¿Adónde nos lleva la crisis actual?
¿Adónde nos lleva la crisis actual?
Sólo se ve sólo la engañosa espuma de lo que pasa y no lo que en realidad subyace, madura y en cualquier momento puede estallar en EEUU. Aparentemente, se da una sorda y en ocasiones ruidosa contienda entre demócratas y republicanos, los primeros por derrocar al Presidente Trump, ahora mismo, y los segundos, por mantenerse en el poder hasta la elección de noviembre, que definirá la suerte de Trump y Biden. Y, aunque parezca mentira, lo que está pasando y va a pasar en EEUU se vincula íntimamente a esa elección presidencial. Hay que tener paciencia hasta que las aguas bajen claras, porque, sin duda, se va a vivir momentos más que interesantes.
A nivel mundial, la crisis actual es uno de los efectos de la globalización, porque los productores de EEUU y la UE, buscando minimizar el costo de sus productos, se aprovecharon de la buena preparación de los trabajadores de China y de sus bajos salarios para trasladar sus fábricas a ese país. La elevada capacidad industrial de China está basada en las exportaciones de los productos que Occidente ya no produce; este desequilibrio es el factor determinante de esta crisis.
Como los estadounidenses consumen más productos chinos que los chinos productos estadounidenses, se produjo un elevado déficit comercial que fue el pretexto para que el Presidente Trump le declarara la guerra económica a China. Como parte de esa contienda, dirigió sus proyectiles contra Huawei, empresa china cuyos ingresos superan los cien mil millones de dólares por año y es uno de los líderes mundiales en el sector de la tecnología de la información, redes de telecomunicaciones, Internet, inteligencia artificial y demás campos relacionados con tecnologías avanzadas. Para ello, el Departamento de Comercio de EEUU acusó a Huawei, y a 70 empresas afiliadas a ella, de espionaje industrial y fraude y les prohibió adquirir productos estadounidenses. En esta guerra económica, Trump se ha vuelto un enemigo duro e implacable, pues cree favorecer así su posible reelección.
La causa real de esta discordia es más profunda, se trata de que como EEUU no quiere perder el liderazgo ni su correspondiente hegemonía, busca frenar el desarrollo chino. Para ello, intenta sacar de la competencia a Huawei. Sostiene que esa empresa amenaza no sólo su seguridad nacional sino la del mundo entero y considera que eliminarla es más importante que un acuerdo comercial con China.
¿Por qué tanta inquina contra Huawei? Porque las relaciones de esa empresa con los estados del mundo son tan fuertes que si pudieran destruir a Huawei, arruinarían parte del progreso chino. Pero sucede que aunque lograran alejarla de la zona donde es fuerte la influencia estadounidense, no podrían aislarla de su mercado natural, el chino, que es inmenso, ni el de los aliados de China, que son muchos. Por eso, como es imposible eliminarla porque esa empresa ha desarrollado la más avanzada tecnología del mundo, intentan contra China una revolución de colores en Hong Kong y van a alborotar cualquier lugar en el que Beijing tenga alguna influencia; también, van a echar leña al fuego de las discrepancias entre India y Paquistán, para que China, aliada natural de Paquistán, se pelee con India y se resquebraje el BRICS.
Ahora bien, el planeta tiene muchos puntos calientes: Palestina, Siria, la península de Corea, Venezuela y otros más, aunque rara vez se habla de la República de China (Taiwán), donde todo podría ser más calientes que en ningún otro lugar del planeta.
El Parque Científico e Industrial de Pinyin es un parque fabril que el gobierno de Taiwán estableció el 15 de diciembre de 1980. Fue fundado por Kwoh-Ting Li, que se inspiró en el Silicon Valley de EEUU, cuando era Ministro de Finanzas de esa república. A partir de entonces, Li convenció de que regresaran a Taiwán a gran parte de los talentos chinos que habían emigrado.
