La victoria soviética en la Gran Guerra Patria
La victoria soviética en la Gran Guerra Patria
Hitler se suicidó al final de la guerra. Se desconoce por qué continuó luchando cuando Alemania sólo reculaba y había perdido toda iniciativa a partir de la derrota de Kursk. El sueño de las armas secretas, con las que pensaba ganar la guerra o, por lo menos, prolongarla hasta negociar una paz conveniente para sus intereses, se había esfumado como resultado del avance de las tropas soviéticas; fabricar la bomba atómica era imposible, lo mismo que sus cohetes portadores. Por más que el 20 de julio de 1944 la providencia le hubiera protegido del atentado del Coronel Claus von Stauffenberg -y Hitler creía mucho en este tipo de cábalas-, las circunstancias del momento le indicaban que no tenía salvación. ¿Qué esperaba, entonces? Que la unidad de los Aliados en su contra se rompiera, pues era inconcebible que esa alianza se mantuviera, porque el nazismo en sus raíces ideológicas era mucho más cercano al capitalismo estadounidense y al imperialismo inglés que el comunismo, del que los tres eran enemigos acérrimos.
Por esta razón, la guerra que Alemania desató contra la URSS fue una guerra de exterminio contra los pueblos eslavos, gitanos y judíos, que para los nazis eran pueblos inferiores y ocupaban el espacio vital que les pertenecía a ellos, que eran de raza superior; por eso el elevado número de civiles muertos y los crímenes horripilantes que hubo en los territorios ocupados de la Unión Soviética, algo que no se dio en el resto de Europa, pues en todas las colonias de ese continente regían leyes raciales y en el ejército estadounidense se cumplía la segregación racial, un soldado blanco no podía estar bajo las órdenes de un oficial negro, y no sólo eso sino que EEUU estableció campos de concentración para sus ciudadanos de origen japonés.
La guerra en Occidente fue una guerra imperialista, una guerra contra todos los pueblos del mundo, sin que importara las bajas civiles de los contrincantes; por eso, el bombardeo bárbaro a ciudades como Londres, Rotterdam, Dresden… o las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. En cambio, la Unión Soviética peleaba una guerra popular, no se trataba de una guerra contra el pueblo alemán sino contra el nazismo, y así pasó en las ciudades europeas que liberó.
Hitler, en su testamento político escrito horas pocas antes de su suicidio, expulsó del Partido Nazi a Goring y Himmler. Les acusó de tratar de hacerse del poder y, sin su consentimiento y contra su voluntad, intentar negociar la paz con los Aliados de Occidente, con lo que “han hecho un daño enorme al país y a toda la nación… Antes de mi muerte, expulso del partido y de todas sus oficinas al antiguo Reichsführer SS y Ministro del Interior, Heinrich Himmler”.
En la realidad, ¿qué pasó? Que un sector de Alemania buscaba capitular separadamente ante Occidente. El 21 de febrero de 1945 se inició en Berna ‘la Operación Amanecer’, en la que los jefes de las SS ofrecieron su colaboración a Occidente. Allí residía Allan Dulles, futuro director de la CIA, abogado de Wall Street y asesor de grandes empresas estadounidenses. En el norte de Italia, adonde Alemania había trasladado gran parte de su industria militar y las SS tenían su cuartel general, vivía Karl Wolff, general al que Hitler había designado Jefe de las SS en Italia.
Himmler, que quería pactar con los norteamericanos, lo envió a Suiza para que negocie el apoyo de Alemania nazi a los Aliados en su lucha contra la Unión Soviética. Wolff, acompañado de altos oficiales, se reunió con Dulles en Zurich, para acordar que la Wehrmacht capitulara y no llevara a cabo su plan de atrincherarse en los Alpes, algo que Wolff no podía hacer sin el visto bueno del ejército, sólo lo podía hacer el Mariscal Kesselring, al que Hitler había nombrado Comandante del Frente Occidental. Por eso, la capitulación de Alemania en Italia estaba relacionada con la capitulación de todo el Frente Occidental.
Wolff no logró convencer a Kesselring de que capitule, el mariscal no quería romper su juramento al Führer. Himmler le dió un ultimátum a Wolff: o bien le revela de las conversaciones con los aliados y cómo ha negociado la capitulación de la Wehrmacht en Italia o le informará a Hitler que ha cometido alta traición. Wolff se reúne con Hitler, que le permite continuar con las negociaciones.
