PÉRDIDA DE TALENTOS
Por Rosalía Arteaga Serrano
Podría también denominar a este artículo, fuga de talentos, y por supuesto no me refiero solamente a lo que ocurre en el Ecuador sino en todo el continente americano.
La decisión de emigrar o de quedarse en el país que lo acogió para estudiar, sea el pregrado o también el postgrado, es un tema bastante común entre los latinoamericanos, y aquí no vamos a enfocar el tema de la migración en general, aquella que sigue los tremendos derroteros del Darién o del Río Bravo, con sus secuelas de extorsión y de muerte.
Más bien estamos pensando en la realidad de esos jóvenes, llenos de entusiasmo y de sueños, que siguen la carrera escogida, la especialización deseada, que luego intentan regresar a su país de origen y buscan con denuedo los escasos empleos que encuentran a su disposición y que muchas veces no son de su área de experiencia o son muy elementalmente pagados.
Esa especie de decepción y de angustia, va muchas veces seguida por la decisión de salir del país y aunque casi siempre piensan que esas ausencias serán temporales, la verdad es que los conocimientos adquiridos le van a ser útiles a otras realidades, en otras geografías, donde encuentran salarios más justos y sobre todo campos de investigación, ambientes más favorables que los que les proporciona su propio país.
Esos jóvenes preparados, valiosos, constituyen una pérdida para el país de origen, esa fuga de cerebros que va acompañada de una sensación de extrañamiento primero pero que luego se vuelve costumbre, hacen raíces en otras latitudes y ya solamente miran de lejos la realidad del país que dejaron.
En nuestros diversos países, en los que hacen falta tantos talentos de creadores, investigadores, expertos y técnicos en las más diversas áreas, se van generando vacíos porque no hemos podido afianzar la posibilidad de que se queden, de que entreguen esos conocimientos a su propio país.
Ahora la situación se ve empeorada por la inseguridad que existe en nuestros países, lo que atormenta a las familias y les deja sin opciones y argumentos para retener a esos jóvenes.
Si no hay una política de estado, encaminada a ofrecer oportunidades válidas a los jóvenes que se han preparado, será difícil enfrentar este nuevo reto con el que nos encontramos.
OPINIÓN
Rosalía Arteaga Serrano
Ex Presidenta Constitucional de la República del Ecuador
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