Encuentro de Putín y Erdogan, al filo de la navaja
ENCUENTRO DE PUTIN Y ERDOGAN, AL FILO DE LA NAVAJA
El Imperio Otomano, formado luego de que Turquía conquistara Constantinopla en 1453, comprendía en el siglo XVII la actual Turquía, el Oriente Próximo, las costas de Arabia, el norte de África, los Balcanes, Bulgaria, Rumania, Hungría, Serbia, Ucrania, Crimea, Georgia, Armenia y Azerbaiyán, con una área total cercana a los seis millones de km².
Pedro el Grande arrojó a los turcos de la orilla norte del mar Negro y en 1786 Catalina la Grande conquistó Crimea, donde están enterrados soldados de Rusia que ofrendaron su vida para que esa península fuera rusa.
Posteriormente, los griegos se alzaron en armas y en 1823 se independizaron con el apoyo de Gran Bretaña, Rusia y Francia.
El Imperio Otomano perdió Bulgaria en la guerra contra Rusia de 1877-1878, luego participó en la Primera Guerra Mundial junto a Alemania, el Imperio Austro-Húngaro y Bulgaria, bloque que fue derrotado en 1918.
Ese hecho y los movimientos revolucionarios que se dieron dentro del Imperio Otomano, permitieron que se cree la actual República de Turquía, cuyo primer presidente, Mustafa Kemal Atatürk, estableció una república democrática, secular, constitucional y unitaria.
Turquía ingresó a la OTAN luego de participar en la Guerra de Corea y sus fuerzas armadas son las segundas más grandes de esa organización.
Reconstituir el Imperio Otomano es una de las aspiraciones del Presidente Erdogan, por eso participa en la guerra civil siria, se involucra cada vez más en la política del Medio Oriente y su popularidad se debe a que busca restaurar el papel de su país como potencia regional, que influya en dicha zona.
El Presidente Putin, uno de los políticos más pragmáticos del mundo, le dio a entender que sería excelente para sus países mantener relaciones de buena vecindad, vivir en paz y arrojar fuera de borda todas las rencillas del pasado; desde entonces, Turquía es uno de los socios comerciales más importantes de Rusia.
El 24 de noviembre del 2015, Turquía derribó un avión ruso que se encontraba en el espacio aéreo de Siria y había estado sólo 17 segundos en el turco; Putin calificó ese derribo de una “puñalada por la espalda” y emitió un decreto que prohibía nuevos contratos entre personas u órganos rusos con empresas y entidades turcas. Siete meses después, Erdogan pidió perdón a Putin por el incidente.
El 15 de julio del 2016 hubo un intento de golpe de Estado contra Erdogan, quien se salvó milagrosamente del magnicidio. La intentona fracasó gracias al apoyo de la ciudadanía y de la mayor parte del ejército turco, que se mantuvo fiel a la Constitución de su país.
Rusia y Turquía establecieron una alianza económica sin precedente cuando Putin y Erdogan firmaron un acuerdo para ampliar el gasoducto submarino que les conecta a través del Mar Negro y garantiza la seguridad energética de Turquía y de los países del sureste de Europa, al suministrar cerca de 16.000 millones de metros cúbicos anuales de gas a Europa; también acordaron la construcción de varias centrales nucleares y la compra por Rusia de productos agrícolas turcos.
Turquía dio un paso audaz al adquirir el sistema de defensa antiaérea ruso S-400, que le va a proteger de cualquier ataque aéreo, incluso de la OTAN, y va a evitar futuros golpes, como cuando, con este propósito, en el 2016 aviones partieron de la base de Incirlik, controlada por EEUU.
El traslado de los S-400 se hizo cuando se cumplió el tercer aniversario del golpe de Estado que intentó eliminar físicamente al presidente turco. Erdogan advirtió al Presidente Trump que Turquía no renunciará a la compra de los S-400, que adquirió pese a la oposición de la OTAN, y que si Washington se negaba a venderle los cazas F-35 de quinta generación, tendría que buscar otras alternativas que satisfagan las necesidades de defensa de su país.
Parecía que las relaciones de Turquía y EEUU se habían estropeado para siempre. Pero David Satterfield, Embajador estadounidense en Turquía, ha propuesto firmar un nuevo acuerdo para entregar los F-35, venderle el sistema de defensa antiaérea Patriot, reducir los aranceles a las importaciones de acero y aluminio y puso sobre el tapete la posible firma de un acuerdo económico que permita incrementar el volumen del comercio bilateral de 19.000 millones a 100.000 millones de dólares.
Los intereses de ambos países divergen en Siria, donde EEUU apoya a los kurdos, que Turquía considera terroristas; el conflicto de Siria dio a los turcos la oportunidad de combatirlos.
