Por qué va a finalizar la bravuconada de Ucrania
Por Rodolfo Bueno
En Ucrania se desarrolla gran parte de la guerra no declarada que EEUU y la OTAN llevan contra Rusia. Tiene una historia que se inició mucho antes de la disolución de la URSS y que alguna vez se conocerá con exactitud. Lastimosamente, la UE no ha reflexionado sobre quién se beneficia de esta guerra y quién sufre las mayores pérdidas. El responsable directo es EEUU, por incumplir su palabra de no expandir la OTAN hacia el este y por continuar echando leña al fuego en un conflicto que piensa prolongar mientras le convenga. Según Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, “Ucrania solo está siendo utilizada con fines geopolíticos para debilitar a Rusia en el sentido económico e internacional. En nombre de estos objetivos geopolíticos, me temo que Occidente luchará contra Rusia hasta el último soldado ucraniano”.
Lo cierto es que Ucrania, por mucha asistencia armada que Occidente le dé, es incapaz de derrotar la estrategia militar rusa ni equiparar su desarrollo científico bélico. Ni siquiera tienen quienes luchen por su causa y a medida que su ejército sufre cada vez más bajas y está en un punto muerto en el campo de batalla, los reclutadores ucranianos usan la intimidación y la fuerza física para llenar las filas. The New York Times escribe: “Los reclutadores confiscaron pasaportes, sacaron a personas de sus trabajos y, por lo menos en un caso, intentaron enviar a una persona con discapacidad mental al entrenamiento militar”.
Esta fatídica aventura comenzó el 9/11, cuando el mundo cambió para mal. El poder de Occidente fue secuestrado por un sector elitista y prepotente de ultraderecha, los neocon, que desde la Casa Blanca intentan controlarlo todo. El 9/11 fue la catástrofe que esperaban, fue semejante a Pearl Harbor, y debía permitir a Estados Unidos obtener la hegemonía mundial.
El meollo de la política neocon consiste en destruir a Rusia. ¿Por qué los neocon no pueden aceptar que Rusia exista? Pues, porque su sola existencia la imaginan peligrosa para sus intereses. Por esa razón, al inicio de este siglo, auparon a los terroristas del Cáucaso del Norte, estimularon su separatismo para desmembrar a Rusia. No consiguieron su objetivo, pero tampoco se reconciliaron con el hecho de que Rusia hubiera resistido. Esto posibilita comprender para qué apoyan al gobierno nazi de Ucrania: Para destruir y desintegrar completamente a Rusia.
El 24 de agosto de 1991, cuando Ucrania proclamó su independencia, Rusia esperó que fuera un país amistoso, con el que pudiera mantener estrechos lazos de cooperación. El Presidente Putin dijo: “Por supuesto, nadie esperaba la creación de una anti-Rusia en territorios históricamente rusos, algo que no podemos permitir”.
En noviembre de 2013 se dio el sangriento golpe de Estado de Ucrania. Victoria Nuland, neocon y alta dirigente del Departamento de Estado de EEUU, fue a Kiev para respaldar a los banderistas del Sector de Derecha, responsables de numerosos crímenes de lesa humanidad, herederos de los colaboradores que durante la Segunda Guerra Mundial lucharon junto a los nazis de la “Gran Alemania, bajo el liderazgo de su líder, Adolf Hitler, que quiere crear un nuevo orden en Europa y el mundo”, tal cual lo proclamó Stepán Bandera, ideólogo del banderismo.
En la actualidad, el régimen fascista de Ucrania prohibió la lengua rusa, el idioma más hablado de Ucrania; asesinó niños, mujeres y ancianos; impuso sus leyes con amenazas a jueces, alcaldes y gobernadores; asesinó a políticos e intelectuales; proscribió a la iglesia ortodoxa rusa y a toda organización de la oposición; perpetró un horrendo crimen, la masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde quemó vivos a más de cincuenta personas, y durante los últimos ocho años asesinó a más de veinte mil rusos de Ucrania. En consecuencia, Crimea se independizó de Ucrania y se reintegró a Rusia, mientras que los ciudadanos del Donbass proclamaron la independencia de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk.
A partir de febrero de 2022, la situación empeoró debido a que Ucrania planificó la toma de Crimea y el Donbass, para lo cual incorporó a sus Fuerzas Armadas todas las organizaciones paramilitares de los banderistas. En estas circunstancias, Rusia reconoció la independencia de Donetsk y Lugansk. De inmediato, sus gobernantes pidieron a Rusia ayuda contra Ucrania, que ocupaba una parte de sus territorios. El 24 de febrero de 2022, el Presidente Putin inició una operación militar especial para desnazificar y desmilitarizar a Ucrania; lo hizo en conformidad con el artículo 51 del capítulo 7 de la Carta de la ONU.
