VAMOS PASTORES, VAMOS, VAMOS A BELÉN
Por: DAVID G.SAMANIEGO TORRES
Especial para Ecuador News
El próximo miércoles es 25 de diciembre, día en el que rememoramos la Natividad de Jesús. Para quienes un día fuimos bautizados en la religión católica, con el papa Francisco a la cabeza, es un momento grato para recordar este simpar aniversario. Para los cristianos no se trata de una hermosa leyenda, de una narración tierna y llena de luces y pastores; se trata de unos días en los que nos volcamos hacia el hogar y sus costumbres, cuando afloran a la mente los misterios aprendidos en nuestra infancia y volvemos a revivir nuestra fe en el Divino Niño, nuestro redentor.
El universo camina hacia Dios, pero lo hace a regañadientes, no siente la admiración por el milagro ni percibe la grandiosidad del acontecimiento. Si en Belén de aquellos días la información era muy local y casera, hoy todo aquello importante que sucede invade al mundo, a su modo y su manera. Algo más, si me lo permiten.
La publicidad enancada en el misterio navideño, con sus luces y colores, aproximaciones y distorsiones de la Navidad, invade al mundo y por medio de artificios vende un producto en el que quizá crean pero no difunde un retazo de fe sino objetos que van bien con un “mundo ávido” de luces y novedades. Cada continente acopla el misterio a sus usanzas y cada pueblo vende aquello que según la publicidad encaja con el misterio y con la fe. SI el producto publicitado se vende copiosamente, entonces Navidad habrá cumplido con su cometido.
¿Algo más? El pesebre del Infante entre pajas y heno, en una cueva en la montaña, iluminada por la luna y las estrellas, ha desaparecido. Focos de mil colores y estrellas titilantes llenas de luz iluminan hoy un pesebre principesco donde todo es música, cohetería, estrellas y luz … Como dijera un día mi abuelita Adelaida, ya hace mucho, hoy todo está “patas arriba”. Hasta aquí con el relato de nuestras Navidades. Lo demás ustedes lo conocen mejor que yo. ¿Algo de bueno hay en todo aquello? Ustedes son los jueces. Quizá la palabra Navidad es la más conocida en el universo, traducida a cientos de idiomas y dialectos.
Hoy como ayer, bajo signos auténticos o forzados se anhela paz, concordia, hermandad y se busca que la humanidad toda esté apertrechada de buena voluntad. Bien por ello. ´Vamos pastores, vamos, vamos a Belén´.