Política de apaciguamiento y sus consecuencias
Política de apaciguamiento y sus consecuencias
Antes del 1 de septiembre de 1939, fecha del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Alemania, Italia y Japón iniciaron sus planes de dominio mundial; también, Francia y Gran Bretaña propugnaron una política de apaciguamiento, que condujo al abismo.
En octubre de 1935, cuando Italia quiso apoderarse de Etiopía, Mussolini le pidió su opinión a Mac’Donald, Primer Ministro de Inglaterra; la respuesta fue: “A las mujeres inglesas les enorgullece las aventuras amorosas de sus maridos bajo la condición de que actúen discretamente. Por eso actúe con mucha táctica, nosotros no nos opondremos”. Efectivamente, los pertrechos y las tropas italianas cruzaron sin dificultad el Canal de Suez, en esa época perteneciente a Inglaterra y Francia.
En 1936, al cruzar sus tropas al otro lado del Rin, zona desmilitarizada de Alemania, Hitler rompió el Tratado de Versalles. Sir Wheeler Bennet, historiador conservador inglés escribe: “A Adolfo Hitler se le permitió ganar la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial sin disparar un sólo tiro”.
El 18 de julio de 1936, luego del triunfo del Frente Popular en las elecciones de España, el General Francisco Franco comandó el levantamiento de los nacionalistas españoles. Hitler y Mussolini enviaron de inmediato aviones para trasladar las tropas rebeldes de Marruecos a España. Alemania e Italia estaban interesadas en que en el futuro conflicto europeo España se uniera al eje Berlín-Roma; por eso, entre 1936 y 1939 pelearon en las filas de Franco 50.000 alemanes y 150.000 italianos.
El 27 de febrero de 1939, Inglaterra y Francia reconocieron a Franco y rompieron relaciones diplomáticas con España. A fines de marzo de ese año, Franco derrotó a la República Española. La Unión Soviética fue el único país que vendió armas a España y la ayudó a organizar a su ejército. Las Brigadas Internacionales, procedentes de cincuenta y tres países, en las que pelearon personalidades de la talla de Palmiro Togliatti, César Vallejo, Ernest Hemingway, George Orwell, fueron una gran ayuda en la lucha en contra del nazi-fascismo.
El 12 de marzo de 1938, Alemania invadió a Austria y la anexó a la fuerza. Neville Chamberlain, Primer Ministro de Inglaterra, dijo: “Lo sucedido no debe obligar al gobierno a cambiar de política, al contrario, los últimos acontecimientos fortifican su convencimiento en la justeza de esta política y lo único de lamentar es que este rumbo no se hubiese emprendido antes”. Alemania de inmediato construyó autopistas que conducían a las fronteras checas.
En 1938, Hitler reclamó para Alemania la estratégica región de los Sudetes, porque allí se encontraban las principales fortificaciones militares y la mayores industrias de Checoslovaquia. Cuando Lord Halifax, Ministro de Relaciones Exteriores inglés, supo que el Führer estaba iracundo y que habría consecuencias desastrosas si no le entregaban los Sudetes, dijo: “Trasmítanle que espero vivir hasta el momento en que se realice la meta fundamental de todos mis esfuerzos: Ver a Hitler con el rey inglés juntos en el balcón del palacio de Buckingham”.
Por su parte, Chamberlain recomendó a Beneš, presidente de Checoslovaquia, ceder los Sudetes a Alemania y anular los pactos con Francia y la URSS. Beneš rechazó la propuesta por estar dispuesto a aceptar la ayuda que la Unión Soviética le prometió a Checoslovaquia en el caso de que Alemania los agrediera y Francia se negara a apoyarlos. Londres y París le presentaron un ultimátum: “Si los checos se agrupan con los rusos, la guerra podría transformarse en una cruzada contra los bolcheviques. Entonces a los gobiernos de Inglaterra y Francia les sería muy difícil quedar al margen”. Los checos aceptaron el ultimátum. Hitler propuso la realización de una conferencia entre Inglaterra, Francia, Alemania e Italia; no fue invitada Checoslovaquia, que en ese conciliábulo perdió la quinta parte de su territorio, la cuarta parte de su población y la mitad de su industria pesada.
El 30 de septiembre, luego de la firma del Pacto Münich, se comunicó verbalmente a la delegación checa el destino de su país. Cuando ellos reclamaron indignados por la monstruosa resolución, les contestaron: “¡Es inútil discutir! Está decidido”. Medio año después, las tropas alemanas entraron a Praga ante la impávida mirada de Francia e Inglaterra, garantes que no movieron un dedo para prestar ayuda a Praga.
