Los estómagos votan
Los estómagos votan
Por Tatiana Hidrovo Quiñónez
Diferentes análisis establecen que el triunfo de la “izquierda” argentina se encuentra en la cultura populista, de origen peronista.
No obstante, un enfoque multidimensional daría respuestas más certeras sobre lo que ocurrió durante las primarias en ese singular país latinoamericano: los argentinos usaron el voto de forma práctica y optaron por una alternativa ya conocida, que detuviera la inflación galopante y el creciente desempleo, con la intervención reguladora del Estado.
Eso demuestra que no hay marketing que pueda ser exitoso, cuando el problema social está en el estómago vacío de la gente.
La sociedad argentina necesita la acción constante del Estado debido a la estructura de su economía y a la distribución demográfica de su población.
El motor de la economía argentina se encuentra en la empresa privada agrícola, especializada en la producción de maíz y soya, que exporta a Brasil, Estados Unidos y China.
La balanza comercial argentina es deficitaria, es decir, gasta más en importar, respecto de los ingresos que obtienen por exportar.
Más del 90% de la población argentina viven en zonas urbanas, principalmente en la ciudad de Buenos Aires, lo que indica que sus empleos dependen de la industria nacional, los servicios y la actividad burocrática. Esto significa que el Estado se convierte en el principal operador para la distribución del dinero y, por lo tanto, foco de los derechos sociales, calificados como populistas.
El populismo no debe ser entendido como una anomalía, sino como un fenómeno que canaliza las demandas colectivas (Laclau), más visible en la política latinoamericana, por la deriva de su historia poscolonial, el proceso de desarrollo del capitalismo, la dependencia de nuestros países, incluso la propia modernidad.
El populismo votó hace poco más de tres años por Mauricio Macri, un representante confeso de la derecha argentina, porque ofreció movilidad y continuo ascenso social, expectativa que dejó en marcha el anterior Gobierno.
No solo no lo cumplió, sino que las políticas de Macri afectaron severamente a la clase media y popular, provocando la pérdida de capacidad adquisitiva del salario y el aumento del desempleo.
Quizás el fenómeno argentino sea más simple de lo que creemos: los estómagos saben muy bien cómo votar, cuando sienten hambre e incertidumbre.
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