La publicidad satura las calles de Guayaquil
EL TELÉGRAFO (Quito) La publicidad satura las calles de Guayaquil
Aunque existe una ordenanza que regula los espacios para promoción e información, la ciudadanía cree que el Cabildo no ejerce ningún control
Ernesto Yagual, de 37 años, trabaja en una dependencia pública ubicada en la av. Francisco de Orellana y a diario aborda un bus de la línea 129 para llegar a su destino. Al llegar a la av. del Periodista, el ciudadano observa algunos avisos que ocupan parte de las aceras.
“Creo que no deberían estar tan cerca del bordillo”, cuestiona. Desde 2003 existe una ordenanza municipal que regula la existencia de rótulos publicitarios en Guayaquil. Desde entonces ha sido modificada en 14 ocasiones (la última en diciembre del año pasado) para incluir nuevas modalidades de publicidad en calles, aceras y parterres.
Hasta la fecha están identificadas 15 formas para dar a conocer productos e información a la ciudadanía. Sin embargo se presentan casos en que estos objetos generan contaminación visual (como en el km 1 de la av. Carlos Julio Arosemena, publicidad luminosa de Guayarte en plena curva) e, incluso otras que obstruyen y bloquean totalmente la movilidad del peatón, como ocurre en la av. Leopoldo Carrera, en el oeste de la ciudad.
Para el diseñador gráfico Julio Gómez Guerrero existe la percepción ciudadana de que tales elementos perturban visualmente mientras se transita. “Una persona que esté expuesta a la contaminación visual experimenta estrés por la sobrecarga de información”, manifestó.
Aunque el problema no termina con la cantidad de colores e imágenes que se percibe en un mismo tramo vial. En las calles céntricas, por ejemplo, hay tótems que también representan un obstáculo para peatones.
En el artículo 5 de la citada ordenanza municipal se establece que estos objetos deben guardar, al menos un metro de distancia con respecto del bordillo. En calles como Esmeraldas, Los Ríos, av. Del Periodista, Leopoldo Carrera, entre otras, sobran ejemplos de la mala ubicación.
Según las personas consultadas, no existe un adecuado control por parte del Municipio. Lorena Monsalve, gerenta de Ventas del Grupo K (empresa de publicidad creada en 1982), puntualizó que tales tótems son responsabilidad del aliado estratégico que colabora con el Municipio y la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM).
Para Monsalve, aquello representa una competencia desleal dado que tales publicidades se colocan sin consideración al peatón. Mientras, el resto de empresas deben esperar la aprobación del Cabildo. Los permisos de colocación se obtienen por subasta, ya que hay un límite asignado en las vías y las tasas se pagan anualmente.
Omar Rosillo, gerente para Ecuador de la empresa francesa JCDecaux, propietaria de muchas de las vallas luminosas ubicadas en aceras y parterres de la ciudad, resalta que su empresa instaló la publicidad cumpliendo las normas impuestas por el Municipio de Guayaquil y en mutuo acuerdo con la Autoridad de Tránsito Municipal.
Rosillo destaca que efectivamente las vallas cumplen con la ordenanza municipal sobre el uso del espacio público para instalar publicidad.
Ese sentido aclara que el corredor que dejan al peatón depende de la acera. “No es lo mismo una acera de urbanización por donde no camina nadie que otras muy transitadas”, insiste. En todo caso, Rosillo asevera que las vallas de JCDecaux cumplen con lo que exige la ordenanza local, es decir, tienen la aprobación del Cabildo porteño.
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