Con novedades en el frente
Las reacciones de Washington ante las exitosas pruebas de las modernas armas rusas muestran el estado de pánico en que se encuentran sus altos mandos; son un síntoma de que no saben qué hacer. El presidente Trump expresa: “Mi primera obligación es defender a mi país, que tiene las mejores armas del mundo, para estar seguros de que podamos detectar y destruir cualquier misil lanzado contra EE.UU…. y así proteger a todas nuestras ciudades. Vamos a invertir en una red de defensa ubicada en el espacio y añadir 20 nuevos sistemas de intercepción de misiles en Alaska.”
Suena bonito, pero lo cierto es que con estas palabras intenta calmar a la opinión pública de Eestado Unidos, que no puede explicarse en qué el Pentágono malbarató billones de dólares del presupuesto de defensa, para estar, por primera vez en la historia, a la saga de Rusia, que gasta en ese rublo quince veces menos que ellos.
Si a esto se añade que, por culpa de gobiernos anteriores a Trump,
EE.UU. ha perdido hoy lo que ganó durante la administración de Kruschev, porque China y Rusia han contraído acuerdos políticos, militares y económicos que les protege de cualquier agresión.
Por ahora, a lo que el Pentágono se enfrenta tiene color de hormiga, pues se ha cumplido el peor pronóstico de Brzezinski, exconsejero de Seguridad Nacional de EE.UU., de que para los estadounidenses “el escenario más peligroso sería una gran coalición de China y Rusia, unida no por ideología, sino por agravios complementarios.”
El problema del Pentágono es que la superioridad rusa, tanto en armas tácticas como estratégicas, le da a Rusia una ventaja de por lo menos diez años sobre EE.UU.. A cualquiera le debería asombrar que el complejo militar ruso desarrollara, entre otras armas y en tan corto plazo, el misil Avangard, con capacidad nuclear, que puede alcanzar cualquier lugar del planeta mientras zigzaguea horizontal y verticalmente a una velocidad de 30.000 km por hora, soportando temperaturas de hasta 2.000 grados centígrados.
Pero no hay peor necio que el que cree sus propias mentiras, porque, según la propaganda norteamericana, Rusia es un país de escasa cultura y ciencia, al extremo de que las universidades rusas no están calificadas entre las noventa mejores del mundo.
Cabe preguntar, ¿dónde entonces se educaron los científicos que crearon el Avangard? que, según el Presidente Putin: “Garantizará la seguridad de Rusia en las próximas décadas.”
El peligro de guerra que vive el mundo tiene una solución bien simple, EE.UU., China y Rusia deben sentarse a conversar sobre un desarme que estabilice la paz y les dé garantías de seguridad.
Pero el error de Trump, y de las anteriores administraciones, es que, en lugar de buscar un arreglo estratégico que beneficie a todos, amenaza con una carrera armamentística que por su inmenso costo frene el desarrollo tanto de Rusia como de China, trampa en la que estos países no van a caer.
Esto lo sabe bien Trump. Entonces ¿por qué lo hace? Pues por no abandonar el suculento negocio de las armas y obnubilar al ciudadano común con la supuesta amenaza rusa-china, táctica que siempre le da a EE.UU. los resultados apetecidos.
¿Pero qué va a hacer Trump ante el problema que tiene? Pues proseguir la guerra híbrida con la que ha combatido a China: Continuar la entrega de armas a Taiwan, Japón y Corea del Sur; apoyar a las etnias disidentes de China; no resolver el caso de la empresa Hauwei sino complicarlo más aún; intensificar las sanciones contra las empresas chinas; difundir propaganda falsa y mal intencionada contra China.
Lo de Rusia no se queda atrás. Todo lo que hasta ahora se ha visto va a quedar pequeño ante lo que se verá, incluso la intentará aislar del mundo en todos los campos de la actividad humana.
Posiblemente, la salida de Siria de las tropas de EE.UU. es para pasar la papa caliente de manos estadounidenses a manos rusas.
El problema sirio es tan complejo que, hágase lo que se haga, siempre se perjudica a alguien.
Como ellos no pueden hacer nada, dejan todo el embrollo a Rusia, para que haga lo que pueda mientras ellos esperan que la papa queme las manos rusas.
Corren el riesgo de que a Moscú le salga bien las cosas, por ejemplo, logren que los kurdos se contenten con ser miembros del parlamento sirio, con altos cargos públicos en el gobierno y no exijan autonomía y, menos todavía, independencia, eso contentaría a sirios, turcos y kurdos.
Trump no perdería nada, se iría aplaudido por moros y cristianos y la plata que ahorre la podría usar en otros fines bélicos.
Si Rusia lograra en Siria otros éxitos de ese calibre, entonces EE.UU. se jugaría por completo la carta de Ucrania. Para crear más dificultades a Moscú, en ese país darían sustento extra a los nacionalistas, partidarios de Bandera, un criminal de guerra condenado en los juicios de Nuremberg y que actualmente es héroe del gobierno fascista de Kiev, los armarían mucho más de lo que hasta ahora los han armado y los estimularían a que agredan a los millones de rusos que habitan en esas tierras hace milenios.
¿Para qué EEUU lo hace? Como el Estado ruso tiene una elevada ciencia y tecnología, que su gobierno planifica utilizar para sentar las bases de una sociedad moderna, algo que Washington no puede evitar porque eso depende exclusivamente de Moscú, buscan aplazar lo más que puedan el logro de ese objetivo, pues suponen que mientras los rusos se defiendan de las dificultades que les imponen, no podrán resolver los múltiples y complejos problemas que subyacen en su sociedad.
Eso hace Trump, un presidente que propuso arreglar las divergencias con Rusia, con el fin de derrotar al terrorismo internacional.
Por lo visto, la pelea interna de EE.UU. para lograr o evitar un ‘impeachment’ contra Trump causa muchos desbarajustes. Queda por ver cómo piensa Trump resolver los profundos problemas de su país, que le acosan con mayor vehemencia que la que tuvieron las Erineas cuando asediaron a Orestes luego de que asesinara a su madre, en la tragedia Las Euménides de Esquilo.
Con novedades en el frente
Por Rodolfo BuenoCorresponsal de Ecuador News en Quito
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