Cueste lo que cueste
Cueste lo que cueste
Esa es la frase favorita del nuevo primer ministro del Reino Unido. Se refiere a la salida de su nación de la Unión Europea. Cueste lo que cueste.
En otras palabras, con o sin acuerdo. La fecha límite para que el RU y Europa logren un pacto legal que establezca cómo será su relación posterior a la separación es el 31 de octubre.
Si hasta esa fecha no logran estar en una misma página, habrá una salida forzosa. Este es un escenario que ni el viejo continente ni la isla querían. Por eso hasta el momento borradores van, borradores vienen.
Porque por más que todos estén de acuerdo en no querer un quiebre radical, ha sido imposible concluir cómo debería ser la separación.
Peor si apoyar la propuesta significa que a los grupos que te dieron su voto para llegar al Parlamento, los afecta. Cada político responde a su grupo de presión.
Con esta dinámica, hacer concesiones resultó una utopía. Y así, se daban alargues.
En la indecisión, en la falta de noticias, en la comodidad del después resolvemos y en la insoportable tibieza del punto medio, se erige Boris Johnson.
Y al estilo de Trump, revolviendo a la prensa y a las redes sociales desde la polémica y la burla, pronuncia las palabras que la mitad de la población lleva 21 meses queriendo oír: cueste lo que cueste.
El 31 de octubre salimos. Refrescante en su extremismo. Los discursos de políticas que promueven lo impensable, y lo insensato, tienen cabida cuando reflejan, aunque sea movimiento.
No necesita ni ser avance. Con tal de superar el estancamiento de todos los días y el desgaste que esto supone.
Si salen sin acuerdo, RU tiene el problema de las Irlandas. La una permanecería aún en el Mercado Común y la otra no.
De ser así tendrán que establecer aduanas y fronteras físicas entre las dos regiones. ¿Es esto lo más sensato para hacer en una zona que recién se ha reencontrado y trabaja por la paz? Probablemente no.
Pero la paralización burocrática por los intereses políticos, causa desesperación. La lógica es: saltemos y ahí veremos cómo es la caída.
Boris lo entendió. Y decidió que no importaba el costo. Pues el que mucho se despide, termina por quedarse.
Cueste lo que cueste
Por Irene Vélez Froment
Ecuador News
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