El referéndum de noviembre apesta a traición
Traicionar a la Patria es preguntar: ¿Está usted de acuerdo con que se elimine la prohibición de establecer bases militares extranjeras o instalaciones extranjeras con propósitos militares, y de ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras, reformando parcialmente la Constitución de conformidad con el Anexo de la pregunta? Prueba de esta traición es la primera estrofa con la que Olmedo encabeza su Alfabeto para un niño: Amar a la patria implica amar a su Dios, a sus leyes, a su hogar y al honor que los defiende; todo lo contrario de ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas extranjeras, bajo ningún pretexto.
Lo dice Olmedo, quien, según don Aurelio Espinosa Pólit, no sólo es prócer del Ecuador sino que también es el “Hombre de América”. Olmedo es la voz de una América que lanza el grito libertador, la enfática proclama de una fase divisoria en el destino de las naciones independientes, “dueñas en adelante de su autonomía soberana y de su porvenir”. Hermoso sueño que pretende ser frustrado por la traicionera pregunta A de un Referéndum que ha sido convocado con la única finalidad de justificar, posteriormente, la entrega de la patria a las garras imperiales.
La Enmienda Platt es un ejemplo sobre la soberanía de un país y la injerencia extranjera. Aprobada por el Congreso de Estados Unidos en 1901 e incorporada a la primera Constitución cubana de 1902, esta enmienda fue la condición impuesta por el senador Platt para poner fin a la ocupación estadounidense, luego de la guerra contra España. La misma otorgaba a EEUU amplios derechos de intervención en los asuntos internos de Cuba y permitía el establecimiento de bases navales en territorio cubano. Como resultado, en 1903 se firmó un tratado mediante el cual Estados Unidos arrendó a perpetuidad la bahía de Guantánamo para el uso de una estación naval.
Aunque el acuerdo original incluía el pago simbólico de un arriendo anual (actualmente de 4.085 dólares), desde 1959 el gobierno cubano ha rechazado estos pagos, considerando ilegítima la presencia estadounidense en la antedicha base. Desde entonces, Cuba sostiene que ese tratado fue impuesto bajo coerción y representa una violación de su soberanía.
La Enmienda Platt fue abrogada en 1934, excepto lo relativo al arrendamiento de Guantánamo, que sigue vigente según sostiene EEUU. Sin embargo, el gobierno cubano, desde la revolución de 1959, ha cuestionado su legitimidad y ha solicitado la devolución de su territorio.
Esta situación no solo evidencia la violación a los principios fundamentales del Derecho Internacional, como la autodeterminación de los pueblos y la integridad territorial, sino que también refleja el uso de la fuerza y la presión política para imponer acuerdos desiguales a países soberanos.
La permanencia de la base naval de Guantánamo bajo control estadounidense, pese a las reiteradas demandas de Cuba para su devolución, es un claro ejemplo de cómo ciertas potencias extranjeras violan el derecho internacional cuando sus intereses estratégicos chocan con las leyes universales. Este caso subraya la necesidad de fortalecer los principios de equidad y justicia que deben regir las relaciones internacionales. También nos advierte que la soberanía sobre el territorio de la patria no se puede rifar en un referéndum de maquiavélico origen, como el que se realizará este 16 de noviembre en Ecuador, porque ese sagrado principio no se cuestiona.
Las islas Galápagos, la segunda reserva marina más grande del planeta, es un archipiélago ubicado a 972 km de la costa de Ecuador. “Por un extraordinario valor en vida silvestre y expresión excepcional de los periodos de la historia del planeta que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo”, en 1978 fueron declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Las islas también son hábitat de especies como tortugas marinas, delfines, tiburones, tiburones martillo, ballenas, arrecifes de coral, fragatas, iguanas, lagartos, cormoranes, albatros, leones marinos y pingüinos.
