Guayaquil y Humboldt
Guayaquil y Humboldt
Guayaquil tiene una importante historia con el científico, naturalista, geógrafo y ecólogo, ilustrado y moderno, Alexander von Humboldt (1769-1859). Su visita de 40 días fue suficiente para dejarnos profunda huella. Vino, recorrió, investigó, analizó y opinó sobre flora, fauna, clima, recursos naturales, medio ambiente, socioeconomía, actividad marítima-fluvial, en 1803.
Esos días fueron necesarios para marcarnos con su espíritu de sabio y naturalista. Nos enseñó a conocer lo que somos. A los europeos les dijo que este era un mundo nuevo e importante para los europeos. Por eso “reinventó la naturaleza” (como lo expresa Andrea Wulf).
Recorrió y estudió la cuenca del Guayas, sus afluentes, utilidad y medios de navegar en cada uno de los ríos y riachuelos que la nutren. Visitó y observó parte del Litoral tropical, las zonas cacaoteras y tabacaleras de esa geografía hídrica, exuberante, rica y abastecedora de seguridad alimentaria y divisas para el Guayaquil y el país agropexportador. Fue por vía fluvial y ese valioso transporte de larga historia: la balsa.
Usó la embarcación que navegaba por el Pacífico y el enjambre de ríos de la cuenca del Guayas. La más sabia de sus enseñanzas fue observar flora, fauna, clima, diversidad agrobiológica, étnica y cultural y hacernos pensar a guayaquileños y europeos cómo esa nave hecha con troncos de balsa, caña guadúa, sapanes, hojas de bijao y velas de tela de algodón, hacía grandes y pequeños viajes por mar y ríos.
Interpretó la naturaleza comercial y mercantil de Guayaquil. Dijo: “En toda esta población el apego al comercio era su distintivo” y que era “muy pintoresca”, con cacaoteros y palmeras. Por eso en su diario de viajes Nº VIII hay acápites sobre Mar del Sur, cacao de Guayaquil, Punta de Santa Elena, maderas de construcción, algodón, comercio de la ballena, navegación de Guayaquil a Acapulco, etc.
Ayer fueron 250 años del natalicio del prestigioso sabio alemán, primer ecólogo del mundo ilustrado y moderno, tiempo de recordar cuánto nos enseñó a comprender de la ciudad-provincia-región. Por eso volver a leer Humboldt no es una aventura de historiadores y nostálgicos sino un redescubrirnos de la tropicalidad, riqueza y feracidad de la cuenca del Guayas.
Guayaquil y Humboldt
Por Willington Paredes R.
Columnista Invitado
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