De la amenaza de la pandemia a la oportunidad de la sostenibilidad
De la amenaza de la pandemia a la oportunidad de la sostenibilidad
No cabe duda de que todo mal conlleva lecciones y oportunidades, y por eso es de suma importancia el aprovecharlas de la mejor manera posible. Vivimos tiempos en los que ya no podemos darnos el lujo de pasar desapercibidas tales lecciones y desperdiciar las oportunidades.
La irrupción y propagación del virus COVID 19 en el mundo entero ha puesto a prueba la gran capacidad de respuesta que tiene el ser humano ante una inminente amenaza. Las medidas de precaución y control -basadas en lecciones aprendidas de anteriores epidemias semejantes- están dando resultados positivos y se espera que dicho virus podrá ser controlado en un mediano plazo.
¿Pero qué oportunidades nos puede traer un virus mortal como éste?
Posiblemente la más crucial es la de analizar el efecto que ha causado en el modus operandi de las sociedades en la mayoría de los países del mundo. En el plano económico, el efecto es tan negativo que parece que está empezando a causar una nueva crisis económica mundial; sin embargo, paradójicamente, el impacto que esto ha tenido sobre el planeta es impresionantemente reconfortante. Claro, he aquí la oportunidad para analizar el efecto en los aspectos social y ambiental, tan importantes como el económico.
En cuanto al efecto ambiental, hemos constatando evidencias de que en los meses de cuarentena las emisiones de carbono a la atmósfera disminuyeron en el mundo entero, así como el nivel de contaminación y de generación de basuras. El cese de actividades industriales y comerciales causado por el confinamiento ha detenido –temporalmente- el calentamiento global y la contaminación en la mayoría de los países.
En cuanto al efecto social observamos, por un lado, la secuela de temores –que no conducen a nada bueno- en la que la mayoría de personas es propensa a caer y ser manipulada y, por otro lado, el liderazgo positivo de aquellos pocos que toman la oportunidad para plantear vías de acción beneficiosas tanto para sus comunidades como para el medio que les rodea.
Ahora bien, supongamos que la propagación del virus escapara fuera de nuestro control o que empiecen a aparecer virus similares. ¿Qué haríamos? Nos veríamos obligados a permanecer recluidos en nuestras casas por períodos largos, lo que activaría un cambio radical en nuestra forma de vida. Gracias a la tecnología informática, un considerable porcentaje de la población podría seguir trabajando o estudiando en-línea desde sus casas. Muchos otros se verían obligados a buscar nuevas actividades que, seguramente, la creatividad y la solidaridad humanas las harían posibles. La producción agrícola se concentraría más en abastecer a las poblaciones locales que a las exportaciones, lo que reduciría enormemente su huella de carbono. Debido a la restricción en sus salidas fuera de casa, muchas familias optarían por tener huertos familiares, lo cual también ayudaría a disminuir la huella de carbono.
Desaparecerían algunos negocios y actividades comerciales, los ingresos de muchas familias se verían reducidos, por lo que éstas se asociarían con otras familias para hacer cosas conjuntamente, intercambiar alimentos y recursos varios, lo cual fortalecería el sentido de comunidad y solidaridad entre congéneres.
El consumismo se reduciría notablemente y nos daríamos cuenta de que no necesitamos tanta cosa para vivir. La producción industrial -por ende, el uso de combustibles fósiles- mermaría, lo que reduciría la contaminación, la generación de basuras y, sobre todo, las emisiones de carbono.
Surgirían ciertas formas de escasez, pero éstas nos enseñarían a hacer un uso más eficiente de los recursos y de toda forma de energía. En fin, se darían un montón de circunstancias y condiciones nuevas que nos podrían conducir no al colapso económico que tantos temen sino a una necesaria transformación de la economía.
El nuevo sistema económico tendrá que dejar de poner la ganancia monetaria como prioridad para centrarse más en el servicio a la comunidad y en el desarrollo humano de los individuos, así como en resarcir el daño que le hemos causado al planeta justamente por haber puesto al lucro como prioridad.
Ojalá que esta pandemia sea el punto de partida a esa vislumbrada transformación del caduco sistema económico actual hacia la anhelada y necesaria sostenibilidad.
OPINIÓN
Por: Eduardo Neira Nuques
En especial para Ecuador News
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