ESCRIBIR, LEER Y COMPRENDER
Por: ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
En un reciente encuentro regional de autoridades educativas de América Latina y el Caribe, se puso énfasis en aquello que ya lo mencionábamos como una necesaria política de Estado, esto es la necesidad de que los niños hasta los nueve o diez años deben saber leer, escribir y sobre todo entender lo que escriben y leen.
Parecería que es algo de cajón, como una verdad de Perogrullo, reiterar lo que ya sabemos, que una de las políticas fundamentales para la escuela es el proceso de enseñanza aprendizaje de una lecto-escritura comprensiva, esto, sumado a las matemáticas elementales, el desarrollo del pensamiento y valores y actitudes, deben ser los esfuerzos principales a los que deben remitirse las autoridades educativas, como un mínimo exigible al terminar ciertas etapas de la educación, a las que, por supuesto, pueden sumarse otras asignaturas y competencias, de acuerdo a la vocación, al entorno, a las necesidades de las zonas en las que están enclavadas las unidades educativas.
Hemos visto como, estudiantes de nivel universitario y hasta de postgrado, carecen de esas elementales competencias, y, al tener dificultad para leer y entender, se están enajenado el futuro que depende de la capacidad de comprensión de los niños y de los jóvenes, que difícilmente podrán pasar al pensamiento lógico, a temas complejos como los que demandan los nuevos retos de la Inteligencia Artificial, por ejemplo, ante la cual pueden quedar relegados quienes no desarrollen varias de las competencias de las que hablamos.
Si una persona no lee y escribe, y además no comprende eso mismo que lee y escribe, va a ser segregada fácilmente del mundo laboral, del espacio de los otros aprendizajes, en un mundo tan demandante y complejo como en el que vivimos.
Por ello respaldamos la declaración de Antigua, colofón a las discusiones de los responsables de las administraciones educativas de los países, por considerar que son estos elementos ineludibles en la conquista del conocimiento y de la capacidad de los seres humanos de seguir comandando los procesos en los que nos hallamos inmersos.
La necesidad de cumplir con estas elementales demandas parecería que no entraña tantas dificultades, en países en los que la educación básica es obligatoria, pero allí viene el tema de la calidad, sin la cual no podremos jamás cumplir con los planteamientos internacionales y los que demandan los ciudadanos de los países.



