Y los sueños, sueños son
Y los sueños, sueños son
Cuando nuestros abuelos nos pillaban con alguna mentira pueril, sólo nos retaban burlándose: “Para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”, consejo que actualmente han olvidado muchos gobernantes, mejor dicho, mal gobernantes, a quienes Michelle Bachelet, alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, pide aportar datos verdaderos sobre la evolución de la pandemia del COVID-19, pues “la transparencia es primordial y puede salvar vidas en la emergencia sanitaria”, es que respecto al coronavirus hay mucha desinformación que oculta la realidad, y se hace acusaciones tan sin pruebas, con el ánimo de perjudicar al rival, que es hora de que pacten una tregua que permita derrotar la pandemia; una vez superado el trágico momento actual se podrá buscar culpables y, de ser posible, ajusticiarlos.
La pandemia ha desenmascarado las desigualdades en salud pública, justicia social y condiciones de trabajo en las sociedades capitalistas, en particular, la de los países del tercer mundo, donde el trabajador depende del ingreso diario para sobrevivir en condiciones paupérrimas, sin tener la mínima posibilidad de soportar la disminución de sus ingresos, por carecer de ahorros.
Según el expresidente Rafael Correa, “Ecuador es el país que peor ha manejado la pandemia en América Latina”, es el ejemplo patético de lo que pasa cuando se debilita al Estado. Sucede que el actual gobierno, para cumplir con las exigencias de organismos internacionales, recortó cerca de cien millones de dólares del presupuesto de la salud y despidió a cerca de tres mil trabajadores de ese sector. Si a esto se añade la falta de coordinación entre las autoridades centrales y locales, para la aplicación de las medidas que detengan la propagación del virus, se explica la calamitosa situación actual. En Guayaquil, puerto principal del país, la tragedia ha adquirido ribetes de terror: difuntos arrojados en estado de descomposición a la calle, sin que se los pueda identificar por carecer de algún tipo de identificación, y si se los reconoce, no se les puede dar la sepultura, que cualquier familiar desea, porque no hay ni ataúdes, ni campo santo, ni nada que permita cumplir este propósito.
Esta crisis demuestra la importancia del Estado en la sociedad y la preponderancia de las ideas socialistas y cristianas, para enfrentar con éxito la resolución de problemas semejantes. No pueden la salud, la educación y la vivienda encontrarse solamente en manos privadas, que privilegian más las ganancias económicas que la vida humana.
El gran economista inglés, John Maynard Keynes, hace casi un siglo sostuvo que los gobiernos deben resolver los problemas a corto plazo y no esperar a que las fuerzas del mercado regulen las cosas a largo plazo, porque “a largo plazo, todos estaremos muertos”. Por eso era partidario de que el Estado intervenga mediante políticas públicas orientadas a lograr el pleno empleo y la estabilidad de precios.
Esta política es válida en la actualidad y es una derrota ideológica para el Presidente Trump, que cree que la intervención del Estado es socialismo y que el socialismo es un sistema caduco, cuando realmente lo es el sistema privado, que rige en EEUU, país que ha sido superado por la realidad que le impone el coronavirus. A partir de ahora es necesario que ese país reencuentre los valores sociales y cristianos de respeto a la vida del planeta y, en particular, de la humanidad.
Según el papa Francisco, “hay que trabajar conjuntamente porque la pandemia no respeta a nadie y ataca a todos por igual”. Bernie Sanders dijo: “Quiero desempeñar un papel tan bueno, tan fuerte como pueda para proteger a los trabajadores de este país durante el colapso económico y hacer todo lo posible para asegurarme de que toda nuestra gente tenga la atención médica que necesitan ahora”. Lástima que retirara su candidatura presidencial, porque ni Biden ni Trump lo van a hacer, como tampoco van a eliminar la política de intervención en Venezuela, Cuba, Irán y Siria, ni el bloqueo económico que hasta ahora EEUU ha impuesto a esos países.
