Haití: de los años de apogeo al fuego del averno y el magnicidio
Haití: de los años de apogeo al fuego del averno y el magnicidio
El brutal asesinato del presidente Jovenel Möise, perpetrado durante la noche, con 15 disparos y en su residencia, pone de nuevo a Haití en el vórtice de la crisis instituicional muy profunda y la idea cada vez más acentuada de un estado fallido.
Mientras las pesquisas van detectando un comando paramilitar compuesto aún por algunos ex miembros del Ejército colombiano, las interrogantes sobre los móviles del crimen continúan.
La historia de Haití ha navegado desde la independencia de Francia, con el primer grito de libertad el 1 de enero de 1804 liderado por Jean-Jacques Dessalines, que supuso el dominio territorial sobre toda la isla, hasta que República Dominicana se idependizó del poder haitiano. Hubo una época de bonanza admirable por las enormes plantaciones de caña de azúcar desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
Las dictaduras dinásticas de los Duvalier (Francoise y Jean Claude) gobernaron con violencia y una vena tiránica de atropellos y lujos que contrastaron con la extrema miseria de la mayoría de los pobladores. Se formó una guardia de choque pretoriana conocida como los Tontons-Macoutes que defendían al gobernante e imponían su ley con temor y actitud sanguinaria contra todos los opositores de ambos dictadores.
En el año 2010 un fuerte terremoto desnudó la realidad de la construcción precaria desprovista de toda norma constructiva que dejó más de 300 000 muertos. Chile afrontó un terremoto peor por esas épocas, con cifras que marcan las diferencias entre un país con recursos y conciencia y otro hundido en la peor pobreza del continente. En Chile hubo algo más de 500 muertos.
La ayuda internacional no dio abasto para frenar las epidemias y la crisis humanitaria de una ciudad, Puerto Príncipe, arrasada por el sismo y las bandas delincuenciales saqueando y matando.
Las brigadas de cascos azules de la Organización de Naciones Unidas cuentan historias desgarradoras, que si no fuesen realidad compondrían un cuadro horripilante del mismo averno.
El presidente asesinado esta semana fue de origen humilde, se formó como educador pero se dedicó a su propia empresa bananera, labró su fortuna y se presentó a las elecciones por una fuerza de centro derecha. La oposición nunca reconoció su triunfo. Así, Möise, asumió el poder en medio del caos generalizado en un país donde el hambre cunde y la violencia es monenda común.
El primer Ministro (interino), Claude Joseph, que Möise había nombrado y que no alcanzó a juramentar su cargo, atribuye a sectores poderosos del empresariado la presunción de la autoría intelectual del magnicidio.
Haití va a elecciones en septiembre y la comunidad internacional debiera desplegar un contingente para investigar los hechos sangrientos (Colombia envió especialistas), para evitar que el caos y la guerra civil castiguen todavía más al empobrecido pueblo haitiano, víctima de todas las plagas imaginadas.
El terrible magnicidio ilustra la crisis de un país con mucho pasado e historia pero sin un futuro nítido a la vista.
OPINIÓN
Por Gonzalo Ruis Alvarez
Ecuador News
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