Se vive una inverosímil guerra mundial
Según Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, se vive un nuevo conflicto global. Sostiene que muchos politólogos, académicos y expertos empiezan a hablar seriamente de que la Tercera Guerra Mundial no solo es inevitable, sino que ya está sucediendo bajo nuevas formas, empezando por la agresión de Occidente contra Yugoslavia en 1999, la agresión contra Irak, la destrucción de Libia y el ataque a Siria. Que ahora Occidente ha trasladado su atención a la región vecina, que incluye la Franja de Gaza y los territorios palestinos en su conjunto. “Hubo una agresión contra la República Islámica de Irán. En Europa, la cuestión ucraniana es, por supuesto, una manifestación de la postura occidental de infligir una derrota estratégica a Rusia, como dicen. No les avergüenza confirmar que se han estado preparando para esto durante bastante tiempo”.
Donald Trumb, antes de ser presidente, se presentaba como un feroz oponente de lo que consideraba intervenciones militares equivocadas de Estados Unidos en el extranjero. Pero ahora, durante su segundo mandato, ordenó a la Fuerza Aérea de Estados Unidos atacar las instalaciones nucleares de Irán. Como se ve, hay una gran diferencia entre un antes y un después. Esta divergencia se explica porque Estados Unidos es gobernado no por sus presidentes sino el ‘Estado profundo’, parte del cual es el complejo militar-industrial que ha llevado a las fuerzas armadas estadounidenses de guerra en guerra, destruyendo países, desencadenado guerras civiles, organizado golpes de Estado. El Estado profundo dirige toda la política de Occidente.
Para EEUU, sede del Estado profundo, Rusia, Irán, China y Corea del Norte son sus enemigos irreconciliables, lo que significa que los va a combatir sin tregua ni compromisos. China es su mayor adversario económico y Rusia su mayor adversario militar, por lo que la alianza forjada entre Moscú y Pekín -el hecho geopolítico más importante después de la Segunda Guerra Mundial-, le preocupa en demasía porque este escenario se ha consolidado.
China está restableciendo la Ruta de la Seda y patrocina sus infraestructuras en varios países, también incrementa su porción del PIB mundial, que ha crecido y en algunos sectores se acerca al de Estados Unidos y en otros lo supera, si además se añade la recuperación económica de Rusia, pese a las sanciones impuestas por EEUU y la UE, se hace visible el cambio de la geopolítica global, en favor del eje chino-ruso.
Se puede afirmar que la guerra de Occidente contra Rusia comenzó el 2014 y que desde 2022 se intensificó, aumentando el riesgo de una confrontación nuclear directa de la OTAN con Rusia por el conflicto ucraniano. Con el triunfo de Donald Trump nació la esperanza de evitar ese enfrentamiento, pero los halcones estadounidenses y de la UE impusieron su agenda bélica y la posibilidad de una gran guerra renació con mucho ímpetu. Pasa que Occidente es incapaz de aceptar la pérdida de la hegemonía mundial y se ha persuadido de que para detener el desarrollo de China debe primero derrotar a Rusia, no militarmente sino mediante el colapso de ese país.
El plan de Occidente contra Rusia comprende guerra económica, fomento del malestar social, presión psicológica, sabotajes sin límites, eliminación de la cultura rusa, atentados contra la vida de políticos, intelectuales, científicos, sacerdotes, artistas, incluso de sus familiares, absolutamente todo vale en esta lucha sin cuartel.
La guerra de Ucrania es la guerra de Occidente contra Rusia, guerra en la que las armas más sofisticadas de la OTAN alcanzan objetivos situados en el interior de Rusia y la información de inteligencia de la OTAN es transferida a Kiev, en la que miembros de las fuerzas armadas de la UE se entrenan con militares ucranianos y planifican ataques conjuntos contra Rusia. Ucrania es solo el campo de batalla de un conflicto más amplio, de una guerra mundial inverosímil, Ucrania es el meollo de una guerra que podría ser atómica.
