Con un año de retraso y un estadio olímpico casi vacío que los organizadores jamás imaginaron, hoy finalmente se inauguraron las olimpíadas “Tokio 2020”, en 2021, debido a la pandemia aún vigente del coronavirus, surgido justamente en Asia.
Tokio, que ya había sido sede de los juegos de verano en 1964, recibió la noticia de que lo sería por segunda vez el 13 de septiembre de 2013. Pero nunca nadie imaginó que sería la edición “más caótica y complicada de organizar” del mayor evento deportivo planetario, convirtiéndose en los “Juegos de la pandemia”.
Desde hace más de un año, entre amenazas constantes de cancelaciones por parte de atletas alrededor del mundo y del propio gobierno japonés, la ceremonia de apertura, que suele ser fastuosa, se fue adaptando a un concepto “más simple y sobrio”, y sobre todo más salubre. Actualmente, Tokio sigue en estado de emergencia por la amenaza de la pandemia.
Aún así, se mantuvo el tradicional desfile de los miles de deportistas que representan a las 206 delegaciones participantes, pero todos luciendo mascarillas. “Como gran novedad, hay dos abanderados por país, un hombre y una mujer”, excepto en las delegaciones más pequeñas, destacó Deutsche Welle.
Tras el desfile de las delegaciones, se dio paso a una pequeña celebración musical en vivo y con imágenes pre grabadas, que incluyó canto, danza, drones y fuegos artificiales.
El miedo a la epidemia llevó a imponer restricciones muy estrictas para deportistas y medios hasta la clausura el 8 de agosto. En el sondeo más reciente, publicado por el diario Asahi Shimbum, 55% de los japoneses pedía cancelar las olimpíadas e incluso hubo protestas hoy afuera del estadio durante la inauguración.
Hasta el emperador Naruhito ha admitido las dificultades: “Gestionar los Juegos mientras se toman al mismo tiempo todas las medidas posibles contra el COVID-19 está lejos de ser una tarea fácil”, dijo ayer, cuando se declararon 1,979 nuevas infecciones, la cifra más alta desde el pasado invierno boreal.
Pese a que las 68,000 plazas del Estadio Olímpico han estado vacías, la ceremonia sí cuenta con la presencia reducida, de algunas personalidades como el emperador Naruhito, la primera dama estadounidense Jill Biden y el presidente francés, Emmanuel Macron, el único dirigente del G7 presente en Tokio, como representante también de la próxima sede olímpica, París 2024.
Los juegos, incluyendo el nuevo estadio nacional de Tokio, significaron una inversión de $15.400 millones de dólares. “La cifra, un récord incluso para los presupuestos olímpicos -célebremente sobredimensionados- ha aumentado en $3,000 millones de dólares sólo en el último año”, resumió hace un mes The New York Times.
Además del dinero, durante todo la organización y ahora los eventos está en juego la reputación legendaria internacional de Japón y su propia seguridad, pero sobre todo la resiliencia humana ante la pandemia.
En ruta a Tokio, la primera dama Biden elogió el esfuerzo de Alaska para vacunar a los residentes contra el COVID-19, y señaló que aún hay más trabajo por hacer, durante una parada rápida en Anchorage el miércoles, reportó la prensa local.