22 de junio de 1941, la Gran Guerra Patria
Por Rodolfo Bueno
El 18 de diciembre de 1940, Hitler ordenó desarrollar el Plan Barbarrosa, que contemplaba la destrucción de la URSS en tres o cuatro meses; la orden de ponerlo en ejecución la dio cuando trabajaban para la Wehrmacht cerca de 6.500 centros industriales europeos, en las fábricas alemanas laboraban 3’100.000 especialistas extranjeros y Alemania poseía cerca de dos veces y media más recursos que la URSS, lo que la convertía en la más poderosa potencia imperialista del planeta.
El 22 de junio de 1941, a las cuatro de la madrugada, sin declaración de guerra Alemania nazi atacó a la Unión Soviética; la acompañaron en esta mortífera aventura la mayor parte de países europeos y cientos de miles de voluntarios del resto del mundo. Un ejército, jamás visto por su magnitud, experiencia y poderío, se lanzó al ataque en un frente de más de 3.500 kilómetros de extensión, desde el mar Ártico, en el norte, hasta el mar Negro, en el sur. Era un total de cinco millones y medio de soldados, 4.000 tanques, 4.980 aviones y 192 buques de la armada nazi. No se cumplieron las expectativas del plan Barbarossa porque, a diferencia del resto de Europa, la Wehrmacht encontró en Rusia una resistencia no esperada, que los desesperó desde el inicio. El General Galdera, jefe de Estado Mayor de las tropas terrestres de Alemania, escribió: “los rusos luchan siempre hasta la última persona”.
Así comenzó la Gran Guerra Patria, tal como se conoce la participación de la URSS en la Segunda Guerra Mundial. Viacheslav Mólotov, Ministro de Relaciones Exteriores soviético, fue el encargado de informar sobre este trágico acontecimiento; parte de su discurso se convertiría en las consignas de guerra: “Nuestra causa es justa. El enemigo será derrotado. La victoria será nuestra”. Eso mismo pasó luego de 1.418 jornadas de batallas sangrientas, cuando las tropas del Ejército Rojo entraron a Berlín e izaron la bandera soviética en el Reichstag; finalmente, Alemania capituló ante los Aliados el 9 de mayo de 1945.
La guerra de Alemania contra la URSS era esperada, pero las fechas notificadas por los servicios secretos soviéticos sobre su inicio no coincidían, algunas eran reales y otras erróneas. La “Orquesta Roja” informó a Moscú que “la cuestión del ataque armado contra la Unión Soviética estaba decidida”; Harro Schulze-Boisen, sobrino del Almirante Tirpiz y funcionario del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de Alemania, comunicó que “la cuestión de la agresión de Alemania a la Unión Soviética definitivamente está decidida. Su comienzo debe esperarse próximamente”; Richard Sorge hizo saber, desde el Japón, que la guerra se iniciaría a fines de junio; Zoia Voskresenskaya relata en “Ahora puedo contar la verdad”, que el conde Von Schulenburg, Embajador de Alemania en la URSS, dio una recepción poco antes del comienzo de la Gran Guerra Patria, en ella, Schulenburg la invitó a bailar. Mientras bailaban el embajador disimuladamente la hizo pasar por distintas salas y Zoia cayó en cuenta de que la embajada iba a ser evacuada, pues las salas y los despachos estaban atiborrados de maletas, cajas y los armarios estaban vacíos, lo que confirmaba la información que tenía el servicio de inteligencia rusa. Horas después, Zoia informó a sus jefes lo que había visto, los que, a su vez, informaron a Stalin. Todo esto se sabía, pero la Wehrmacht tenía el mayor poder destructivo conocido hasta entonces.
El conflicto que Alemania desató contra la URSS, a diferencia del que se dio en el resto de Europa, fue una guerra de exterminio contra los pueblos eslavos, gitanos y judíos, a los que los alemanes catalogaron de seres de raza inferior que ocupaban el espacio vital que le pertenecía a ellos, que se creían de raza superior. Los nazis inculcaron en el pueblo alemán y en sus fuerzas armadas la doctrina de que ellos descendían de arios, cuya raza madre fue corrompida y debilitada por la mezcla con razas inferiores y que ellos estaban destinados a conquistar Rusia y Asia Central. Alemania nazi creyó innecesario alimentar a los prisioneros soviéticos, eso y los bombardeos indiscriminados de los territorios de la URSS explican el elevado número de civiles muertos. Es imposible describir al detalle las barbaridades que los nazis cometieron en las zonas ocupadas de la URSS entre los años 1941 y 1944; para tener una idea basta con recordar algunos de los tantos crímenes que fueron tratados en los juicios de Nuremberg. Lo dicho permite comprender por qué en este conflicto muchos millones de soviéticos murieron de inanición en poco tiempo, porque Alemania nazi creyó innecesario alimentar a los prisioneros de guerra y a la población civil de la URSS.
