TECHOS DE CRISTAL
TECHOS DE CRISTAL
A lo largo de las últimas décadas, se ha hablado con frecuencia de los denominados “techos de cristal”, para referirse a los límites que las mujeres debemos desafiar y vencer a lo largo de la vida.
En el caso de los varones jamás se ha mencionado aquello, puesto que, en general no existen límites para sus aspiraciones, para sus deseos, para su inserción en espacios laborales, políticos, científicos.
Parecería que los siglos de sujeción de las mujeres, de su subordinación consagrada por las leyes y las costumbres, mantienen rezagos difíciles de vencer, pero no imposibles, sobre todo porque el acceso a la educación se ha democratizado y ha permitido que las mujeres tengan las herramientas adecuadas para ejercer sus derechos y dar alas a sus sueños.
En este sentido, muchas de las barreras se han derribado, ya no es sorpresivo encontrar a mujeres desempeñando las más diversas funciones, liderando países, organizaciones, empresas, ejerciendo la docencia y llegando a los decanatos y a los rectorados, pero todavía existen reductos que se han mantenido inexpugnables para el acceso femenino.
Uno de esos lugares, aunque parezca paradójico, es la Organización de las Naciones Unidas, creada luego de la segunda guerra mundial, para evitar una nueva conflagración planetaria y que, a lo largo de sus 76 años de vida, no ha tenido todavía a ninguna mujer en el ejercicio de la Secretaría General.
Por invitación del movimiento político global Forward, me encuentro participando, en una singular campaña de la sociedad civil, como candidata para ocupar esa dignidad; lo hago con el entusiasmo que genera el liderar causas nobles, sintiendo que el desafío abre caminos, que golpea puertas que servirán para que transiten las mujeres que continúen las propuestas de cambio, indispensables para el avance de la humanidad.
Los tiempos de crisis demandan transformaciones, presentan oportunidades que no pueden ser desaprovechadas, son espacios generadores de rupturas que deben impactar en el desarrollo de los acontecimientos y en el destino de los habitantes del planeta. Ese es el gran desafío.
OPINIÓN
Por Rosalía Arteaga Serrano
ExPresidenta de la República del Ecuador
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