Mejores condiciones de vida, motoriza los movimientos migratorios
Por Wilfrido Muñoz Cruz
La aplicación de modelos económicos “político-fusión” genera una descomposición social progresiva que conduce a situaciones extremas. Desde fines del siglo XIX, la migración se convirtió en una válvula de escape que se propaga en el contexto de la globalización, dado que el sistema no entrega respuesta a las necesidades laborales, de seguridad, económicas, acceso a bienes y servicios, la presión que ejercen las nuevas generaciones por un futuro distinto en otros territorios, el poco o nulo reconocimiento ético–profesional; son algunas de las causas por las que cientos de personas abandonan sus países, huyen de la crisis en busca de un mejor tiempo como lo advertía Abraham Maslow en la “pirámide de las necesidades humanas”.
El imaginario ingenuo-sociocultural construye fantasías sustentadas en valores que subsumen a la población en interpretaciones falsas de la realidad, donde el migrante supone condiciones más favorables que en su país de origen. Son las redes y medios de comunicación quienes se encargan de introducir con la publicidad ideas consensuadas como reales, aunque en muchas ocasiones sean tan solo ilusiones. El discurso hegemónico fantasea con el desarrollo y muestra un mundo de maravillas, pixelado, sin consistencia, acrítico y superficial.
Algunos efectos positivos de la emigración se relacionan con los logros comerciales y las remesas, que son indicadores de grandes contingentes de personas que envían dinero para que sus familias intenten sobrevivir a la crisis. Sería distinto si estos montos llegaran en un solo paquete, se destinarían a la puesta en marcha de políticas sociales y demográficas coherentes, pero llegan fragmentadas y solo pueden ser utilizadas para el consumo familiar. Se rompe aquella “aldea global” planteada por McLuhan, la aparente apertura de fronteras es una forma cruel de mostrar la hegemonía de las potencias mundiales a los países periféricos.
Los movimientos migratorios impactan en las estructuras de los países emisores y receptores. Se prevé que la desaceleración económica regional se mantenga incluso en el 2025, lo que creará mayores dificultades para que la tasa de ocupación siga aumentando; para ello se requiere ampliar los instrumentos en materia de política laboral, a fin de evitar contracciones. El planteamiento reside en homogeneizar el mercado, en el que existe una profunda desigualdad estructural, entendiendo que la migración ha eclipsado la esperanza de vida de miles de familias.
OPINIÓN
Wilfrido Muñoz Cruz
Columnista invitado
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