EVOCANDO A MI MADRE!
EVOCANDO A MI MADRE!
Mi madre, María Georgina Imbaquingo Salazar, junto a su padre y a sus tres hijos viajamos de Riobamba a Guayaquil en un tren de los ferrocarriles del estado ecuatoriano en el año 1950, pero no venía mi padre porque al parecer mi madre lo abandonó. Llegamos a Durán y luego en una barcaza cruzamos el río Guayas para llegar a Guayaquil.
Habitamos una casa grande de madera y caña, ubicada en García Moreno y Aguirre en la que habitaban al menos 10 familias. Las calles eran de tierra y se convertían en ríos con las intensas tempestades de truenos y relámpagos. Además, habían ratas, grillos, cucarachas de agua, sancudos, alacranes, etc.
Extrañaba a mis vecinos y amigos que jugábamos en un bosque de eucaliptos haciendo volar nuestras cometas de papel sobre una alfombra verde que era el tupido césped. Al amanecer salía a tomar aire y refrescarme; en el zaguán habían varios vecinos de mi edad (5 años) y mayores que mí, quienes me dijeron en coro: “seranos come papa con gusanos” y otros improperios vulgares. Los mire a todos y me parecieron analfabetos, sin zapatos, zapallentos, desnutridos y aburridos; no le di importancia y me regrese a mi “hogar”.
Aprendí a leer y escribir en mi escuela y mi hermana estaba en el jardín de infantes a sus tres años de edad, sabía el abecedario. Sin embargo varios de esos analfabetos con el tiempo se superaron laboral y académicamente y son mis mejores amigos. No obstante, durante cinco años soporte presiones físicas y verbales racistas, especialmente de uno de ellos apodado “huesito”, quien fungía como “líder” de esa gallada…. Hasta que me cansé y lo invité a pelear. Él se burló de mí y me basureó con su repertorio vulgar delante de todos ellos. Se cuadró y me atacó furioso; no sé de donde me salió fuerzas y lo levanté en peso estrellándolo contra una pared de madera; cayó al piso semi- inconsciente. De repente, todos ellos se vinieron hacia mí y me preocupe que me atacaran, pero me equivoqué porque me alzaron en peso felicitándome y gritándome” al fin le dieron su merecido a este charlatán mal parido”. Les dije: “amigos debemos aprender a defendernos en paz y concordia, sin utilizar la violencia, si no es necesaria!”. Dos o tres de ellos conocieron a mi padre, quien intento llevarme con él a Quito para “estudiar en el colegio Militar Eloy Alfaro”, pero no acepté expresándole “estoy acostumbrado a vivir con mi mamá y mis hermanas!”. A mis amigos les expliqué que mi papá era doctor en leyes desde entonces me apodaron “abogado”.
Por enfermedad del “mal de chagas “no me matricularon al primer grado de la escuela; mi abuelo Facundo Diego Imbaquingo Guerrón, me matriculó, pero a la segunda semana de clases en mi escuela fiscal “República de Colombia “una señorita me sacó de la fila y me llevó a otra fila que era de segundo grado; no entendí por qué, pero obedecí. Estaba en cuarto grado y participé en un “concurso de conjugación de verbos en todos los tiempos”. También participaron los alumnos del quinto y sexto grado. Tuve el privilegio de ganar tal concurso y recibí como premio un libro “Los Miserables” de Víctor Hugo, escritor francés, una entrada a tribuna para el estadio modelo de fútbol y la ovación de alumnos, profesores y supervisores. De éstas anécdotas a mis 10 años de edad fueron testigos mi abuelo quien firmaba mi libreta de calificaciones y mi madre amada, quien falleció a los 56 años de edad, víctima de una “trombosis cerebral” que la dejó en estado de coma por tres meses, antes de graduarme como ingeniero comercial en la Universidad de Guayaquil, y a quien deseaba mostrarle mi título!
OPINIÓN
Por Luis Lovato
Especial para Ecuador New
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