Disciplina sin violencia: educa a tus hijos sin castigos físicos
Por: Dra. Luz Towns-Miranda
(SALUD, FAMILIAS, CRIANZA)
Los padres y cuidadores de hoy en día se enfrentan a menudo a la pregunta del castigo corporal en los niños. En Estados Unidos, a menudo se sorprenden al saber que, si castigan a sus hijos con severidad física, corren el riesgo de perder la custodia del menor.
Si un padre o tutor en los Estados Unidos castiga a un menor hasta el punto de dejarle una marca en el cuerpo, y éste va a la escuela, un maestro o director puede notificar a los Servicios de Protección Infantil. Dependiendo de los hallazgos, el niño podría ser retirado de la casa de los padres o puesto bajo vigilancia. Los padres o tutores deberán tomar clases para padres, y demostrar que no tenían intención de lastimar al niño y que son personas responsables, como condición para mantener la custodia.
Entonces, ¿cómo pueden los padres disciplinar a sus hijos? Los padres y tutores deben crear y establecer las bases de qué comportamiento es aceptable. Esto debe comenzar desde que los niños son pequeños. Si los niños hacen algo que no deben hacer, la forma más fácil para detenerlos es levantarlos y apartarlos de lo que están haciendo.
Por ejemplo, si un menor comienza a tocar los enchufes eléctricos, se le debe remover cada vez que lo haga, y se le explica que no puede hacerlo, comunicándose con el niño en un tono serio, en lugar de uno juguetón. Con consistencia, el menor pronto se dará cuenta de que no se le permitirá nunca tocar el enchufe.
Los niños deben aprender que cada vez que tengan una conducta problemática, se les llamará la atención. Lo importante es la consistencia. Una vez que los adultos establecen lo que se debe y no se debe hacer, el refuerzo de las reglas debe ser constante.
Los niños además responden bien al concepto de “Timeout” o “tiempo fuera / tiempo de descanso”. Por ejemplo, el padre o cuidador debe indicarle al niño qué sucederá si no detiene cierta mala conducta. “Si no detienes eso, te sentarás durante dos minutos, o tres o cuatro, Etc.” (según la edad del niño). El concepto de “tiempo fuera” es de un minuto por la edad del niño, por lo tanto, un niño de 5 años tendría cinco minutos y un niño de 10 años tendría 10 minutos.
Recuerden que el “tiempo fuera” no es simplemente dejar al niño en un rincón. Durante ese tiempo, el adulto debe explicarle al niño y recordarle el motivo por el cual se le aplica el “tiempo fuera”, y que volverá a ocurrir cada vez que presente un comportamiento que no debería tener.
En resumen, los padres y cuidadores deben ser claros con el comportamiento que perciben como problemático. Tengan en cuenta que no todo lo que hace el niño requiere un castigo. Una vez identificado el comportamiento, es necesario establecer reglas que indiquen cómo se espera que se comporte el niño.
Algunos ejemplos comunes de comportamientos problemáticos incluyen negarse a acostarse a una hora específica, no hacer los deberes y “responder” a los padres. Los adultos deben indicar claramente que habrá consecuencias y deben explicar cuáles serán las posibles consecuencias de las acciones problemáticas.
Otro ejemplo: si hay visitas, los adultos deben decirles a los niños con antelación cómo deben comportarse con las visitas. Pero si los adultos sólo lo hacen una vez, y la próxima vez que vienen familiares o amigos, los adultos no dicen nada, entonces es probable que haya un problema porque los niños no sabrán realmente cuándo o cómo deben “comportarse”. El refuerzo intermitente es muy perjudicial para disciplinar a un menor.
Otra forma en que los padres pueden disciplinar a sus hijos sin castigo físico es quitándoles los dispositivos, el tiempo que pasan frente a las pantallas y las actividades que esperan con ansias. Por ejemplo: “Quieres ir a visitar a tu amigo… ahora no puedes; ahora estás castigado/a”.
Las consecuencias de la conducta problemática deben venir inmediatamente después de la mala conducta. De esta manera, el niño estará aprendiendo a controlarse.
Por otro lado, los adultos también deben estar atentos y reconocer cuando un niño se comporta como se espera y muestra un buen comportamiento. Digamos que un niño tiene un buen rendimiento escolar y, cuando llega a casa y te lo dice, como padre o tutor debes reforzar este comportamiento positivo diciendo algo agradable como: “Qué bueno, cariño, estoy orgulloso/a de ti”.