En agosto del 2016, el ejército turco lanzó la operación Escudo del Éufrates, que planificaba continuar hacia este para poner fin a la idea de Washington de crear un Estado Kurdo en la frontera de Siria con Turquía.
Ahora bien, Turquía tiene un largo historial de intervenciones en Siria, todas en favor de los yihadistas de al-Qaeda y con apoyo de EEUU y sus aliados. Los yihadistas, junto con diversos tipos de armamento, fueron trasladados desde Libia hasta Siria a través de Turquía.
La nitroglicerina, el nitrato de amonio, la pólvora y el TNT eran trans-portados en convoyes de asistencia humanitaria, como la Asociación por los Derechos Humanos y la Solidaridad con los Pueblos Oprimidos, las armas y las municiones se entregaron a unidades terroristas de Jabhat al-Nusrah. Estas actividades eran supervisadas por la Inteligencia Turca, y los terroristas, ya en Siria, se convirtieron en luchadores “contra la dictadura de Bachar al-Assad y por la democracia”. El ‘Ejército Libre Sirio’, dizque integrado por desertores del ejército sirio, se creó para engañar al mundo y la prensa de Occidente informó sobre estos ‘revolucionarios sirios’, pese a que ni siquiera eran sirios.
La zona desmilitarizada de Idlib se convirtió en el punto más can-dente de Siria cuando este 27 de febrero los terroristas del Frente al Nusra iniciaron ataques masivos que causaron bajas en el ejército sirio, que desarrollaba una ofensiva para recuperar el control de esa provincia, último bastión de los terroristas. En respuesta, Siria les bombardeó, matando a 33 soldados turcos.
Antes de la operación, Turquía informó que en la zona no había militares turcos; luego, que sus tropas defendían sus puntos de observación. “De acuerdo a lo convenido, los militares turcos no debían encontrarse fuera de sus puntos de observación en Idlib”, indicó el Consejo de Seguridad de Rusia, presidido por Putin. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, señaló: “Según los acuerdos de Sochi, de septiembre de 2018, sabemos que Turquía debía garantizar el alto al fuego por parte de los terroristas y separar a los opositores sirios de los grupos terroristas que actúan en Idlib.
Por desgracia, Turquía no cumplió sus obligaciones y los terroristas iniciaron una ofensiva contra las Fuerzas Armadas Sirias”. Por su parte, el Canciller Serguéi Lavrov declaró: “Las coordenadas que nos proporcionaron no mencionaban los lugares donde fallecieron los militares turcos, que estaban entre los grupos terroristas… Pedimos a nuestros colegas sirios que cesaran el fuego para que Turquía pudiera trasladar a sus muertos y heridos a su país. Las operaciones rusas y sirias van dirigidas sólo contra terroristas”.
Con estos antecedentes, Moscú acogió el 5 de marzo las conversaciones entre Rusia y Turquía. Putin y Erdogan hablaron de mejorar la coordinación militar en la región para evitar la repetición de incidentes semejantes, y suscribieron un documento que se apega a los acuerdos de Astaná sobre Siria; un alto al fuego en Idlib, que rige desde las primeras horas de este 6 de marzo; realizar patrullajes conjuntos a lo largo de la ruta M4, importante autopista que une las ciudades de Saraqib y Latakia y que estuvo controlada por terroristas.
Putin declaró: “Espero que nuestros acuerdos sirvan de buena base para poner fin a las hostilidades en la zona de distensión de Idlib y creen las condiciones para continuar el proceso de paz entre los involucrados en el conflicto en la República Árabe Siria, que ponga fin a los combates y elimine la amenaza de una gran guerra que podría estallar entre Damasco y Ankara, en la que Rusia podría verse involucrada”. Por su parte, Erdogan expresó: “Sin duda alguna, nuestra reunión sobre Idlib tuvo gran importancia. Creo que las medidas acordadas ali-viarán la situación y que las relaciones entre Ankara y Moscú alcanzaran su nivel máximo, eso se refiere a la industria de defensa, las relaciones comerciales… Consideramos que el principal objetivo fue promover y desarrollar nuestras relaciones, creo que lo conseguimos”.
Putin informó sobre estos acuerdos al presidente sirio, Bashar al Asad, que evaluó altamente los resultados de las negociaciones entre los líderes de Rusia y Turquía; sin embargo, el Consejo de Seguridad de la ONU se negó apoyarlos y la prensa mundial los considera una rendición absoluta de Erdogan, que hará a Atatürk revirarse en su tumba. ¿Por qué será que cierta gente se molesta cada vez que algo bueno pasa en el mundo? Adivínalo lector, que la respuesta no es tan difícil.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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