La epidemia del coronavirus es una amenaza seria para la economía mundial. Economistas de JPMorgan Chase pronostican que en los dos años siguientes las pérdidas causadas por el coronavirus serán equivalentes, aproximadamente, a las sufridas durante de los años 1974 y 2008, la economía mundial perderá 5,5 billones de dólares o casi el 8% del PIB; Catherine Mann, economista principal de Citigroup, opina algo semejante; la agencia Bloomberg sostiene que la contracción económica durará hasta el año 2022, que es poco probable que el PIB global vuelva a tener el crecimiento previo a la crisis sanitaria, que la tendencia actual se revertirá sólo si se inyectan estímulos monetarios y fiscales sin precedentes; Para Kristalina Georgieva, Directora del FMI, “la perspectiva para el crecimiento mundial para 2020 es negativa, una recesión por lo menos tan mala como la que tuvimos en la crisis financiera mundial o peor”; Christine Lagarde, Presidente del Banco Central Europeo, sostiene que cada mes de la crisis costará a las economías de la Eurozona entre un 2% y un 3% de su PIB; las mayores economías de Europa, la alemana y la francesa, están contraídas tanto en la actividad industrial como en la comercial; para la Organización Mundial de Comercio, el intercambio de bienes y servicios globales podría contraerse el 2020 entre un 13% y un 32%. El PIB de todos los países se reducirá como nunca y nadie pronostica una salida rápida de esta recesión, que traerá, además del sufrimiento humano que la enfermedad causa, consecuencias crueles para todas las familias. El mundo se encamina a la recesión más profunda vivida desde la Gran Crisis de 1929, cuando se congelaron los créditos, hubo quiebras por doquier, el PIB de EEUU cayó en más del 10 % y el nivel del desempleo superó el 25 %.
El Banco Central de China advierte que si no se logra controlar la pandemia del coronavirus, para lo que se requiere acciones coordinadas de todos los países, la recuperación económica se complica. Según Zhu Jun, Director de Cooperación Internacional del Banco Central de China, “no se puede descartar la posibilidad de una nueva Gran Depresión si la epidemia continúa fuera de control”, porque, a diferencia de las crisis anteriores, que se producían en el sector financiero, la actual afecta al sector real de la economía, ya que para evitar la propagación de la epidemia es necesario detener la producción y poner en cuarentena a la gran mayoría de la población, lo que afecta a todos los sectores de la economía. Para restablecer la economía mundial, China pide coordinar la política macroeconómica mundial; la postura de Rusia es muy similar. Según el Presidente Putin, es necesaria la elaboración de un plan conjunto para “estabilizar la situación, apoyar las economías y recuperar la confianza en el mercado global… Se podría pensar en la creación de un fondo especial bajo la égida del FMI, que reciba financiación principalmente de los bancos centrales, emisores de monedas que forman parte de la canasta del FMI”; según Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, para paliar los efectos de la crisis en la economía mundial, muchos estados tendrán que coordinar acciones y medidas anticrisis.
Se debe esperar que, para enfrentar la crisis actual, las grandes potencias se unan. El primer paso lo dio Rusia cuando, para ayudar a combatir la pandemia del coronavirus en Estados Unidos, envió a New York un avión de la Fuerza Aeroespacial de Rusia con máscaras protectoras y equipos médicos. Morgan Ortagus, Portavoz del Departamento de Estado, declaró: “Este es el momento para trabajar juntos para vencer a un enemigo común que amenaza la vida de todos nosotros”. Rusia y EEUU tienen una larga historia de asistencia mutua, como la que se dio durante la Segunda Guerra Mundial. Dmitri Peskov declaró que a partir de la conversación telefónica de Vladímir Putin y Donald Trump, que discutieron sobre la situación en el mundo, Rusia envía ayuda a EEUU; la misma fue aceptada con beneplácito por Donald Trump. Rusia y China, para combatir el brote de coronavirus, enviaron a EEUU equipos médicos, entre otros suministros. El Presidente Trump agradeció: “China nos envió algunas cosas, lo cual fue fantástico; Rusia nos envió un muy, muy grande avión cargado de cosas, equipo médico, lo cual fue muy agradable”.
Se pregunta Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida?” Y responde: “Una ilusión, una sombra, una ficción”. Aunque soñar no cueste nada y sea lógico que salvar la vida de millones de personas sólo se logra uniendo fuerzas, pues cualquier retraso en ese objetivo es fatal para los que pueden ser salvados, es poco probable que perdure la colaboración alcanzada, debido a la competencia entre las grandes potencias, donde gana el que devora al contrincante. No se debe olvidar que días después de que Alemania Nazi se rindiera incondicionalmente ante los Aliados, EEUU negó todo tipo de ayuda a la URSS, país que había sacrificado la vida de 27 millones de soviéticos, lo que a su vez salvó la vida de millones de estadounidenses. Por algo, Calderón de la Barca filosofa “que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
www.ecuadornews.com.ec