La anarquía gana las calles
La anarquía gana las calles
Por Gonzalo Ruiz Álvarez
Ecuador News
El garrote más grande manda en este tiempo. El mundo navegó en mar picado del siglo de las Luces a la era del conocimiento que declina.
Saber, razonar, aprender, debatir con ideas y argumentos y potenciar los avances científicos en beneficio de la humanidad parece hoy importar menos.
Aquel que aseste el mazazo más contundente domina el territorio. En la ley de una jungla cuyo laberinto nosotros mismo labramos, el imperio de la ley y el estado de derecho parecen importar poco o nada.
La fuerza y la destrucción vandálica se imponen a la convivencia civilizada.
Ahora que los pensadores y humanistas ponen en cuestión hasta la semántica de civilización, la armonía social y la convivencia pacífica parecen sometidas al palo sin apelación.
En los albores de la Primavera Árabe ya se veía el tumulto como expresión de una especie de nuevo orden ( nuevo desorden, mejor).
Enseguida los indignados aparecían cuando el estado y el mercado no podían resolver las cuestiones elementales de pan y trabajo digno, ni siquiera trabajo. Con las masas migratorias copando Europa, saturada de personas con demandas humanitarias de todo orden, Sudamérica asumió los rigores del éxodo venezolano. Fueron oleadas: los más ricos, se fueron primero, luego los profesionales se colocaron donde podían, los más pobres salieron en desbandada en pos de pan y, como los demás, algún ingreso por magro que fuere.
En ese contexto miramos una nueva tragedia y protestas en Haití, el país más pobre y relegado del continente todavía no logra levantarse del terremoto de hace una década y lleva en paro desde septiembre.
Con barricadas en las calles transitables de Puerto Príncipe y las dos principales vías isleñas bloqueadas piden la salida del presidente Jovenel Möise que no atina a convocar a una salida pacífica.
La situación humanitaria (agua, sanidad, medicamentos y comida) es crítica según expertos de Naciones Unidas. ‘Que no caiga en el olvido’, dijo Fernando Hiraldo de la ONU a la prensa.
No hay salida. La protesta busca que este último rincón del mundo deje oír su voz. En Beirut, la pretendida alza de la tarifa de mensajes telefónicos avivó el fuego.
El presidente Michel Aoun pide que no destruyan el país, dejen de sitiar a las instituciones, que los descontentos abandonen Líbano.
La protesta se torna más violenta. En nuestro cercano Chile, el Presidente anunció, en medio de una protesta popular sin precedentes, las prioridades: pacificar al país, que se aplique la justicia contra los vándalos y que se busque la salida para cambiar la Constitución. Pero la voz de la calle no cesa y, como en Beirut, con los mensajes de voz, todo empezó con el metro.
El acumulado social es fuerte en el país con la mejor macroeconomía en la región. Bolivia, tras el intento torcido de burlar la ley y denuncias de fraude, Evo Morales huyó.
La Presidenta debe pacificar, desde La Paz, y alcanzar elecciones limpias. Los radicales dejan todo en llamas. La anarquía de aquí y allá ganan la calle. Y aún hay más…
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