La Masacre de Oradour-sur-Glane o la total destrucción del pueblo de Lídice, que son muy publicitados en Occidente, se dieron por miles en la Unión Soviética, donde los Einsatzkommandos de Himmler asesinaron a comunistas, rusos, judíos, gitanos, intelectuales revolucionarios, homosexuales y enemigos de Alemania. En la URSS fueron exterminados por hambre, congelación, y demás experimentos, más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos, a los que trataron de untermensch, en alemán subhombre o subhumano. En “El camino de Stalingrado”, Benno Zieser escribe: “Los ‘ruskis’ estaban completamente debilitados. Apenas se podían tener en píe, y mucho menos eran capaces de ejecutar los trabajos físicos que se les exigían”.
Un oficial húngaro, el Dr. Sulyork, escribe en “Dos noches sin día”, que fue testigo de que “tras las alambradas de la guarnición de Rovno había docenas de miles de prisioneros rusos agonizantes, que no podían ponerse en píe, de rostros chupados y ojos hundidos en cuévanos. Morían a centenares cada día, y quienes aún conservaban un resto de energía los arrojaban a un gran poso”.
Erich Lahousen, oficial de la Abwehr, el servicio secreto de la Wehrmacht, en su testimonio en Nuremberg dijo: “El General Reinecke nos explicó que la guerra entre Alemania y la URSS no se parecía a ninguna otra. El soldado del Ejército Ruso no es un combatiente en el sentido ordinario del término, sino un enemigo ideológico. Un enemigo a muerte del nacionalsocialismo, que los rusos debían ser tratados de un modo distinto a los prisioneros de guerra occidentales”.
El Mariscal de Campo Von Manstein ordenó: “El sistema judío-bolchevique debe ser exterminado. (…) El soldado alemán se presenta como portador de un concepto racial y debe apreciar la necesidad del más duro castigo para la judería. En las ciudades enemigas, gran parte de la población tendrá que pasar hambre. No debe darse nada, por un desviado humanitarismo, ni a la población civil ni a los prisioneros de guerra”.
Durante la Gran Guerra Patria, Ucrania fue ocupada desde un inicio por Alemania. En su parte occidental se desarrolló un amplio movimiento colaboracionista, dirigido por Stepán Bandera, héroe nacional de la actual Ucrania. El 30 de junio de 1941, cuando la Wehrmacht expulsó al Ejército Soviético de Ucrania, en la ciudad de Lvov hubo una serie de masacres. Los Einsatzkommandos, con la participación de Bandera, perpetraron el asesinato de cerca de 10.000 judíos. Posteriormente, hubo la matanza de los maestros de la Politécnica de Lvov; la lista con los nombres de los profesores judíos que debían ser eliminados fue confeccionada por Bandera; también participó en la matanza de Babi Yar, en la que 33.771 prisioneros soviéticos, comunistas, judíos y gitanos fueron asesinados el 30 de septiembre de 1941.
Todo lo que pasó en la Unión Soviética permite comprender lo que sucede en la Rusia actual y su intolerancia respecto al nazismo ucraniano, por qué Rusia inició el 24 de febrero de 2022 la operación militar especial para desnazificar y desmilitarizar a Ucrania y por qué Rusia no puede aceptar que en Ucrania exista el nazismo.
En el Foro de San Petersburgo, el Presidente Putin reprodujo las declaraciones de un seguidor de Bandera, quien explicó cómo él, junto a otros nazis, asesinó a una familia judía, compuesta por un padre inválido, una madre y dos niñas, de 7 y 11 años. “Este hombre inválido, cuando salió de casa, y todos entendían que los llevaban a fusilar, abrazó con el único brazo que tenía a su perro y se puso a llorar. Se los llevaron y los fusilaron; 1,5 millones de judíos fueron exterminados en aquella época. (…) Estamos recordando los bárbaros planes trazados por los nazis para el pueblo soviético: hacer trabajar como esclavos a quienes eran capaces de trabajar y quienes no, desterrarlos a los territorios del noreste de los Urales, condenándolos a morir”. Piensa que a la URSS no le hubiera sucedido lo que le sucedió durante la Gran Guerra Patria si la dirigencia soviética se hubiera anticipado a la agresión nazi, y que es de locos esperar diferentes resultados del actual nazismo ucraniano. Concluyó con las palabras de Alan Turing: “Sólo podemos ver poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho que hacer”.
De lo antedicho se concluye que fomentar la paz y evitar las guerras son las más importantes tareas para las presentes y futuras generaciones.
OPINIÓN
Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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