TRIUNFÓ EL VOTO DE RECHAZO
Por: Holguer Mariano Jara
La ignorancia de un pueblo permanece hasta que este lo permite. Ecuador, de la mano del ejército de adultos mayores y jóvenes con esperanza de un futuro mejor, castigaron en las urnas electorales, a quienes pretendían una dictadura de 50 años. Imperó la razón, frente a la sinrazón, la cordura frente a la locura, la sensatez frente a la corrupción.
La paciencia ciudadana llegó al límite, la falta de confianza con los políticos es casi total, por eso, este fenómeno en las urnas no sólo es un resultado, es un aviso para no insistir con el engaño, corrupción e indolencia. En el país necesitamos construir democracia, construyendo ciudadanos empoderados. Estas elecciones fueron el escenario perfecto para un voto razonado, para decidir entre la democracia y el autoritarismo, la paz y la violencia, la soberbia o la dignidad, la muerte o la vida.
El inconveniente que enfrenta la democracia ecuatoriana es el desencanto de la ciudadanía, que convive un modo típico de hacer política con movimientos políticos convencionales, incapaces de resolver sus propios problemas.
La crisis económica, social y de cultura política que vive el Ecuador, provocó el “voto de rechazo” y puso en el infierno a todos los diablos, que hoy dan patadas de ahogado por la derrota que los dejó fuera del ring político, aunque satanás no reconozca el triunfo.
El “voto de rechazo” hizo un viaje fantástico a las urnas electorales, el destino de los indecisos, jóvenes y especialmente personas de la tercera edad, “los abuelitos” fue muy placentero y sembró la semilla para cosechar en el futuro.
En este corto tiempo (13 de Abril), se reconfiguraron políticamente la región y sus equilibrios y también se puso a prueba el llamado “giro a la derecha”. Estos comicios demostraron la heterogeneidad regional y la victoria del pueblo, despojando de la hegemonía al SS-XXI y enterrando el pasado que destruyó el país.
Una parte significativa de la población enojada y más “en contra de” que “a favor de”, ejerció un voto que castigó a los movimientos tradicionales y sus alianzas de cristal y dinero. El hastío social con el sistema político democrático, también se manifestaron en un voto contra el sistema.
La corrupción y la violencia se han convertido en dos lacras que castigan al país y sus poblaciones. En el pasado más inmediato, era frecuente encontrar una cierta tolerancia con la corrupción. Las variaciones nacionales al “robaron, pero hicieron” se escucha repetidamente, aquí y allá.
El caldo de cultivo para el “voto de rechazo” es la polarización, la intoxicación de la mentira, la epidemia de falsos políticos. La resaca después de las elecciones se cura con apoyo mutuo; pueblo gobierno, con unidad y principalmente dejando de ser opositores ciegos.