FELIZ NAVI DAD!
FELIZ NAVI DAD!
De la experiencia de mi vida, extraigo la esencia del pensamiento que data desde mi niñez tan feliz al calor de mi madre y mis abuelos maternos, de quienes sentí aquel amor entrañable a cada instante: sus ojos, brazos y manos abiertas, sus palabras y consejos de oro brotaban cual cataratas cristalinas inagotables que caen al mar con ímpetu.
Papa Facundo Diego Imbaquingo Guerron, mi abuelo era un exmilitar de las filas del general Eloy Alfaro Delgado, un varón fornido que al verme en su trabajo de la Estación del Tren en Santa Rosa- Riobamba, donde era «tarjador», abría sus brazos y emocionado me alzaba en peso haciéndome volar como cometa; me sentaba sobre una ruma de sacos de cabuya con papas y zanahorias y me traía un plato de mote, chochos, cueritos reventados y salsa de maní; como postre un vaso de quaker o limonada!.
Al salir de mi Escuela, donde aprendí a leer y escribir, tenía que ir al Jardín de Infantes a recoger a mi hermana Ana María, quien a sus tres años de edad sabía el abecedario. La dejaba en la casa, cuyo casero creo que era un Sr. «Zarate» y me escapaba corriendo a la Estación del Tren a ver a papá Facundo para que me haga volar por los aires.
Los fines de semana el me confeccionaba cometas de papel con carrizos, almidón o engrudo y piola. Con mis numerosos vecinos y amigos mayores que mitenía cinco años de edad-íbamos a un bosque de árboles de eucalipto donde había una inmensa alfombra verde de césped.
Allí, con el viento andino del volcán Chimborazo, hacíamos volar las cometas de colores. Aquel profundo aroma de eucalipto aspiraban nuestros pulmones; revitalizando nuestro organismo, a tal punto que hasta el presente pienso que lo aspiro aún…Era una algarabía incontrolable las carreras emocionantes sobre aquella alfombra mágica, pero cuando una cometa arrancada de su piola por el viento, volaba al infinito y sentíamos tristeza de ver esos sueños de niños esfumarse en el firmamento azul del cielo, pero tatuarse de fe y esperanza en el alma…!
Gracias al Creador del Universo por esa maravillosa oportunidad en mi niñez; circunstancia por la cual poco a poco, como pájaro que de paja en paja construye su cálido nido, he diseñado con estudio y trabajo mi amor propio o autoestima que me libera de prejuicios entre el tiempo y el viento…
Vi gente correr gritando desesperadamente: gemían y lloraban arrodillados en las calles de tierra, pidiendo perdón a Dios y mirando al cielo con sus brazos extendidos, a causa de un movimiento cósmico del suelo acompañado del rugido de un león que salía del subsuelo—eso si me asustó-. Pues había sido un terremoto que ocurrió en Pelileo—Ambato, tan intenso que había sepultado Pelileo y las secuelas se sentían en Riobamba: Las tejas de los techos, las puertas y ventanas de varias casitas de adobe, caían desmoronadas al piso de barro.
Fue un tsunami terrenal que observaba a mis cinco años de edad con aquella parsimonia sutil y pacífica de la inocencia, aunque ese rugido de león que nunca lo vi, me tenía a la defensiva (Año 1949).
Al parecer, tal acontecimiento de tragedia natural, no lograba entenderlo bien, mientras dormíamos sobre esteras acurrucados en un potrero apestoso a excremento de toros, vacas y caballos. Me sirvió para templar mis nervios y acostumbrarme por varios años a dormir semivestido por precaución…… Aprendí que las tragedias naturales nos enseñan a sobrevivir amando más la vida y a nuestros semejantes, y a dar Gracias al Creador por su inmensa Sabiduría!
FELIZ NAVI DAD!
Por Luis Lobato,
desde Nueva Jersey
Ecuador News
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