Según Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad y expresidente del país: “Occidente lleva en la sangre la perfidia y una idea enfermiza y anticuada de su propia superioridad. Debemos actuar en consecuencia. Responder con firmeza. Y, de ser necesario, lanzar ataques preventivos”. Igualmente, María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, declaró que no cabe la menor duda de que el uso de armas de largo alcance por parte de Kiev es posible solamente con la participación de los países que fabrican dichos sistemas. Subrayó que, en caso de que ataquen Rusia con misiles de crucero Taurus, los militares de Alemania se verán involucrados directamente en operaciones militares contra Rusia. Recordó que el Presidente Putin ya ha delineado la postura de Moscú con respecto a la decisión de los países occidentales de dar luz verde a Kiev para el uso de sus sistemas de largo alcance para atacar el interior del territorio ruso. “Rusia se considera con derecho a utilizar sus armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permitan el uso de sus armas contra Rusia. En caso de una mayor escalada del conflicto, responderemos con decisión y de forma recíproca”.
En septiembre del año pasado, el mandatario ruso aseveró que, si se tomara la decisión de permitir que Ucrania ataque lo profundo del territorio ruso internacionalmente reconocido con armas occidentales de largo alcance, significaría que los países de la OTAN están en guerra con Rusia. “Si se toma esta decisión, significará, nada menos, que la implicación directa de los países de la OTAN (…) en la guerra de Ucrania. Esa es una implicación directa. Y si es así, con vistas a cambiar la naturaleza del conflicto, tomaremos la decisión adecuada en función de las amenazas que se nos planteen”. Aseguró que Rusia realizó múltiples intentos para normalizar el diálogo con Occidente y evitar que las relaciones se deterioraran hasta el punto actual. “Repito, no decía esto para discutir con nadie ni para contraponer de alguna manera a Rusia, sino que simplemente no podemos vivir de otra manera, Rusia será independiente y soberana, o simplemente no existirá”.
En cambio, el Presidente Trump anunció que ha llegado a un acuerdo con los países europeos sobre el envío de armamento y equipos militares al régimen de Kiev, que va a ser costeado por las naciones del bloque comunitario. “Hemos cerrado un acuerdo hoy, en el marco del cual los países europeos les van a enviar armas y van a pagar por ello”, aclaró que EEUU no va a efectuar ningún pago. No obstante, no todos los países de Europa están de acuerdo con esta iniciativa, lo que supone un indicio de que el plan del mandatario estadounidense estaría generando división en la región.
El Gobierno francés se niega a financiar la compra de armamento estadounidense para luego destinarlo a Ucrania. De igual modo, Roma no se sumará a la iniciativa, ya que no tiene partidas presupuestarias. Tampoco la República Checa participará en el plan, su primer ministro, Petr Fiala, declaró: “La República Checa se centra en otros proyectos y maneras de ayudar a Ucrania, por ejemplo, a través de la iniciativa de enviar municiones. Por lo tanto, en este momento no consideramos unirnos a este proyecto”. Hungría también se opone al plan. Su ministro de Exteriores, Peter Szijjarto, enfatizó que nadie ha hecho tanto por la paz como el presidente Donald Trump y que si los líderes europeos y ucranianos no le hubieran obstaculizado, estos esfuerzos de paz podrían haber tenido más éxito. Sin embargo, si bien expresó esperanza de que los esfuerzos pacificadores de Washington continúen, aseguró que “el dinero, las armas y los soldados húngaros no irán a Ucrania”. En la misma línea, Szijjarto denunció que Bruselas propicia cada vez más el ambiente bélico y quiere arrastrar a la UE al conflicto ucraniano y hacer que los ciudadanos del bloque paguen por ello. “Las demandas de Ucrania son cada vez mayores, exigen cada vez más dinero y más armas, y es evidente que aquí en Bruselas quieren satisfacerlas”, agregó que muchos políticos europeos analizan todo desde la perspectiva de Kiev y no están dispuestos a examinar las consecuencias de tales decisiones desde la perspectiva del bloque.
El Presidente Trump dio a Rusia un ultimátum de 10 días para alcanzar un acuerdo de paz con Ucrania, caso contrario le impondrá aranceles a sus exportaciones, que podrían llegar hasta el 100 % y afectarían a los socios comerciales de Moscú. Así, de esta manera, piensa evitar la confrontación directa con Rusia y no ser parte de un conflicto que no es suyo, sino del expresidente Biden. Trump espera que Moscú ceda, sueños de perro, pues a Rusia las nuevas sanciones no la asustan, por lo que nada cambiará en los próximos 10 días. Como dice el refrán: “Amanecerá y Veremos”.
Rodolfo Bueno