El asilo de Assange
El asilo diplomático concedido por nuestro país durante el gobierno de Rafael Correa a Julian Assange, en la embajada de Ecuador en Londres desde hace seis años, ha vuelto a ser noticia de primera plana al haber decidido el presidente Lenín Moreno, darlo abruptamente por terminado y comunicar su insólita decisión al Gobierno británico, que de inmediato y con anuencia de Moreno envió un contingente de agentes que se lo llevó detenido para, seguramente, ser luego extraditado a EE.UU., donde se considera sería juzgado por el supuesto delito de haber hecho conocer al mundo, a través de su portal WikiLeaks, millares de documentos secretos que pusieron al descubierto la permanente violación a los derechos humanos y actos de espionaje cometidos por la potencia norteamericana.
Esta información fue recogida y publicada por los principales diarios de EE. UU.; la potencia norteamericana considera que se atentó así contra la seguridad de ese país, lo que llevó a Assange a temer por su propia vida y a solicitar asilo en la embajada de ecuatoriana en Londres.
El derecho de asilo es una institución de larga tradición latinoamericana y un avance en el Derecho Internacional Público del que nuestra América criolla se ha sentido siempre orgullosa.
Su antecedente más notable fue el concedido al expresidente peruano y fundador de APRA, Raúl Haya de la Torre en la embajada de Colombia en Lima, argumentando persecución política por el régimen de Manuel Odría.
El caso tensó las relaciones entre los dos países y que fue llevado ante la Corte Internacional de Justicia (hoy Corte de La Haya) que reconoció como legítimo el asilo (que duró cinco años).
Fue precisamente con esta resolución de La Haya que se originó la Convención sobre Asilo Diplomático aprobada en la Conferencia de Caracas en 1954.
Las fotografías del entorno familiar del presidente Moreno que habría publicado Assange en su portal distan mucho de ser una justificación al bárbaro acto de gobierno del que Moreno aún se felicitó diciendo: “Nos libramos de una piedra en el zapato“, calificando a Assange como “un malcriado” al que nunca debió concederse el asilo.
Los vasallos del imperio son diversos y numerosos, los identifica su servidumbre.
El asilo de Assange
Por Nelly de Jaramillo
Ecuador News
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