SICARIATO FEMENINO TOMA FUERZA EN ECUADOR
Por: Holguer Mariano Jara
El evidente aumento de mujeres en actividades delictivas no es un fenómeno exclusivo del Ecuador. Las mujeres representan al menos el 10% y al igual que los hombres se dedican al crimen organizado por poder, dinero y adrenalina.
El sicariato femenino está vigente en nuestro país; se inicia con la violencia casera, se consolida en la narco/cultura, con la legitimación de una feminidad criminal. El rol de las mujeres ante la opinión pública, aparece como el de la pareja o familiar del narco o como una persona que hereda de manera casi involuntaria y obligada esa tarea, una vez que el hombre es detenido o asesinado.
Algunas mujeres consideran que unirse a grupos criminales es una forma de protegerse de la violencia de género, adquirir el poder y el resto de lo que consideran que carecen en la sociedad. Obviamente la participación de mujeres en las bandas expone a sus hijos a nuevas amenazas de violencia y reclutamiento, lo que podría prolongar la crisis de seguridad en el Ecuador.
La criminalidad no es exclusiva de los hombres, las mujeres tienen la misma capacidad de manejar armas de fuego y ser autoras de crímenes espeluznantes. Las mujeres ya son protagonistas y con mayor razón cuando el narcotráfico es el tercer más grande “empleador” en el Ecuador.
Para disuadir a las mujeres a dedicarse al crimen será necesario que el Estado y las organizaciones no gubernamentales proporcionen vías alternas para subsistir a través de iniciativas en cárceles, centros de rehabilitación o escuelas. Impulsar programas de desmovilización debe ser una prioridad. Para tener éxito, los proyectos deben estar en sintonía con las condiciones del mercado laboral y ofrecer un apoyo integral.
El creciente protagonismo de las mujeres en el crimen organizado como sicarias, demuestra ser a su vez, una ventaja para los grupos ilegales. Entre más gente hay dispuesta a enlistarse, es más fácil para los lideres criminales reponer sus filas ante las constantes pérdidas causadas por encarcelamientos, asesinatos o la desaparición de sus tropas.
La sociedad en su conjunto se hace cómplice, no voluntaria, pero cómplice de estos patrones de justificación del Estado bajo la lógica, de que son las mujeres delincuentes y potencialmente agresores, cuando en realidad, son las víctimas de reclutamiento forzado.
Hoy tenemos un entorno lleno de violencia, donde el Estado ha fracasado para garantizar la integridad, seguridad, trabajo, educación, vivienda, salud y como resultado tenemos una violencia incontrolable, sin precedentes en la historia del Ecuador. Miles de asesinatos y la presencia infalible de mujeres sicarias, es la nota que se destaca en Ecuador con terror y asombro diario.