Ahí viene el cuco
Hoy era la fecha. El día que con o sin acuerdo el matrimonio terminaba. El 12 de abril llegó.
La salida del Reino Unido de la UE -que desde 2016 juega a ‘ahí viene el cuco’. ¿Por qué? Al final del día juega uno de los sentimientos más primarios de todos: el miedo. Miedo a lo desconocido.
Y más importante: a los efectos económicos de un evento sin precedentes. Así que los 27 Estados europeos decidieron aceptar la prórroga solicitada por May.
La primera ministra tiene más tiempo para lograr que el Parlamento acepte un acuerdo de salida y llevarlo a Bruselas para ser ratificado.
Pero ponerse de acuerdo en hasta cuándo debían “darle chance” a Londres fue complicado. Dos posturas.
Francia quería darle no más de dos meses. Su justificación: aplazar de forma indiscriminada la fecha tope es impulsar -dicho coloquialmente- la vagancia.
Sin presión no hay qué mueva a los ingleses a hacer concesiones y llegar a un acuerdo. Además, si el deber igual lo van a hacer 2 días antes de la fecha tope, ¿por qué aplazar el sufrimiento más de lo necesario? Porque ese es el verdadero tema.
En la UE, desde que el referéndum fue aprobado, solo se habla de eso. Las energías están volcadas a resolver ese asunto.
¿Y la consolidación de ellos como bloque? Olvidado. ¿Su crecimiento como grupo? Estancado. Todo por no poner mano dura con quien quiere irse.
Las energías se escapan por el Canal de la Mancha. Alemania, su exrival histórico, volvió a hacerlo. Merkel quería otorgar un año más de oportunidad. Por dos motivos: (i) en el fondo considera que el ‘brexit’ es reversible. En un año todo puede ocurrir: nuevas elecciones, un líder laborista que llame a referéndum. Y “listo”. Merkel quería comprar tiempo.
Y (ii) también puede subyacer un arranque de empatía. Comparte con May un sistema parlamentario dividido, con una oposición con la que es difícil pactar. Y para colmo, a los ojos de todos: mujeres.
Posiciones enfrentadas entre los países más fuertes del bloque. El ‘brexit’ pareciera estar ocasionando fisuras y no me refiero a la suya.
Conclusión: ni los dos meses de Francia, ni el año de Alemania. El punto medio, 31 de octubre.
Como para finalizar esta historia de terror.
Ahí viene el cuco
Irene Vélez Froment
Columnista Invitada
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