneras de dar a conocer su historia y una de las maneras fue lanzar una autobiografía.
Así, se convirtió en la autora de la obra TI SI WHAT TI SI, en la que relata de cerca su perspectiva de auto descubrimiento luego de que, tras pruebas y exámenes, sus doctores finalmente emitieran una valoración médica.
A lo largo de los muy descriptivos y emotivos capítulos, ella narra sus motivaciones, pensamientos, y lo que ha aprendido hasta ahora siendo madre, esposa, hija, y paciente.
Roldán cuenta que el libro nace de la idea que le propuso su esposo Nicolás, quien temía no poder contarle al hijo de ambos, Oliver, todo lo que vivió y vive ella. “En el proceso, el libro fue tomando forma propia. Se volvió el recipiente para poder procesar temas internos, reorganizar historias y recodificar memorias. Eventualmente, se convirtió en una urgencia de vaciarme de ideas que rondaban en mi cabeza y necesitaban ser expuestas”, confiesa en su cuenta personal de Instagram.
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