El imperturbable Presidente Putin
El imperturbable Presidente Putin
Las relaciones de Rusia con Estados Unidos están peores que durante la Guerra Fría y sólo son comparables a la crisis de los misiles de Cuba de 1962, cuando EEUU y la URSS estuvieron al borde de la Tercera Guerra Mundial, y además causan gran inestabilidad a nivel mundial. Entonces, la guerra se evitó gracias a que los líderes de esas dos grandes potencias hicieron concesiones mutuas, pero en la actualidad EEUU mantiene una política exterior aventurera y belicosa. El expresidente Medvédev se plantea: “¿Encontrarán los actuales estadounidenses la sabiduría del compromiso que lograron sus líderes en la crisis del Caribe en la década del 60?”
Según Serguéi Shoigú, Ministro de Defensa ruso, “las fuerzas estadounidenses se trasladan de las partes continentales de Norteamérica a Europa a través del Atlántico y se están concentrando en las vecinas regiones de los mares Báltico y Negro”, lo que coincidió con la movilización de dos ejércitos y tres agrupaciones aerotransportadas rusas hacia sus fronteras occidentales, maniobra anual que ha permitido a la prensa de Occidente acusar de manera irresponsable a Rusia de ser agresora, por tener tropas en sus propios territories fronterizos con Ucrania; las tensiones han tomado un rumbo preocupante, cuya única salida parecería ser un conflicto militar catastrófico.
La crisis en Ucrania se remonta al año 2014, cuando, luego del golpe de Estado, algunas provincias de este país proclamaron su deseo de integrarse a la Federación de Rusia, igual a lo que en marzo del 2014 hicieron Crimea y Sebastopol. El Presidente Zelenski, envalentonado por el sustento de la injerencia externa y en su intención de recuperar las repúblicas del Dombass, ha optado por el uso de la fuerza y no por atenerse a los Acuerdos de Minsk, conjunto de medidas para encontrar una solución pacífica a la crisis en el este de Ucrania, acordados en febrero del 2015 en la cumbre celebrada en Minsk, firmados por Kiev y las repúblicas populares no reconocidas de Donetsk y Lugansk, con las garantías de Francia, Alemania y Rusia, y respaldados por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.
Dmitri Peskov, portavoz del Presidente Putin, indicó: “Cerca de nosotros hay un país en el que no podemos descartar que sus dirigentes vuelvan a considerar posible resolver susproblemas internos por la fuerza. ¿Es peligroso para nosotros? Por supuesto que sí. ¿Debemos tomar medidas para garantizar nuestra seguridad? Sí, debemos hacerlo y así lo estamos haciendo”. María Zajárova, portavoz de la Cancillería rusa, indicó que la situación en Donbass es difícil y está empeorando debido a “la actitud belicosa de Kiev, que vive con la ilusión de una posible solución militar del conflicto en el sureste del país”; pidió a las autoridades de Kiev que respeten los Acuerdos de Minsk.
Por su parte, el Presidente Biden hace declaraciones irresponsables, ordena el despliegue de fuerzas militares a la frontera de Rusia y aprueba las agresiones a este país. ¿Qué ha pasado? Que la elite de EEUU añora la década de los años 1990, cuando maximizó lo que creyó que era su victoria en la Guerra Fría, minimizó las posibilidades del desarrollo de China y tomó iniciativas geopolitícas con el fin de impedir a toda costa que Rusia renazca y una sus intereses con los de China; por eso, la ampliación de la OTAN hacia el este y su actual llamado a integrar una coalición contra esos dos colosos son parte de su estrategia. Pero la administración de Biden tiene sueños de perro y vive el presente como si fuera el pasado, cuando gobernaba el mundo, lo que le impide asimilar que otros países tienen mayor capacidad estructural y un potencial militar comparable o superior al suyo.
En abril 21, el Presidente Putin dio su mensaje anual a la Asamblea Federal de Rusia. Habló de los proyectos científicos importantes, como crear un potente escudo sanitario en el ámbito de seguridad biológica; de la moderna industria energética y la importancia de crear nuevos enfoques integrados a la hora de desarrollar el potencial energético; de la cuestión del clima y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que en Rusia deberían ser más bajos que en la UE, pidió a la Asamblea Federal acelerar y actuar con dureza en la aprobación de la ley sobre la responsabilidad financiera de los empresarios por los daños al medio ambiente; de que las soluciones climáticas deben convertirse en un poderoso incentivo para la integral modernización de todos los sectores de la economía y la esfera social; y de mejorar la educación superior gratuita.
