ACADÉMICOS DE LA LENGUA
Por: ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
En el transcurso de esta semana, Quito y el Ecuador han sido el escenario de la realización de un inusitado e importante congreso, el de la Asociación de las Academias de la Lengua Española, en el que se han dado cita los directores de todos los países en donde funciona esta institución, es decir los de Hispanoamérica, así como también de España, Filipinas, Guinea Ecuatorial y también de Nueva York.
Cabe indicar que siempre es positivo que este tipo de encuentros se realicen en nuestro territorio, por el interés que concitan, por el conocimiento que se genera sobre nuestras realidades, la historia, la cultura, la gastronomía… y también porque se valora el aporte que los académicos locales hacen a los estudios, los acervos culturales, en este caso lingüísticos a una institución tan prestigiosa como es la Academia de la Lengua Española.
Sabemos que el español es una de las lenguas más habladas en el mundo, por ello convoca, es importante y de relieve, cuando quienes están a cargo de la pureza y de la divulgación del español, vienen a Quito para sesionar, llevar a cabo una serie de discusiones y reuniones que, sin lugar a duda, redundarán en el enriquecimiento de esta lengua y de la cultura.
Estos eventos se han hecho posibles gracias al trabajo de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, y también al generoso apoyo de la Universidad Internacional de la Rioja, auspiciante desde un inicio de este Congreso, lo que ha permitido que los académicos se concentren en Quito.
Desde luego una rica agenda cultural ha sido parte de este congreso, ya que se programaron actos en espacios tan extraordinarios como el Convento de la Merced, la iglesia de la Compañía de Jesús y el Convento de Santo Domingo, lo que ha dado lugar para reiteradas visitas al impactante Centro Histórico de la ciudad capital de los ecuatorianos.
La cultura hace noticia, y lo hace en positivo, contribuye a generar identidad, a crear un sano orgullo por lo que se puede realizar en estos ámbitos y también a mejorar el ánimo de los ciudadanos.