El 12 de abril de 1945 murió el Presidente Roosevelt, partidario de que Alemania capitulra incondicionalmente y contrario a cualquier negociación con el nazismo. El 22 de abril, Dulles recibe ordenes de suspender las negociaciones, norteamericanos y británicos no querían provocar a los soviéticos en los últimos días de la guerra. El 25 de abril, los comunistas liberaron Milán. ¿Quedaría bajo control rebelde el norte de Italia y el sur de Francia, como temía Occidente? No, porque la Wehrmacht capituló en Italia y no se atrincheró en los Alpes.
Luego del suicidio de Hitler, queda la pegunta: ¿Fue la ‘Operación Amanecer’ un pacto que no tuvo valor alguno sin el visto bueno de Hitler? Lo más probable es que así fuera. Como una ironía de la historia, los agentes soviéticos, infiltrados en el alto mando alemán, mantuvieron bien informado a Stalin sobre la ‘Operación Amanecer’. En 1998, el Presidente Clinton desclasificó los archivos secretos de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, que muestran lo estrecha que fueron las relaciones entre su país y las SS durante la guerra.
También existe la ‘Operación Impensable’, el plan británico para atacar a la Unión Soviética. Fue ordenado por Churchill a finales de la Segunda Guerra Mundial y fue desarrollado por las Fuerzas Armadas Británicas. Contemplaba “imponer a Rusia la voluntad de Estados Unidos y el Imperio Británico”, contaba con el uso de fuerzas polacas y soldados alemanes, capturados durante la guerra. Churchill ordenó al Ejército Británico apoderarse de armas alemanas para usarlas contra la URSS luego de que Alemania se rindiera.
Finalmente, la derrota electoral de Churchill de 1945 y la necesidad de la ayuda soviética a EEUU en el conflicto con Japón enterraron el ‘Plan Impensable’, que hubiera sido el inicio de la Tercera Guerra Mundial. ¿Conocía de este plan Hitler? ¿Estaban ‘la Operación Amanecer’ y el ‘Plan Impensable’ concatenados? Lo más probable es que sí. Pero ese secreto lo llevó Hitler a la tumba.
Luego de la Batalla de Kursk, del desembarco en Normandía y de que la URSS liberara a numerosos países del yugo nazi-fascista, el Ejército Rojo entró a Berlín e izó la bandera soviética en el Reichstag, el parlamento alemán.
Finalmente, el 9 de Mayo de 1945 cesaron los combates en Praga y terminó la Gran Guerra Patria, que duró 1.418 días. Esta fecha es sagrada para Rusia, y no sólo para ese país, porque costó enormes sacrificios conseguirla. Estos son algunos hechos que los falsificadores de la historia odian recordar: La guerra eliminó en la Unión Soviética a 27 millones de personas y dejó 60 millones de heridos; destruyó en ese país 1.710 ciudades, 70.000 aldeas, 32.000 empresas industriales, 65.000 kilómetros de vías férreas, 98.000 cooperativas agrícolas, 1.876 haciendas estatales, 6 millones de edificios, 40.000 hospitales, 84.000 escuelas; los nazis trasladaron a Alemania 7 millones de caballos, 17 millones de cabezas de ganado vacuno, 20 millones de puercos, 27 millones de ovejas y cabras, 110 millones de aves de corral; la perdida total de la Unión Soviética fue de unos 3 billones de dólares (un 3 seguido de doce ceros). Gracias a este sacrificio, la humanidad se vio libre de la noche eterna del dominio imperial con que Hitler soñó para mil años.
Alexander Werth, reconocido periodista inglés de la BBC, escribe: “Los rusos llevaron el fardo más pesado en la guerra contra la Alemania Nazi, precisamente gracias a esto quedaron con vida millones de norteamericanos e ingleses”. Edward Stettinus, Secretario de Estado de EEUU durante esta guerra, reconoce que el pueblo norteamericano debería recordar que en 1942 estuvo al borde de la catástrofe. Si la Unión Soviética no hubiera sostenido su frente, los alemanes hubieran estado en condiciones de conquistar Gran Bretaña; habrían estado en condiciones de apoderarse de África y crear una plaza de armas en América Latina.
Es bueno recordar el pasado porque entonces, como ahora, el mal crecía sin aparente fin, sin que nadie fuera capaz de detenerlo; sin embargo, la heroica lucha contra la moderna barbarie, no sólo del pueblo soviético sino de todos los hombres libres, salvó al mundo. Tal vez, la más importante lección para las presentes y futuras generaciones es que las guerras hay que combatirlas antes de que estallen. ¡Gloria eterna al heroico pueblo soviético que libró al mundo del nazi-fascismo!
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
www.ecuadornews.com.ec