LA MADRE DE TODAS LAS ELECCIONES
Por: Holguer Mariano Jara
El camino rumbo a las elecciones del 13 de abril está lleno de tensiones, conflictos, amenazas, odio, mentiras y medias verdades, no sólo entre los dos contendientes, sino al interior de los propios movimientos y del pueblo en general, al punto que asistiremos “a la madre de todas las elecciones”.
Ganará quien desarrolle en estas últimas horas, una estrategia electoral integral, sazonada con iniciativa política y la pura verdad, la cual obviamente debe venir acompañada de sinceros y reales programas de desarrollo para el país.
No es el momento para echar las campanas al vuelo, ni regateos con el pueblo. Anulemos las propuestas vacías, caducas, incoherentes, insustanciales y peligrosas, porque el poder no se merece nuestro voto, porque siempre termina pisoteado y en el tacho de basura.
La mitad más uno de los ecuatorianos decidirá el destino democrático del Ecuador, en lo que yo considero la prueba suprema de mantener la democracia, vivir en libertad, con dignidad, seguridad y desarrollo.
El fenómeno de la polarización, la radicalización y el extremismo, peligrosamente trasciende y va más allá de la tradicional lucha entre la derecha y la izquierda, el capitalismo y el socialismo; por desgracia se está traduciendo en la lucha entre buenos y malos. Hay que defender nuestra democracia como patrimonio de todos los ecuatorianos.
No es tiempo de simulaciones; estamos por la transformación o en contra de la transformación del país; estamos por la honestidad y por limpiar al país de corrupción o se apuesta por que se mantengan los privilegios de unos cuantos a costa del sometimiento y el empobrecimiento de la mayoría de los ecuatorianos. O estás con el pueblo o estás contra el pueblo.
El gobierno no puede ser un comité al servicio de una minoría rapaz. Debe representar a ricos y a pobres al margen de ideologías, debe existir un auténtico Estado de Derecho, al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie.
En el transcurso de esta campaña electoral, se está generando un discurso propio del metaverso, por un lado, los políticos aparentan hablar a toda la población y por el otro, sólo se dirigen a su base, con demérito de los que no votaron por ellos, buscando de ese modo generar un capital político que se traduzca en simpatizantes, seguidores, adeptos y electores, de preferencia incondicionales.
Ecuatorianos, hagamos un alto en el camino sin necesidad de ocultar nuestra preocupación y nuestra indignación, pero sin enojos, ni rencores; simplemente llamando a las cosas por su nombre, desenmascarando lo que está sucediendo, sin calificativos peyorativos.
Más dañina que la institucionalización de la Revolución sería la eternización de una supuesta transformación basada en el populismo y la corrupción; no es justo condenar a nuestras nuevas generaciones a la mediocridad y a la pobreza y para colmo, aventarlas al precipicio, pidiéndoles que griten, pueblo libre, pueblo feliz, en medio de una dictadura y miseria como ya vive Venezuela.
La política y los procesos electorales deben enfocarse en el estricto beneficio de 18 millones de ecuatorianos, ni uno menos.