De Londres a Quito
Mi viaje a Quito en tiempos del coronavirus
Insólito viaje en avión de la corresponsal de «Ecuador News»
Hace menos de un año, si se tenía el pasaporte actualizado y el dinero, en un día se podía organizar un viaje al Ecuador, pero a partir de la pandemia un viaje transatlántico es muy complicado por lo que solo una persona con una razón de fuerza mayor se atreverá a exponerse al estrés y gastos que esto implica.
En mi caso la frustración venía acumulándose desde marzo cuando dos días antes de mi viaje, el Ecuador cerró sus fronteras. Tres meses después, en junio, Ecuador permitió el ingreso de vuelos internacionales, pero las aerolíneas aun no decidían reiniciar sus vuelos a Latinoamérica.
Por fin en el mes de julio se puede viajar con las compañías aéreas europeas, pero había que coordinar con precisión de reloj suizo la fecha del vuelo y los máximos 7 días de validez de la prueba PCR negativa que el gobierno ecuatoriano exige a los viajeros para que puedan hacer su aislamiento obligatorio en el domicilio. Esperando el resultado de la bendita prueba los nervios se destrozan porque se sabe el maldito virus puede ser asintomático por lo que te asalta la duda razonable de que salga positivo y ahí sí que te quedas con la deuda del pasaje, la deuda de la prueba y lo que es peor con la deuda imperdonable de no ver a un ser querido talvez por última vez.
POR FIN
Siempre he viajado de Londres a Quito pasando por la ciudad de Amsterdam con vuelos cuya duración no han pasado de 14 horas, mientras que ahora el vuelo más rápido era de 28 horas, de las cuales, 15 esperando.
A la una de la tarde del domingo 5 de julio en el Terminal 2 del aeropuerto de Heathrow me uní al conglomerado de enmascarados a los que ya nadie puede acompañar a despedir. Fue una agradable sorpresa que el check in hice en 10 minutos supongo porque los otros pasajeros lo hicieron online. Media hora más tarde pasé el control migratorio. Tres horas después ya estaba en el avión donde me ofrecieron una caja con un sanduche de queso, una galleta y agua. Hasta llegar a la capital holandesa me entretuve leyendo un artículo de promoción turística del Ecuador titulado Darwin{s Den publicado en la revista Holland Herald.
EN EL AEROPUERTO DE SCHIPHOL
Mi intención era alojarme en el Yotelair un hotel en el interior del aeropuerto, mas me fue imposible encontrar un cupo por lo que pasé en una de las tantas bancas de la zona de tránsito internacional de uno de los aeropuertos más ajetreados de Europa. Toda la noche permanecí en vela escuchando los ronquidos de algunos pasajeros y el anuncio emitido cada 20 minutos pidiendo que se use la mascarilla y se respete el metro y medio de distanciamiento.
Como una figura futurística a las 2:30 de la madrugada llegó un policía en patineta electrónica a revisar pasaporte y tarjeta de embarque. A las 5 de la mañana comenzó a llegar el personal del aeropuerto decidí levantarme y en el único sitio que encontré abierto a las 6 de la mañana compré un anhelado café y una bebida de limón y zinc intentando contrarrestar la deshidratación.
RUMBO A QUITO
Para agregarle más desesperación a la larga espera el Boeing 777 rumbo a Quito salió con dos horas de retraso. En el interior de la nave entre las cosas más notorias fue la inexistencia de ventas de souvenirs las azafatas ya no se dan las vueltas ofreciendo productos del catálogo, aunque fue el contenido de la comida y su presentación lo que más nos llamó la atención. Al momento del almuerzo recibimos una bolsa plástica transparente que contenía una botella de agua 2 mandarinas congeladas, una cola de lata, 2 barras de cereal, galletas, tostado, 2 chocolatines y 2 stroopwafel este último típico del país de los tulipanes. Esta visto ya no ofrecerán comidas calientes, ni café ni te. También con la pandemia se acabaron esas charlas espontáneas entre compatriotas que se solía tener en el avión.
EN EL AEROPUERTO MARISCAL SUCRE
Con dos horas de retraso llegamos a la Carita de Dios. Los pasajeros que iban rumbo a Guayaquil desembarcaron primero. Apenas llegamos al aeropuerto Mariscal Sucre fuimos conducidos a una sala para pasar el control médico. Esperamos por más de una hora al equipo médico que se encargó de revisar la certificación de la prueba de PCR y el formulario médico que nos fue entregado en el avión. También a todos nos midieron la temperatura y el nivel de oxígeno. Una vez aprobado devuelven el formulario con sus anotaciones y se pasa a otra sala en la que están otros médicos que reconfirman la información y solo después de esto se puede pasar a migración, pero antes hay que mirar a una cámara que capta la temperatura de nuestro cuerpo.
En general el personal médico muy profesional y amable, pero debería haber más gente para agilizar el proceso.
El control migratorio fue muy rápido aquí simplemente se entrega el otro formulario que nos dieron en el avión, se confirman los datos y por último hay que sacarse la mascarilla para que te tomen la foto.
Lamentablemente al ser este un viaje tan largo con demoras inesperadas a uno ya no le queda fuerzas para dar una mirada a las ofertas de los almacenes que estaban abiertos, lo único que el pasajero quiere es retirar las maletas e irse a casa.
RETORNO
Desde el 10 de julio los pasajeros procedentes de 59 países no tendrán que hacer los 14 días de aislamiento obligatorio en Inglaterra a excepción de los que lleguen de América del Sur, EEUU y Canadá así que a mi regreso a Londres me espera dos semanas de aislamiento, pero esa ya es otra historia.
De Londres a Quito… en plena pandemia
LONDRES
Por Lic. Doris Noboa
Corresponsal de Ecuador News en Londres
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