El Federalismo versus el Centralismo
El Federalismo versus el Centralismo
En una acción para mantenerse dentro del ámbito político pero sin desgastarse con una candidatura presidencial, el ex alcalde de Guayaquil Jaime Nebot apoya la candidatura de Guillermo Lasso de CREO, solo a la presidencia, mas no a la Asamblea Nacional, pero con la propuesta que se convoque a una consulta para que el pueblo decida si el país cambia de administración de Centralismo a Federalismo.
Nos preguntamos por un antojo socialcristiano pero más que nada de una persona que indicó se retira de la política y se mantiene inaugurando las obras municipales como que todavía no acepta que ya no es alcalde de Guayaquil, se deba convocar a la ciudadanía a decidir el cambio de gobernar el país sin primero exponer las pro y contras de las dos formas de gobiernos. Porque el Federalismo como el Centralismo son dos formas de gobierno opuestos desde el punto de vista conceptual, ambos son muy distintos modelos administrativos del Estado.
El cambio de estructura administrativa Federalizada o Centralizada responde a múltiples escenarios sociales, étnicos, culturales, históricos y geográficos, y existen rasgos diferenciadores entre ambas formas de organización a ser destacados como el reparto de los poderes del estado, la atención a la diversidad y la representación legislativa.
La centralización del poder conviene al país que prefieren erigir un poder único y fuerte que regule la nación, sobre todo en casos en que existe mucha desigualdad entre las provincias y se teme que una provincia rica no comparta lo suficiente sus riquezas con las vecinas más pobres.
El problema del modelo central es que su implantación genera mucha fricción en los poderes provinciales y a menudo deriva en modelos de poder más autoritarios, menos justos, en los que se decide desde muchos kilómetros de distancia las medidas que deberían beneficiar a los ciudadanos de una provincia determinada, desconectando así al poder de la realidad inmediata de su pueblo.
Mientras que el federalismo trata de constituir sociedades más democráticas en su necesidad de conciliaciones, asambleas y acuerdos permanentes, además de que respeta las individualidades sociales, religiosas o culturales de las distintas provincias, algo vital en el caso de Ecuador como país multiétnico o Estado plurinacional.
En lo negativo este es un ordenamiento más laxo, más proclive a la independencia de alguno de los territorios nacionales y a la existencia de diferencias legales entre provincias, a partir de las jurisdicciones provinciales.
El Estado Ecuatoriano por algunos años tendrá que orientar todo su esfuerzo a estabilizar la economía, el trabajo, la educación y la salud, y para conseguirlo se requiere de una unidad estatal, donde todas las provincias tengan que arrimar el hombro para que la población salga de esta crisis. La propuesta de un cambio de forma de gobierno en estos momentos está fuera de la realidad, como el ex alcalde está fuera de su realidad. Es hora que busquemos salir de esta encrucijada que nos han metido malos políticos, para con nuevas acciones encontrar la luz en este túnel.
OPINIÓN
Por. Dr. José Elías Rodríguez Borja
Fundación del Migrante
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