Arden las montañas de Loja
Arden las montañas de Loja
Como si los incendios que diezman la selva tropical brasilera tuvieran que replicarse en las demás zonas de la Amazonía, le ha tocado ahora a la Amazonía ecuatoriana rendir tributo con el incendio que desde el viernes anterior y por cinco días devastó las montañas de Quilanga en la provincia de Loja, y que consumió centenares de hectáreas de bosques de pinos y vegetación, por lo que toda la zona fue declarada en emergencia para centralizar las operaciones de extinción de las llamas, que se extendían en una franja de alrededor de 40 km de longitud.
Los habitantes del lugar tuvieron que ser evacuados al centro poblado de San Antonio de las Aradas. Hay que felicitar y agradecer la rapidez con la que acudieron a la zona los miembros del Cuerpo de Bomberos de Cuenca, así como de Loja y Zamora, y el helicóptero del Ejército de Portoviejo que efectuó el reconocimiento de la zona afectada, además de los militares y ciudadanos que trabajaron denodadamente en combatir el fuego, estimándose que el martes el trabajo estaba por concluir en un sector donde aún las llamas quemaban el bosque.
Pero se reportó a última hora un recrudecimiento del fuego que obligó a varios residentes a evacuar también el ganado a lugares más seguros. Hasta la fecha han sido desplegados en el lugar 112 bomberos, seis camiones cisterna, dos ambulancias y un helicóptero, más cerca de 50 personas entre voluntarios y residentes en la zona.
Quilanga era en un antaño no muy lejano una maravilla de orquídeas silvestres que orlaban las laderas de la montañas junto al carretero. No sé si esa belleza se perdió con el incendio o antes. Pero las laderas son abruptas y eso ha hecho casi imposible que se pueda sofocar las llamas en gradientes tan empinadas.
Ojalá pronto reverdezcan y florezcan. La belleza natural suele superar la adversidad más allá del poder depredador del hombre, cuya desidia y viciosas costumbres de optar por el camino más fácil han hecho que se mantenga la vieja costumbre agrícola de la quema de vegetación y pastizales secos para preparar el terreno para los sembríos, sin reparar en que la fuerza de los vientos pueda llevar lejos las chispas e iniciar incendios, que nunca se sabrá qué magnitud puedan alcanzar.
Como ha ocurrido en el caso y seguirá ocurriendo. La sola práctica despojada de su antigua sabiduría puede hacer de las costumbres ancestrales una maldición.
Arden las montañas de Loja
Por Nelly de Jaramillo
Ecuador News
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