Luego de recibir en bandeja de plata a Checoslovaquia, Hitler exigió la devolución del Corredor Polaco, la entrega del puerto de Dánzig y que Polonia le cediera facultades extraterritoriales para construir autopistas y líneas férreas por el territorio polaco. Después, anuló el pacto de no agresión firmado con Polonia en 1934, renunció al convenio naval anglo-alemán y comenzó a reclamar las colonias que, luego de la Primera Guerra Mundial, le fueron arrebatadas por Francia e Inglaterra.
El 23 de julio de 1939, la URSS propuso a Gran Bretaña y Francia el envío de una misión militar a Moscú, con el propósito de lograr un acuerdo que impidiera la agresión de Alemania a Polonia. La misión arribó diecinueve días después, estaba encabezada por personajes que no tenían atribuciones ni poderes para discutir nada ni firmar algún convenio militar concreto.
La URSS advirtió a la misión: “No podemos esperar a que Alemania derrote a Polonia, para que después se lance contra nosotros. Necesitamos un trampolín desde el cual atacar los alemanes, sin él no les podemos ayudar. Era necesario obtener una clara respuesta de Polonia y Rumania sobre el paso de nuestras tropas a través de sus territorios. El año pasado, cuando Checoslovaquia se encontraba al borde del abismo, no obtuvimos una sola señal de ustedes, ahora, vuestros gobiernos han prolongado inútilmente y durante demasiado tiempo estas conversaciones”.
El 23 de agosto de 1939, el gobierno soviético suscribió el Pacto de no Agresión con Alemania. Al firmarlo, la URSS no se hacía ilusiones, sólo actuaba con cautela para evitar que la arrastraran a un conflicto que no buscaba ni deseaba y que la guerra se alejara por algún tiempo de sus fronteras.
El Mariscal Zhukov dijo: “En relación al Pacto de no Agresión, en ningún momento escuché de Stalin palabras tranquilizadoras”. Su firma tuvo también la finalidad de que las potencias de Occidente no se unieran con Alemania en contra de la Unión Soviética. Según Stalin, la razón por la que estas cedían y cedían posiciones ante Hitler era darle aire a un hipotético conflicto germano-soviético y, al mismo tiempo, quedar ellas al margen del mismo. Esperaban que Hitler cumpliese la promesa de liquidar al comunismo y le abrían la posibilidad de atacar a la URSS. Creían que la guerra agotaría a ambos bandos, entonces les ofrecerían sus soluciones y les dictarían sus condiciones, una forma fácil y barata de conseguir sus fines.
El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. La Blitzkrieg fue la estrategia de guerra que dio grandes éxitos a la Wehrmacht, las Fuerzas Armadas de Alemania. Consistía en concentrar gran cantidad de fuerzas en zonas estrechas del frente, con lo que se adquiría absoluta superioridad, tanto de soldados como de instrumentos de guerra. El Ejército Polaco fue derrotado en cinco semanas.
Entre el 9 de abril y el 10 de mayo de 1940, la Wehrmacht se apoderó de Noruega, Dinamarca, Holanda, Belgica y Luxemburgo. El 14 de mayo de 1940, en la región de Sedan, los tanques alemanes rompieron las líneas defensivas anglo-francesas y se precipitaron en dirección a occidente. El 20 de mayo, las divisiones motorizadas alemanas llegaron a las costas de la Mancha. El 27 de mayo comenzó la evacuación de las fuerzas inglesas desde Dunquerke, exitosa gracias a que las divisiones motorizadas comandadas por Kleist detuvieron su marcha.
Este hecho tiene una explicación política, eliminada Francia, Hitler esperaba ponerse de acuerdo con Gran Bretaña para lograr la creación de un frente común contra la Unión Soviética. Se cree que para esa negociación, Rudolf Hess, segundo hombre fuerte de Alemania, voló a Gran Bretaña y se arrojó en paracaídas cerca de la residencia de Lord Halifax. Buscaba contactos con Inglaterra para lograr la división de las esferas de influencia en el mundo.
El 21 de junio de 1940, en el bosque de Compiègne, a unos 70 kilómetros de París, en el mismo vagón en el que 22 años atrás se habían rendido los alemanes a los franceses y bajo el saludo nazi hecho por Hitler, Francia se rindió a Alemania. El Mariscal Petain formó un nuevo gobierno. La mitad de Francia iba a ser zona ocupada, la otra mitad iba a ser gobernada por Petain, desde la ciudad de Vichy. Sin embargo, la gran mayoría del pueblo francés se alineó con las fuerzas de la “Francia Libre”, encabezas por el General Charles De Gaulle, o con el Partido Comunista Francés. Ambos movimientos, desde la clandestinidad, combatieron codo a codo y jugaron un importante rol en la lucha contra el fascismo.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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