El 12 de febrero de 1832, bajo la presidencia de Juan José Flores, las islas Galápagos fueron anexadas a Ecuador. Desde la publicación de “El viaje del Beagle”, por Charles Darwin en 1839, el origen de la flora y la fauna del archipiélago Galápagos ha sido de gran interés académico e importancia para la ciencia, pues estas islas son conocidas por los estudios que le llevaron a Darwin establecer la teoría de la evolución de las especies por la selección natural. Son también llamadas las Islas Encantadas, denominación que se ganó el archipiélago en el siglo XVI por su peculiar biodiversidad de flora y fauna.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las Islas Galápagos fueron ocupadas por Estados Unidos para establecer la base militar en la isla de Baltra, llamada Base Beta o “The Rock”. Esta base tuvo como objetivo estratégico proteger el Canal de Panamá de posibles ataques de la flota japonesa. También hubo presencia estadounidense en la costa de Ecuador, en Salinas. Los muelles, hangares, pistas de aterrizaje y demás instalaciones, que Estados Unidos construyó, y los miles de efectivos militares que transitaron por la isla de Baltra, causaron un fuerte impacto ambiental y afectaron la vida silvestre local. “Un cambio tan radical en el ecosistema perjudicó enormemente a las especies locales, a tal punto, que es imposible determinarlo con exactitud, aún si existieron regulaciones que impedían lastimar a las especies locales”, indica el texto avalado por el Parque Nacional Galápagos.
El 2 de febrero de 1942, el presidente Arroyo del Río cedió gratuitamente las islas Galápagos a Estados Unidos con el fin de cooperar eficazmente a la defensa regional. Las mismas debían ser restituidas a Ecuador al finalizar el conflicto, sin embargo, los estadounidenses permanecieron en las Galápagos hasta diciembre de 1948.
Cerca del final de la guerra, Estados Unidos, por un pago de 20 millones de dólares, intentó prolongar la ocupación de las Galápagos por 99 años. Gracias a la revolución cívico militar del 28 de mayo de 1944, conocida como “La Gloriosa”, se frustró este bochorno histórico.
La Asamblea Constituyente de 1944 exigió buscar una salida que evite al país “la más humillante ofensa a la dignidad soberana”, las negociaciones realizadas luego fueron parte de los debates de la Asamblea Constituyente de 1946. El gobierno del Dr. José María Velasco Ibarra no cedió a las ofertas de Washington de recursos económicos para mitigar los graves problemas económicos existentes, por lo que las tropas de EEUU se retiraron luego de desmantelar las instalaciones militares y de arrojar desde los acantilados al mar todo lo que no pudieron retirar: maquinarias, material hospitalario en buen estado, infraestructuras, equipamientos; algo semejante pasó en Salinas. Este organizado desbarajuste dejó daños en el medio ambiente y contribuyó a la destrucción del hábitat de muchas especies nativas.
Para evitar que casos parecidos se repitan, la Constitución, ley suprema del país que Olmedo pide respetar, reza: “Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras”. Los ecuatorianos, que aman a su patria, deben según Olmedo amar sus leyes buenas, y esta, por lo que hemos visto, es una buena ley.
Los que nos piden no amar a la patria y votar Sí en el próximo referéndum, justifican su actitud con el bodrio de combatir el narcotráfico, mentira que no tiene sustento, porque los norteamericanos tienen en Colombia por lo menos 7 bases, sin que se haya
podido controlar este fenómeno criminal. Es peor aún, no solo que en el territorio colombiano la producción de cocaína sigue en alza sino que según el Gobierno de Colombia la llamada guerra contra las drogas, iniciada en los años 70 por Richard Nixon y continuada por distintos gobiernos de EEUU, ha sido una política fracasada que solo ha dejado muerte, desigualdad y sometimiento en América Latina.
Para salir del atolladero, al que nos conducido este malintencionado referéndum, y evitar que nos roben las Galápagos, los ecuatorianos debemos votar No este 16 de noviembre, caso contrario nos pueden repetir en carne propia la arbitrariedad de Guantánamo, o algo peor, pues los apetitos imperiales de nuestros vecinos del norte están mas desaforados que nunca.
“No”, dicen los testaferros mojigatos, que propugnan el Sí en el referéndum, “los gringos no están interesados en las Galápagos sino en Manta y Salinas”. Mienten, lo más probable es que estén interesados en los tres lugares. Además, quién quita que en una de estas, el impredecible inquilino de la Casa Blanca salga con el domingo siete de que las Galápagos pertenecen a ellos. Todo huele mal en este referéndum.
Rodolfo Bueno