Uno de ellos fue Morris Chang, genio mundial de los semiconductores y digno merecedor de por lo menos unos diez Premios Nobel en Física. Lo llaman “el padre de los semiconductores”, un elemento que ha revolucionado a la electrónica y que se comporta como un conductor o como un aislante en dependencia del campo eléctrico o magnético, la presión, la radiación, o la temperatura del ambiente en que se halla. Al hablar de semiconductor, generalmente silicio, se habla de la materia básica que se usa para la fabricación de un circuito integrado, CI, llamado también microchip o chip, una estructura de algunos milímetros cuadrados de superficie sobre la que se fabrican circuitos electrónicos que realizan las mismas funciones de los tubos de vacío. Gracias al alto rendimiento, bajo costo y pequeño tamaño, el CI se usa en computadoras, teléfonos móviles y todo equipo electrónico. Taiwán produce el 54% de todos los semiconductores del mundo.
Morris Chang fundó en 1987 la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), la fundición de silicio más grande del mundo, pionera de la fabricación de semiconductores. Él es director ejecutivo y presidente del consejo administrativo de esta compañía y el autor de su éxito. TSMC es de la primera empresa que produce intensivamente semiconductores de 5 y 3 nanómetros (nm); para tener una idea de este tamaño, un cabello humano mide 66.000 nm.
Según un portavoz de TSMC, “la industria de los semiconductores necesita seguir el camino marcado por la Ley de Moore -la cantidad de transistores en un circuito integrado se duplica cada dos años aproximadamente-, lo que implica seguir reduciendo el tamaño de los circuitos”. Para ello, TSMC tiene un presupuesto superior a los 24.000 millones de dólares, con lo que durante los próximos años será la mayor productora mundial de chips lógicos.
Y aquí se toca la segunda parte de la peliaguda guerra económica que el Presidente Trump ha declarado a la República Popular China, problema que se resuelve o se complica en Taiwán. Resulta que la industria china compra a Taiwán, directa o indirectamente, cerca de la mitad de los semiconductores, indispensables para su producción tecnológica. Si Trump, con el ánimo de hundir a Huawei y perjudicar a China, prohibiera a Taiwán la venta de chip que contuvieran un mínimo porcentaje de tecnología estadounidense, la industria electrónica china colapsaría. Pero sucede que esto conllevaría el colapso económico de China y el del resto del mundo, pues China es dueña del 16% del comercio mundial. Incluso se vería afectada la economía de EEUU, especialmente la electrónica, aunque en un porcentaje menor. Además, China podría liquidar los bonos del Tesoro de EEUU, país que le debe a China más de un billón de dólares. También, China produce cerca del 90% de tierras raras, esto es, diecisiete elementos químicos escasos e indispensables para la fabricación de superconductores, teléfonos inteligentes y otras aplicaciones de alta tecnología; la industria de defensa de EEUU adquiere en China más del 80% de tierras raras, vitales para la producción de sus modernos componentes militares, desde aviones hasta semiconductores, por lo que, en ese rubro, China es un riesgo significativo para la seguridad nacional de EEUU.
Se pregunta: ¿Cavará Trump su propia sepultura y suicidará a EEUU para matar a China imitando a Sansón? ¿Dará luz verde el Pentágono a esa política riesgosa? ¿Cómo va a reaccionar el Congreso de EEUU ante esta hipotética declaratoria de guerra del Presidente Trump? ¿La industria de tecnologías de la información estadounidense aceptará arruinarse, con tal de que Trump arruine la de China? ¿Aceptará el Dr. Morris Chang esta política agresiva de EEUU? ¿En el caso de que no le obedezca, decretará Trump sanciones contra Taiwán, cuyos intereses con EEUU son más fuertes que con ningún otro país? ¿La República Popular China se cruzaría de brazos ante esta nueva agresión o invadiría Taiwán? ¿Está EEUU en condiciones de defender Taiwán y llevar una guerra real contra China? ¿Cuál sería la posición de Rusia en el caso de que se diera una guerra entre EEUU y China?, preguntas que, por las miles de variables que contienen, son de respuesta compleja. Sólo el tiempo despejará estas incógnitas.
Tal vez sea por eso que la Junta de Científicos Atómicos de EEUU anunció que el Reloj del Juicio Final está más cerca del ‘apocalipsis’ y sus expertos, con el fin de advertir que la seguridad internacional es ahora más insegura que nunca, lo adelantaron veinte segundos y anunciaron que este marcador simbólico del fin del mundo se encuentra ahora a cien segundos de la medianoche. En fin, se debe permitir volar al tiempo para poder saber algo, porque todo es dudoso actualmente.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno,
Corresponsal de Ecuador News en Quito
www.ecuadornews.com.ec