También habló de que la medicina vive una revolución y los rusos deben tener acceso a las últimas tecnologías en este ámbito; de los nuevos productos farmacéuticos y que Rusia debe poseer un ciclo completo de producción de vacunas y medicamentos; de que muchos países desarrollados no fueron capaces de defenderse del golpe de la pandemia con la misma eficacia que Rusia.
Agradeció a los trabajadores sanitarios que arriesgaron sus vidas para luchar contra la pandemia y notó que todo el pueblo trabajó con rapidez, calidad y conciencia, bajo medidas extenuantes pero vitales; dijo que los ciudadanos, la sociedad y el Estado actuaron juntos de forma responsable y solidaria para levantar una barrera poderosa contra la epidemia; que los científicos rusos han demostrado un creciente potencial al desarrollar tres vacunas fiables y seguras contra el COVID-19; que Rusia debe estar preparada para ampliar los sistemas de prueba contra nuevas enfermedades peligrosas y comenzar la producción masiva y eficiente de vacunas nacionales; que el Estado ruso busca lograr un crecimiento poblacional sostenible y alcanzar para el 2030 la esperanza de vida de 78 años, y pidió a los ciudadanos de su país: “vacúnense por favor, la vacunación es ahora de importancia crucial para que en septiembre se forme la inmunidad colectiva al COVID-19”.
Su discurso se centró en hacer un balance de la situación de su país y no en lo que el mundo esperaba, que respondiera a tanto insulto vertido en Occidente contra su persona y Rusia; nadie en particular fue mencionado, excepto Bielorrusia y su presidente, Alexandr Lukashenko.
Condenó las sanciones ilegales, los asesinatos políticos y la práctica de organizar golpes de Estado, que superan todos los límites imaginables, y dijo: “Hoy en día, esta práctica se está convirtiendo en algo mucho más peligroso. Me refiero a los hechos recientemente conocidos de un intento directo de organizar un golpe de Estado en Bielorrusia y el asesinato del presidente de este país” y criticó el silencio de Occidente: “Es característico que incluso acciones tan flagrantes no sean condenadas por el llamado Occidente colectivo, nadie parece darse cuenta de esto, todos fingen que no pasa nada en absoluto… ¿Y qué hubiese pasado si se hubiera llevado a cabo el intento de golpe de Estado en Bielorrusia? ¿Cuántas personas hubieran resultado heridas y cómo se desarrollaría el destino de Bielorrusia? Nadie piensa en eso, igual que nadie pensó en el destino de Ucrania cuando se llevó a cabo el golpe de Estado en este país, parecería que el mundo se hubiera acostumbrado a los intentos de unos de imponer por la fuerza su voluntad a otros y a las sanciones ilegales”.
En cuanto a cómo es tratada Rusia por parte de Occidente, denunció que no cesan los actos hostiles contra ella y añadió que para algunos países el atacar a Rusia se han convertido en un nuevo deporte. “Si alguien no quiere dialogar, elige un tono egoísta y arrogante, pero Rusia siempre encontrará una manera de defender su postura”. Subrayó que su paísnunca responde a los actos hostiles y a la grosería franca y poco amistosa de algunos estados, porque quiere mantener buenas relaciones con todos los miembros de la comunidad internacional. “Rusia tiene sus propios intereses, que defendemos y seguiremos defendiendo en el marco del derecho internacional, como lo hacen, de hecho, otros Estados del mundo”.
Putin advirtió que, al tomar cualquier decisión, su país tiene suficiente paciencia, responsabilidad, profesionalismo y sentido común, y espera que a nadie se le ocurra cruzar las líneas rojas con respecto a Rusia; aunque no mencionó cuáles eran esas líneas rojas, subrayó que en sus relaciones con otros países será Rusia la que las defina por su propia cuenta y en cada caso concreto. Dijo que las acciones contra su país no cesan y se quiere culpar a Rusia “por cualquier motivo y, muy a menudo, sin ningún motivo en absoluto… Rusia no quiere quemar puentes y si alguien interpreta nuestras buenas intenciones como indiferencia o debilidad y quema definitivamente o destruye estos puentes, debe saber que la respuesta de Rusia será asimétrica, inmediata y enérgica… Que quienes amenacen la seguridad de Rusia se arrepentirán de lo que hicieron como no se han arrepentido de algo desde hace mucho tiempo”.
El imperturbable Presidente Putin no mencionó a nadie, pero mencionó a todos, y dijo sin decirlo: al que le calce el guante, que se lo chante y se ajustó al proverbio judío, la palabra es plata y el silencio es oro.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
www.ecuadornews.com.ec