Rusia jamás se rendirá ante Occidente. En el pasado, algunos apostaron por borrarla del mapa, pero cuando estuvo acorralada y no tenía escapatoria, su pueblo enarboló un patriotismo digno de encomio: Lo hizo cuando los invadieron los tártaros, los polacos, los suecos, los caballeros teutones, los franceses, los norteamericanos, los italianos, los japoneses y lo hizo cuando parte de Europa la invadió, encabezada por Hitler. A todos ellos vencieron en Kulikovo, Poltava, Borodinó y Stalingrado, por mencionar unas pocas batallas. Si Rusia derrotó en el pasado a tantas agresiones, ¿cómo no va a derrotar ahora a los neocon incrustados en la Casa Blanca? Más que nada, porque cuenta con la poderosa alianza económica y militar con China, también amenazada por EEUU y sus aliados.
La arrogancia y la soberbia de los líderes de los países occidentales, que minimizaron deliberadamente las dificultades del conflicto ucraniano, han impedido ver a sus pueblos que su derrota es totalmente inevitable. Según el Financial Times: “Los líderes occidentales hicieron sentir a sus ciudadanos que esto sería más fácil de lo que es, tanto en cuestión de suministro de armas como de ayuda financiera. Nunca se atrevieron a pedir sacrificios en forma de ‘economía de guerra ligera’. El discurso de Ucrania cambió notablemente para peor. El centro de atención se desplazó del heroísmo del presidente Zelenski a su agotamiento, y de la unidad ucraniana a las divisiones políticas. Asimismo, sobre un conflicto entre el presidente ucraniano y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas del país, Valeri Zaluzhny, así como el estancamiento de la aclamada contraofensiva”.
Por otra parte, ante las próximas elecciones presidenciales de EEUU, existe la disputa política entre demócratas y republicanos. Según The Washington Post: “El presidente ucraniano, actor de profesión, esperaba que su visita personal (y su poder estelar) pudiera dejar clara la urgencia de su solicitud e inspirar una acción bipartidista. Pero los oponentes no cedieron”. Durante semanas, la Administración del Presidente Biden y los republicanos de la Cámara de Representantes han estado estancados en discusiones sobre un paquete que incluye más de 61.000 millones de dólares para Ucrania. El ala republicana exige que los fondos estén vinculados a una política más dura de seguridad fronteriza e inmigración. Esto ha dejado a Ucrania en una posición potencialmente peligrosa.
Sucede que Ucrania prometió a EEUU, a cambio de 100.000 millones de dólares, derrotar militarmente a Rusia, pero no hubo ninguna victoria en el campo de batalla y, peor aún, las Fuerzas Armadas ucranianas han perdido posiciones. Por otra parte, el Presidente Biden tampoco logró convencer a los congresistas estadounidenses, pese a las desesperadas amenazas de Lloyd Austin, secretario de Defensa estadounidense, de que enviaría a sus hijos y tíos al campo de batalla en Ucrania si no se le asigna a Kiev otros 61.000 millones de dólares.
Por su parte, Marjorie Taylor Greene, congresista estadounidense, criticó al gobierno por su postura sobre el conflicto de Ucrania e indicó que se debería centrar en problemas internos, como la astronómica deuda y la seguridad fronteriza. “Con Zelenski en la ciudad de Washington y el dinero de Ucrania agotándose, ¿por qué nadie en EEUU habla de un tratado de paz con Rusia? Respuesta: la Casa Blanca quiere la guerra, no la paz”. Antes, la legisladora declaró que financiar a Ucrania fue un acto de estupidez y horrible irresponsabilidad de los líderes estadounidenses.
En la actualidad, solo hay una continua y desastrosa pérdida de fuerza de Ucrania. A medida de que esta desastrosa situación haga irrelevantes la asignación de nuevos fondos para componer el resultado general de la guerra, ese país se tambaleará y lo más probable es que se dé un golpe de Estado.
Serguéi Narishkin, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, comunicó que este hecho fue abordado al margen de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE, celebrada en Bruselas en noviembre de 2023. Entre las causas del descontento occidental con el actual mandatario de Ucrania están los fracasos de Kiev en el frente, su infinita grosería en el trato con los socios extranjeros, el nepotismo, la corrupción y la pérdida de capacidad para maniobrar en el conflicto con Rusia en interés de Washington y sus aliados. Ucrania se derrumba en la medida en que cesa la ayuda económica y militar de sus blandengues aliados.
OPINIÓN
Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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