CHATARRA ESPACIAL
CHATARRA ESPACIAL
Desde la ubicación en 1965 en el espacio exterior de aquel primer satélite llamado el “pájaro madrugador”, han pasado ya décadas. Este satélite significó una revolución, la posibilidad de estar conectados e interconectados, la de enterarnos de lo que pasa en los diferentes lugares del planeta de forma inmediata, volviéndose realidad aquello de la “aldea global”, concepto del que nos habló el sociólogo canadiense Marshall McLuhan y que, gracias al avance de la ciencia y la tecnología, se hace cada vez más real.
Sin embargo, sabemos que nada es inocuo, cada acción de cada ser humano deja una huella, por eso es por lo que debemos ser tan cuidadosos con el uso de los recursos, con el impacto que causamos con nuestros haceres.
Se dice que hay más de un millón de pequeñas piezas de satélites, de herramientas, de pedazos desprendidos de objetos abandonados en el espacio, con un riesgo que se acentúa conforme se avanza en esta especie de “conquista” del espacio, lo que puede traer posibles consecuencias muy peligrosas para el mismo mundo de las comunicaciones, con la posibilidad de colisiones de esas partes con satélites activos.
De acuerdo con las estadísticas provistas por los expertos, muchos de los satélites colocados por los países y hasta por las empresas, están inactivos, abandonados a su suerte, constituyendo lo que se denomina chatarra espacial.
Si a esto se suma la evidencia de que la órbita geoestacionaria o geosíncrona, en la que pueden fijarse los satélites, no es infinita, es decir está saturándose, el tema se vuelve complejo, porque nos demuestra que no es un espacio infinito y que se debe actuar con cuidado, sobre todo por parte de las potencias económicas que hacen más uso de este espacio.
Se hace necesaria una legislación mundial que obligue a los productores de chatarra espacial a limpiarla, a no dejarla abandonada, para ello serán necesarios equipos limpiadores de chatarra espacial, creados para tal objeto y enviados al espacio con ese objetivo específico.
Leyes internacionales y el compromiso para cumplirlas son necesarias para una convivencia pacífica, también en el espacio
OPINIÓN
Por Rosalía Arteaga Serrano
Ex Presidenta Constitucional del Ecuador
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