Una de cal y otra de arena
La vida del hombre común suele estar marcada por desaciertos que abonan la experiencia de un futuro comportamiento mejor, pero no el accionar del hombre público, porque este representa el anhelo de la comunidad que intenta poner a los mejores para que rijan los destinos del país, y eso involucra muchas vidas, muchas situaciones a ser mejoradas, males a ser remediados con urgencia, esperanzas a ser realizadas.
El margen de error del hombre público es cero, y de incurrirse en él, exige su inmediata rectificación o reparación, si eso aún es posible.
El gobierno de Lenín Moreno tiene puntos altos en su gestión, y aún ejemplares, como el bono dado a los huérfanos por femicidio, los cupos de trabajo y educación para discapacitados, el aumento del bono de pobreza extrema, las casas entregadas a un valor mínimo a las familias de escasos recursos; pero acusa también fallas muy grandes, como la supresión de personal en el área de salud, que en todas partes del mundo es deficitaria —salvo en Cuba el pequeño país socialista que envía al mundo centenares de brigadas médicas—, con el agravante de haber recortado en $200 la remuneración de los internos hospitalarios, dejándola en el salario mínimo, mientras Moreno, por ejemplo, percibe legalmente renta vitalicia como vicepresidente desde el primer gobierno de Rafael Correa, más la renta vitalicia que percibirá como expresidente al término de su mandato.
Pero no ha sido capaz de resolver, que nosotros sepamos, la dramática situación económica extrema de Nathalie Bolaños, la estudiante de jurisprudencia de Guayaquil que tiene que gastar $800 mensuales en una medicina que solo hay en Quito, y que su familia no alcanza a pagar, para tratarse de una rarísima enfermedad que— por eso— el Ministerio de Salud no la asume.
Por otra parte, ¿hasta cuándo va a persistir el problema de surtir de agua potable a esa aldea enorme que es Durán, lo que hace tiempo debió ser asumido por el Gobierno nacional ya que rebasa la capacidad de los gobiernos seccionales?
¿Y el de los millones de quintales varados en los ingenios azucareros por la importación de azúcar de Colombia? ¿Y el de las unidades educacionales que construyó el gobierno anterior, abandonadas y convertidas en refugio de maleantes?
¿Hasta cuándo va a durar la calentura anticorreísta como pretexto para no hacer lo que se debe?
Una de cal y otra de arena
Por Nelly de Jaramillo
Ecuador News
www.ecuadornews.com.ec